Desde los años 70’s, los glaciares de Colombia se reducen a un ritmo acelerado. Existen evidencias de que la baja atmósfera está cambiando. Expertos analizan los sistemas glaciares del país, pues son sensibles a este fenómeno. El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia (Ideam) presentó el libro Glaciares de Colombia, algo más que hielo y montaña, en el cual se habla de esta situación.
Para empezar, se planteó la diferencia entre glacial y glaciar. El primero es un adjetivo que se refiere a las condiciones climáticas y el segundo, un sustantivo que alude a la masa de hielo.
De acuerdo con una definición elaborada por la Universidad Nacional de Colombia (UN) y el Ideam en 1997, un glaciar es una masa de hielo en movimiento que incluye detritos rocosos y se caracteriza por el balance entre la alimentación y la fusión.
Jorge Ceballos, investigador y compilador de la publicación, explicó que, en la cultura colombiana, se piensa que los glaciares son blancos, fríos y estáticos. Pero no es así, tienen tonalidades grises, azules, “se calientan” y se mueven; por ejemplo, el nevado del Ruiz, es uno en enero y otro en abril. “Esa es nuestra misión, descubrir por qué cambian. En el mundo solo tres zonas tienen glaciares cerca a la línea del Ecuador, y son Colombia–Ecuador, Oriente de África y Nueva Guinea”.
Por otra parte, Conrado Tobón, profesor de la UN sede Medellín, hizo una distinción entre los glaciares y sus vecinos los páramos. “Un glaciar es la parte alta de la montaña que está cubierta por hielo donde cae nieve y la precipitación es sólida; un poco más abajo aparece el periglaciar, el cual es conquistado por una capa de vegetación. Más abajo está un área cubierta por vegetación y esos sí son los páramos, sobre los 2.800 metros, y ascienden casi hasta donde se encuentra el glaciar. Esto se debe a los incrementos en las temperaturas”.
El país cuenta con seis glaciares: los volcanes nevados del Huila, del Tolima, Santa Isabel y del Ruiz; las sierras nevadas de El Cocuy y de Santa Marta.
Anyela María Arias Guarín, investigadora del Instituto de Estudios Ambientales (IDEA) de la UN y operaria de la Red Meteorológica Telemétrica de Caldas, comentó que en su trabajo hacen mediciones al Nevado del Ruiz con cinco estaciones meteorológicas. Tres de estas miden caudal, temperatura y precipitación y las otras, humedad relativa y otros aspectos.
Las estaciones envían datos cada 15 minutos, los cuales llegan a la repetidora que se encuentra en Corpocaldas y luego a la central que está en la UN en Manizales. Estos se pueden ver en el sitio web http://idea.manizales.unal.edu.co/.
El nevado del Ruiz tiene una actividad volcánica. En estos momentos cae ceniza sobre el hielo, la cual actúa como un cuerpo negro que absorbe energía y se la transmite a los copos de nieve derritiéndolos más rápido.
Para los científicos, los glaciares son objeto de estudio, mientras que, para muchos colombianos, son parte de nuestra identidad cultural. Una de las preguntas entonces es ¿qué efectos va a traer para la hidrología la desaparición de los glaciares?
“En el caso de los páramos, se puede decir que las condiciones atmosféricas van a cambiar y las precipitaciones van a disminuir; en consecuencia, se afectarán los páramos y todas las regiones de Colombia, Perú y Ecuador. En cuanto al país inca, este sufre hoy de problemas hídricos en casi todas las ciudades”, comentó Tobón.
José Lubín Torres, profesor de la UN sede Medellín, concluyó que en la Tierra se dan periodos donde a veces se calienta o se enfría. “El clima es un sistema complejo y todavía hay mucho por explorar. Además, en los glaciares hay una desaparición acelerada y en los países andinos sirven como termómetro a nivel global. Por ejemplo, en el Paramillo de Quindío se ven las huellas de un antiguo glaciar”.