El DDT, el hexaclorobenceno y el lindano son algunos de los pesticidas que fueron prohibidos en España en los años 70 del siglo pasado y que la convención de Estocolmo incluyó en la llamada ‘docena sucia’ por sus efectos dañinos y su persistencia en el medioambiente y el interior del cuerpo humano. Pese a su erradicación en la agricultura, la presencia de estos compuestos todavía permanece en la población.

Un estudio publicado por investigadores canarios en la revista Gaceta Sanitaria ha detectado la presencia de alguno de estos plaguicidas en el 88% de los habitantes de la isla de Tenerife.

Los autores, del grupo de investigación en Toxicología Clínica del Hospital Universitario de Canarias y de la Unidad de Toxicología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, analizaron en 2007 los niveles de plaguicidas persistentes en el suero sanguíneo de 363 tinerfeños adultos con una media de edad de 67 años. También incluyeron los pesticidas calificados como no persistentes y cuyo uso sí está autorizado al considerarse compuestos químicamente inestables que no se acumulan en el organismo. En total, se analizaron un total de 24 compuestos.

Los investigadores detectaron residuos de plaguicidas en el 99,4% de los participantes (solo dos resultaron plenamente limpios de los compuestos analizados), con una media de seis pesticidas por persona. La bifentrina, un insecticida piretroide que se utiliza principalmente contra la hormiga roja de fuego importada, y el malatión, otro insecticida del grupo de los organofosforados sin uso autorizado en la actualidad, son los dos compuestos más detectados, presentes en el 80% de los participantes en este estudio.

Neurotoxicidad

Aunque estos plaguicidas son rápidamente absorbidos en el organismo humano, diversos estudios señalan la capacidad de los organofosforados y de los piretroides de inducir neurotoxicidad tras exposiciones crónicas a bajas concentraciones. También se han relacionado con el desarrollo de la enfermedad de Parkinson y de trastornos neurocognitivos, especialmente en niños. El malatión, por su parte, está considerado como un obesógeno ambiental, capaz de producir alteraciones metabólicas y predisposición a la ganancia de peso.

Por otra parte, cuatro de los doce plaguicidas más detectados entre los participantes de esta investigación pertenecen al grupo de los organoclorados, prohibidos en la Unión Europea. El DDT (presente en el 56,4% de los participantes) y el hexaclorobenceno (en el 55,6%) son los plaguicidas persistentes más detectados.

Contaminación

A pesar de ser compuestos ilegales, los autores se explican estos niveles en el organismo por la presencia en el mercado canario de alimentos procedentes de países donde estos productos aún se utilizan; a una contaminación del medio ambiente isleño, a través del suelo o de las aguas; y a la llegada por vía atmosférica desde África.

Por último, la frecuente detección de fungicidas, en particular de benalaxil (38%) y de etridiazol (16%), aun siendo plaguicidas de escasa persistencia medioambiental, podría deberse a su frecuente hallazgo como residuos en alimentos de gran consumo, como frutas, vino o agua. Aunque de escasa toxicidad aguda, se ha demostrado su efecto carcinógeno y mutágeno en animales.

Refeencia bibliográfica:

Guillermo Burillo-Putze et al. ‘»Exposición a plaguicidas persistentes y no persistentes en población no expuesta laboralmente de la isla de Tenerife‘». Gac Sanit.2014;28:301-4 – Vol. 28 Núm.4. Disponible en:

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