El dolor de espalda, o lumbagia, repercute mucho más allá del pinchazo en la zona afectada: Provoca una serie de pensamientos comunes entre este colectivo de pacientes que sienten que su entorno “no les entiende”. Cuando el dolor de espalda llega a ser habitual o crónico, los enfermos lo viven como un estigma que les hace sentirse diferentes, reduce drásticamente su calidad de vida y su autoestima, y les induce a la depresión.

Científicos españoles realizaron por primera vez un estudio cualitativo, publicado en la revista Disability, and Rehabilitation, que evalúa las inquietudes de las personas que padecen dolor de espalda.

El trabajo hecho por la Red Española de Investigadores en Dolencias de la Espalda –creada y dirigida por la Fundación Kovacs–, reúne las impresiones de 32 pacientes con dolencias lumbares en Baleares.

El objetivo fue recoger sus vivencias al ser tratados en el sistema sanitario público y privado, explorar cómo repercute la dolencia en su calidad de vida y conocer su experiencia al ser derivados hacia un nuevo tratamiento que ha demostrado ser efectivo, la intervención neurorreflejoterápica –en la que se implanta un pequeño material quirúrgico sobre terminaciones nerviosas de la piel–.  

Cuando el dolor de espalda llega a ser habitual o crónico, los enfermos lo viven como un estigma que les hace sentirse diferentes.

Para Alejandra Cano, investigadora de la Unidad de Bioestadística Clínica del Hospital Ramón y Cajal de Madrid y primera autora del estudio, “conocer de primera mano las vivencias de los pacientes con dolencias de la espalda en el sistema sanitario, público y privado, aporta información necesaria para mejorar la calidad de su atención y adaptarla a sus necesidades y preferencias”.

Además, los pacientes se sienten incomprendidos ya que, como el dolor solo es percibido por quien lo padece, detectan que las personas de su entorno no son conscientes de su sufrimiento y sus limitaciones.

Así, los dolientes crónicos usan intensamente el sistema sanitario (tanto público como privado), visitan a muchos médicos y con frecuencia reciben de ellos recomendaciones contradictorias e inconsistentes, lo que aumenta su confusión y desconfianza.

La condena de sufrir dolor

Por otro lado, si los tratamientos recibidos fracasan, los pacientes piensan que están condenados a sufrir dolor durante el resto de su vida. Es más, se sienten desamparados cuando, al informar a sus médicos de que el tratamiento no ha tenido efecto, estos parecen dudar de su sinceridad.

Según el estudio, “en contra de la creencia de algunos médicos sobre el negativismo acérrimo de las personas con lumbalgia crónica, cuando estos realmente mejoran no tienen ningún problema en reconocerlo y reasumir una vida normal”.

En los pacientes en los que ya han fracasado múltiples tratamientos, la perspectiva de ser derivados a uno nuevo genera esperanza, pero también desconfianza. A pesar de esto, más del 85% de los enfermos tratados con la intervención neurorreflejoterápica se sienten satisfechos.

Referencia bibliográfica:

Alejandra Cano, Mario Gestoso, Francisco Kovacs, Claire Hale, Nicole Mufraggi, and Víctor Abraira. “The perceptions of people with low back pain treated in the Spanish National Health, and their experience while undergoing a new evidence-based treatment. A focus group study”. Disability and Rehabilitation. 2014

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