5 mil kilómetros ida y vuelta. Esa es la distancia anual que recorren los pingüinos de Magallanes nadando desde el sur de Argentina hasta Río de Janeiro en Brasil. El dato proviene de un estudio publicado recientemente en la revista Biological Conservation, conducido por David Stokes y del que participó Pablo García Borboroglu, investigador independiente del CONICET en el Centro Nacional Patagónico (CENPAT, CONICET).
“El corazón del trabajo está en aportar conocimiento para proteger la especie, por eso necesitamos saber sus rutas migratorias y en qué momento están en cada área. Si tenemos en cuenta que en total se desplazan 16 mil kilómetros por año, sería pertinente una estrategia más dinámica e integral que un área protegida”, explica Borboroglu.
Si bien era conocido que los pingüinos de Magallanes migran hacia el norte, faltaba evidencia científica empírica y concreta, dada la complejidad logística y tecnológica requerida para un estudio de esta magnitud. Para esta investigación se compilaron datos de más de 60 mil pingüinos de Magallanes anillados durante 30 años y seguimientos satelitales para analizar detalladamente el recorrido de estas aves marinas de aguas templadas.
“Como recorren tanta superficie y atraviesan zonas de alta intensidad de uso humano a lo largo de toda esa extensión, un área protegida sería inviable. Por eso sugerimos una zonificación marina para compatibilizar nuestras necesidades de recursos pesqueros con la conservación del ambiente”, comenta el biólogo del CONICET.
Los científicos proponen esta herramienta innovadora que implicaría dividir el área total y autorizar determinados usos en distintos momentos – sea pesca, transporte o extracción de petróleo -, permitiendo un ajuste a la escala espacial y temporal de los patrones migratorios de los pingüinos.
Si bien su implementación requeriría de un esfuerzo internacional ya que la zonificación abarcaría territorio marítimo de varios países, es un enfoque integral que podría ser una solución viable para la conservación y el uso sustentable de nuestros recursos naturales.
“Este trabajo contribuye a fortalecer la idea de que los investigadores podemos dar herramientas concretas a partir de los datos científicos, algo que además implica relacionarnos con todos los sectores de la sociedad, comunicar nuestros resultados y transferir la información a los ámbitos de toma de decisiones”, destaca Borboroglu.
VIP: Very Important Penguins
Según el investigador, los pingüinos tienen una serie de características – como la incapacidad de volar – que los hacen muy vulnerables a los cambios ambientales en el océano y las costas. Por esta razón, Borboroglu destaca que son un indicador muy directo de estas variaciones, sea la polución marina, el cambio climático o el mal manejo de pesquerías comerciales.
“Es una especie que es abundante en general pero a pesar de eso está categorizada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en ingles) como ‘cercana a la amenaza’. Esto no es por el tamaño poblacional, es decir la cantidad de individuos, sino más bien por las amenazas que son identificadas para ellos”, comenta el biólogo.
Actualmente Punta Tombo en Chubut es la colonia más grande del mundo, con un poco más de 200 mil parejas de pingüinos de Magallanes, donde los científicos recolectaron los datos de los individuos anillados. Dado que son muy fieles a su nido, es posible rastrearlos por años, incluso décadas, llegando a ser para los investigadores algo como un informante clave, o como ellos lo llaman, Very Important Penguin (VIP).
“Este ave marina permanece sólo seis meses en tierra durante la etapa de apareamiento. Pero desde marzo o abril hasta septiembre están en el mar todo el tiempo. Su ruta migratoria, es decir la ruta que siguen durante su desplazamiento por el Atlántico, estaría determinado mayormente porque siguen el patrón migratorio de la anchoíta, su principal alimento”, señala Borboroglu.
De Ushuaia a Rio de Janeiro y más allá
A pesar de formar colonias relativamente estables a lo largo de su vida, los pingüinos de Magallanes jóvenes y adultos tienen costumbres migratorias diferentes, algo muy importante desde el punto de vista de la conservación.
“Los juveniles recorren mucha más distancia, porque como aún no se reproducen no están obligados a volver a la colonia tan pronto. En cambio, los adultos nadan un poco menos porque tienen que regresar para iniciar la temporada reproductiva, llegan hasta el frente del Río de La Plata, las costas de Uruguay o tal vez el sur de Brasil”, explica Borboroglu.
Debido a que migran mayores distancias, algunos incluso alcanzaron extremos de hasta 6600 kilómetros totales, los pingüinos juveniles están más expuestos a la influencia directa de la actividad antrópica que se desarrolla en el corredor migratorio.
El investigador destaca que los pingüinos se desplazan mayormente en un rango de distancia que varía entre 40 a 70 kilómetros de la costa, con picos de hasta 250, por lo que están expuestos a diferentes niveles de riesgo en su migración.