El arrecife de Mahahual, considerado hasta principios del milenio como el arrecife más prístino del mar Caribe, experimentó en los últimos 17 años el cambio de la dominación de corales hacia la dominación de algas —proceso conocido como cambio de fase— de manera paralela al desarrollo acelerado de infraestructura turística de la localidad.
Entre las consecuencias de este proceso, destaca la pérdida de 43 hectáreas de cobertura coralina, la extinción local de 20 especies de peces y la disminución de 70 por ciento de la producción de la ictiofauna, ocasionando el colapso de sus servicios ecosistémicos y un impacto negativo en la pesca local.
En el estudio A coral-algal phase shift in Mesoamerica not driven by changes in herbivorous fish abundance, publicado en la revista científica PLOS ONE, investigadores del Laboratorio de Ecología de Ecosistemas de Arrecifes Coralinos (LEEAC) del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav IPN), unidad Mérida, demostraron que el desarrollo costero puede comprometer la resiliencia de los arrecifes de coral a partir del estudio empírico del arrecife de Mahahual, ubicado en el sur del litoral de Quintana Roo.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, Jesús Ernesto Arias González, investigador responsable del Laboratorio de Ecología de Ecosistemas de Arrecifes Coralinos del Cinvestav Mérida, señaló que desde el año 2000 se emprendió el estudio de 14 arrecifes coralinos en el litoral costero de Quintana Roo, observando que desde entonces la mayoría se encontraba en proceso de cambio de fase.
De acuerdo con el investigador, el estado de cobertura algal puede ser provocado por diferentes factores. En el Caribe, la teoría ecológica propone que puede ser producido por la sobrepesca de peces herbívoros, que son los que controlan el crecimiento de macroalgas en los corales.
“Sin embargo, lo que observamos en nuestro estudio fue que este proceso de cambio de fase estaba muy relacionado al radio de densidad poblacional en Quintana Roo, es decir, aquellos arrecifes que estaban más cercanos a Cancún y a la Riviera Maya tenían coberturas de algas más pronunciadas”, indicó.
En promedio, estos arrecifes presentaban entre 60 y 80 por ciento de cobertura algal en proporción a aquellos que estaban alejados de polos de densidad poblacional muy altos, por ejemplo, en la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an o en lo que se denomina actualmente Costa Maya. Estos últimos, ubicados al sur del litoral, presentaban la menor cobertura de macroalgas hace 17 años.
Paralelamente, los investigadores estudiaron la abundancia de peces herbívoros en aproximadamente 400 kilómetros de arrecifes coralinos del Caribe mexicano, con lo que observaron que no existía ninguna correlación entre la abundancia de herbívoros con el gradiente de cobertura algal. A partir de estos resultados, empezó a surgir la hipótesis de que el cambio de fase en esta región no tenía ninguna relación con la abundancia de peces herbívoros, como lo estipulaba la teoría ecológica.
“Cuando empezamos este estudio, encontramos un arrecife que era el más prístino de todos los que habíamos estudiado, que tenía coberturas de coral excelentes incluso a nivel del mar Caribe y coberturas de macroalgas muy bajas. Es decir, que no había entrado en cambio de fase. Ese arrecife era Mahahual, que ahora es un arrecife muy conocido de la Costa Maya”, señaló el investigador.
Los investigadores eligieron Mahahual como sitio de estudio de investigación a largo plazo. En los últimos 16 años han estudiado la ecología de estos ecosistemas a partir de dos componentes indicadores de la biodiversidad: los peces y los corales. De igual manera, analizaron los cambios de densidad poblacional y las transformaciones del paisaje tanto en la costa como en los arrecifes coralinos.
De paraíso prístino a zona hotelera
Hace poco más de una década, Mahahual era un pueblo de pescadores que era visitado principalmente durante el periodo vacacional de Semana Santa por vacacionistas locales, la mayoría provenientes de Chetumal, que se hospedaban en alguno de los tres hoteles que existían hasta entonces.
En el año 2000, ocurrió uno de los eventos que determinaron el futuro del paisaje de Mahahual: la construcción del crucero internacional Costa Maya, que desde entonces ha fungido como un atractivo turístico a nivel nacional e internacional. “Esto empezó a traer un polo de turismo de baja densidad, pero para esto lo que hicieron fue talar 57 hectáreas de mangle para la construcción de 25 hoteles en tan solo un año”, describió Arias González.
De forma paralela, se dragó la laguna del arrecife con el fin de obtener sedimento para construir una playa artificial que recibiera a los visitantes de cruceros turísticos y para ampliar la plataforma de la zona trasera del poblado de Mahahual para la construcción de los 25 hoteles.
“Lo que hicieron con el dragado de este canal y con la construcción de un canal de navegación para las lanchas y los skiboards para turistas, fue remover una enorme cantidad de sedimentos y nutrientes almacenados por años en el arrecife naturalmente y por la pequeña densidad poblacional que había alrededor”, señaló Arias González.
El colapso de un ecosistema
De acuerdo con el investigador, la construcción del crucero internacional de Costa Maya produjo un incremento en la sedimentación y nutrientes de la zona no solamente de la laguna arrecifal sino también del arrecife posterior, conectado a través de corrientes y canales.
“Todos estos sedimentos y nutrientes que se removieron fueron a parar hacia el arrecife posterior, lo que provocó un cambio de fase muy rápido. En menos de tres años, el paisaje arrecifal de Mahahual cambió completamente”, apuntó.
En tres años se perdieron 43 hectáreas de cobertura coralina, lo que equivale a una pérdida de aproximadamente 15 millones de dólares por hectárea al año en promedio, considerando el valor económico de los arrecifes actualmente. “Ahora el valor de un arrecife en promedio global equivale a un millón de dólares por metro cuadrado. Entonces la pérdida que se tuvo en ese arrecife fue y es enorme”, resaltó.
El cambio de fase de cobertura coralina a cobertura algal produjo también la extinción local de 20 especies de peces que, hasta la fecha, no han vuelto a aparecer en la zona. A eso se suma la disminución de 70 por ciento de la producción de peces, provocando el colapso de las comunidades ictiofaunísticas, la biodiversidad del sistema y la pesca local. “Trajo un colapso total de los servicios al ecosistema que estaba prestando ese arrecife, que eran enormes. Esto fue en tres años, fue muy rápido”.
Macroalgas incontenibles
La densidad de visitantes de cruceros en Mahahual incrementó exponencialmente, pasando de menos de 100 mil en 2001 a 800 mil en 2006. A su vez, la cobertura de macroalgas aumentó de entre 20 y 30 por ciento en el año 2000 a 60 y 70 por ciento hacia el 2006, mientras que la cobertura de corales decreció hasta 10 por ciento de lo que originalmente fue, y desde entonces no ha cambiado. “Lo que se notó es que sí hay un incremento continuo en la cobertura de macroalgas en relación con el incremento de los visitantes de cruceros”, señaló el investigador.
Para Arias González, lo más importante de este proceso es que el cambio de fase no fue ocasionado por los peces herbívoros, sino por el impacto de los nutrientes y la sedimentación producida por el desarrollo costero.
“Nuestra hipótesis esencial es que eso ha estado pasando en todos los arrecifes del Caribe mexicano y es lo que pasa actualmente en el Arrecife Mesoamericano, donde la mayoría de los arrecifes está en cambio de fase, pero las abundancias de herbívoros se mantienen constantes. Esto nos indica que los aportes de sedimentación y de nutrientes de las cuencas de los diferentes países del Arrecife Mesoamericano (México, Guatemala, Belice y Honduras) son enormes y son los que están produciendo un impacto importante en estos arrecifes”, indicó.
Resiliencia de los arrecifes e ingeniería ecológica
En Quintana Roo, el aporte de aguas negras por parte de los hoteles, los desarrollos urbanos no sustentables, la migración y urbanización masiva, la tala inmoderada de la zona costera y los manglares, la erosión de las dunas y el deterioro de los pastos marinos están produciendo un impacto general en los ecosistemas arrecifales al grado de propiciar el colapso de su biodiversidad y de sus servicios ecosistémicos, así como de las ganancias económicas que se obtienen a partir de ellos.
“Lo que nosotros pensamos es que deben de desarrollarse estrategias ganar-ganar para recuperar la resiliencia de estos ecosistemas, es decir, que podamos recuperarlos a sus estados más o menos iniciales”, apuntó el investigador.
Entre estas estrategias, se requiere reestructurar las leyes del agua para implementar un buen manejo de las aguas residuales; generar plantas de tratamiento en los desarrollos urbanos y en las zonas hoteleras masivas; evitar la contaminación de los campos agrícolas y de los desarrollos mineros; generar un desarrollo sustentable de la zona costera; evitar la sobrepesca de peces herbívoros y de otras especies; y, sobre todo, eliminar por completo el uso de redes que provocan un daño extremo en las poblaciones de peces.
“Los arrecifes están en un estado en el que es indispensable que hagamos una intervención a partir de ingeniería ecológica, es decir, de restauración de ecosistemas. Tenemos que ser extremadamente creativos pero es posible recuperarlos, porque son ecosistemas de los cuales dependen millones de personas y donde se alberga la mayor diversidad marina”, finalizó.