Mérida, Yucatán. 9 de octubre de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- El mal de Chagas es una enfermedad crónica que empieza después de una infección que pasa por una breve fase aguda, con fiebre y un ligero malestar. Después de varios años de periodo asintomático (de 10 a 15 años) se desarrollan problemas cardiacos. Cuarenta por cierto de los pacientes padece arritmias que al principio parecen benignas pero son de severidad creciente, hasta causar un fallo cardiaco que provoca la muerte en pacientes entre los 25 y 30 años de edad, de acuerdo con los estudios realizados por el Laboratorio de Parasitología del Centro de Investigaciones Regionales «Dr. Hideyo Noguchi» de la Universidad Autónoma de Yucatán (CIR-Uady).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que de 16 a 18 millones de personas en América Latina están infectadas y 100 millones se encuentran en riesgo de infección. En México, la enfermedad de Chagas es endémica en varias regiones, incluyendo la península de Yucatán, donde se han reportado tasas de seroprevalencia de 11 a 18 por ciento en la población general y 5.6 por ciento en donantes de sangre, según el Instituto Nacional de Salud Pública.
En los laboratorios del CIR-Uady, colonias de Mérida y comunidades rurales de Yucatán, Eric Dumonteil, Etienne Waleckx, Miguel Rosado Vallado, Vladimir Cruz Chan y María Jesús Ramírez estudian las distintas variables de la enfermedad causada por el protozoario parásito Trypanosoma cruzi y sus vectores.
Comportamiento del parásito
Trypanosoma cruzi es un organismo unicelular, un protozoario flagelado que puede cambiar de estructura dependiendo del hospedero y el punto del ciclo de vida.
En el tracto digestivo del insecto vector toma la forma de metacilio. El contagio ocurre cuando los vectores se alimentan de sangre de personas o animales y liberan el metacilio a través de sus heces.
En la circulación sanguínea el parásito toma la forma de epimastigote sanguíneo, otro flagelado que se mueve entre los eritrocitos de la sangre y que produce lesiones en la piel. Una vez que llega a las células toma la forma amastigote, una estructura redonda que pierde el flagelo y es más pequeña, siendo esta la forma en que se reproduce dentro de las células musculares, principalmente en el corazón, el sistema esquelético, músculos lisos, intestinos y esófago, donde se mantendrá oculto durante años hasta iniciar el periodo de daños en el hospedero.
«Aún se desconoce bastante, ya que se esconde en las células del cuerpo y dificulta la reacción defensiva del sistema inmune, pero sabemos que el cuerpo activa un tipo de células llamadas células citotóxicas, las cuales matan las células infectadas por el parásito. Esta respuesta inmune es difícil de reproducir en una vacuna ya que es complicado identificar los anticuerpos de los parásitos que se esconden en las células», explicó Dumonteil.
Ese parásito fue descrito por primera vez en 1909 por el investigador brasileño Carlos Chagas, y desde 1940 se sabe que circula en México. A pesar de eso se han tenido pocos avances para controlar la enfermedad. Actualmente se conocen siete linajes diferentes de parásitos, pero se sabe poco acerca de su distribución geográfica en Latinoamérica.
Triatominos
El parásito es transmitido por insectos hematófagos de la familia de los triatominos, conocidos como «chinches besuconas» en muchas partes de México y como «pic» en Yucatán. Las variedades de estos insectos están presentes en casi todo el territorio que esté debajo de los dos mil metros de altura, lo que equivale a decir que la mayoría de la población mexicana está en peligro de contacto.
En Yucatán se presenta una sola especie de vector, la Triatoma dimidiata, junto con variedades de esta. En otras áreas de México hay más de una especie, lo que incrementa el riesgo de contagio para las personas.
Los investigadores señalan que el aspecto socioeconómico de la población es un factor importante, ya que la infraestructura de las poblaciones rurales es de calidad baja y los insectos pueden esconderse fácilmente en techos de paja o en las grietas de las paredes de adobe.
«En años recientes, se ha estudiado una urbanización de la enfermedad de Chagas, haciendo que encontremos casos en Mérida, especialmente en parques y patios de casas. Lo mismo sucede en otros espacios urbanos de México y este es uno de los principales problemas que tenemos que enfrentar», comentó Eric Dumonteil.
¿Cuáles son los hábitos alimenticios del insecto? Es una de las preguntas científicas que se estudian en el Laboratorio de Parasitología del CIR-Uady, donde Etienne Waleckx se ha dedicado a colectar vectores en el campo con el fin de entender más sobre la ecología del vector.
Con técnicas moleculares se analizó el contenido intestinal de un total aproximado de 500 insectos vectores capturados en domicilios, en peridomicilio y áreas selváticas para saber de qué y de cuántos animales se alimentaron. «Es importante conocer los hábitos alimenticios porque te permite adaptar estrategias de control más adecuadas al insecto de acuerdo con sus costumbres», comentó Waleckx.
La hamaca protectora
En un proyecto comunitario realizado en localidades rurales de Yucatán, se identificó que Triatoma dimidiata se comporta como invasor más que como colonizador, pues no se establece en viviendas. Hasta donde se sabe, vive en el monte y vuela hacia las casas, se alimenta y se retira hacia otro lugar; mientras que en otras zonas de México y Guatemala el insecto sí establece colonias de varios individuos.
«Pensamos que como aquí el hábito de dormir en las casas rurales es en hamaca, puede ser que esta represente una barrera física que evita que los triatominos se puedan alimentar de manera eficiente para poder establecer colonias», comentó Waleckx.
Cuando los insectos nacen no tienen alas, son pequeños y necesitan comer sangre para pasar al segundo estadio y completar su ciclo de vida, por lo que si la hembra libera sus huevos dentro de un domicilio, para ellos es difícil subir la pared y bajar por el brazo de la hamaca, lo que hace que la colonia no sea viable.
Esta hipótesis se ha corroborado en una caja experimental donde colocan a un ratón en una hamaca miniatura y a otro ratón en una cama miniatura. Durante toda la noche se graba el comportamiento de los insectos (que se encuentran en su quinto estadio de desarrollo) para saber cuántas veces acceden al ratón en la hamaca y cuantas al ratón en la cama, con lo que se descubrió una diferencia importante.
«Los insectos accedían significativamente mucho más al ratón en cama que al ratón en hamaca; aunque es un nivel experimental, nos sirvió para demostrar que el hábito de dormir en hamaca contribuye con el hecho de que no haya colonización en las casas de Yucatán», señaló Waleckx.
Control y prevención
Eric Dumonteil señaló que la mayoría de los pacientes afectados son de recursos limitados, por lo que el mercado financiero para la compra de vacunas o medicamentos se reduce y eso hace que desde hace mucho tiempo no haya interés en la industria farmacéutica. Aunado al poco interés de las políticas públicas en materia de salud, la investigación encuentra dificultades que poco a poco se han ido superando.
Los investigadores trabajan en el desarrollo de una vacuna tanto para animales domésticos que son reservorios en el hogar como para humanos. Han evaluado de diez a quince antígenos diferentes del parásito, donde se identificó que el TCA1 y TC24, proteínas de su superficie, pueden indicar una respuesta inmune adecuada para eliminar el parásito.
«La vacuna que estamos desarrollando está basada en ellos y ahora se busca producir en masa este antígeno lo más puro que sea posible; tenemos resultados muy alentadores, desde hace algunos años los datos indican la funcionabilidad de la vacuna en modelos animales y ya se puede producir a nivel semiindustrial de calidad y bioseguridad apropiados; la segunda etapa consiste en probarla en humanos, que será en un futuro próximo», comentó el investigador.
Mientras tanto, también se desarrollan estrategias para obtener datos epidemiológicos confiables para conocer la magnitud del problema, diagnósticos más sencillos, rápidos y confiables, así como investigación relacionada con la transmisión congénita del parásito entre madre y feto, y métodos más efectivos de tratamiento para estos pacientes.
«La estrategia convencional de insecticidas no está siendo efectiva; estamos promoviendo otras estrategias, como el uso de mosquiteros en puertas y ventanas, tenemos resultados muy interesantes ya que se ha logrado sensibilizar a algunas poblaciones acerca de los riesgos de estos vectores. Los datos sugieren que la estrategia funciona no solo contra los triatominos, sino también para otras enfermedades como dengue y chikungunya», comentó el investigador.
Un consorcio de instituciones públicas y privadas conformado por la Uady, el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México (Birmex), Sabin Vaccine Institute, Baylor University y la Fundación Carlos Slim para la Salud ha trabajado en conjunto con el fin de reunir recursos económicos y humanos para el desarrollo de estos proyectos.