La organización «Medicamentos para Enfermedades Olvidadas» (DNDi por sus siglas en inglés) recibió el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cooperación al Desarrollo, precisamente por “desarrollar y distribuir junto a sus colaboradores tratamientos nuevos y accesibles para enfermedades ligadas a la pobreza, incluidas chagas, la enfermedad del sueño, la malaria o la leishmaniasis, que afectan a las poblaciones más vulnerables del mundo”.
El director de la DNDi, Bernard Pécoul, ha manifestado que se siente feliz “por la institución, pero también por los enfermos olvidados, que son los que están en el centro de la iniciativa.
Medicamentos para Enfermedades Olvidadas es una organización sin ánimo de lucro que nació en 2003 por la iniciativa conjunta de siete instituciones públicas y privadas, incluyendo Médicos sin Fronteras, Instituto Pasteur (Francia) y la OMS.
Según Pécoul, la iniciativa es la demostración de que se puede poner la mejor ciencia al servicio de las poblaciones más olvidadas.»No sólo cubre el vacío en cuanto a investigación, sino que promueve la producción de fármacos y asegura su distribución. Controlar y eliminar esas enfermedades es un componente vital en la estrategia para aliviar la pobreza, y ése es precisamente el objetivo de la organización».
Se estima que más de mil millones de personas –una de cada seis en el mundo–padece alguna de las 17 enfermedades tropicales consideradas olvidadas por la OMS, y de ellas 500 millones son niños. Estas enfermedades causan medio millón de muertes al año. Si a estos datos se añaden las de otras patologías ligadas a la pobreza como la malaria, la población afectada llega a los 3.000 millones de personas.
Nuevos fármacos
Algunos de sus nuevos fármacos se han aplicado en más de 30 países de África, Asia y Latinoamérica, y por poner un ejemplo, se han distribuido más de 150 millones de dosis de sus tratamientos contra la malaria”. Dadas las condiciones de los destinatarios, el tratamiento ideal debe tener las propiedades de ser administrado oralmente, ser seguro, eficaz, de bajo costo y corta duración. “El diagnóstico debe ser sencillo y el hecho de que sea oral y de corta duración es para evitar que tengan que desplazarse horas o incluso días para recibir un tratamiento hospitalario», señala la fundación.
De sus éxitos, Pécoul destaca el tratamiento para la enfermedad del sueño: “Fue un gran cambio. Yo he trabajado más de 20 años con MSF y era difícil entrar en un hospital sabiendo que al usar medicinas derivadas del arsénico, un 5% de los pacientes iban a morir por la toxicidad del tratamiento. Pero no teníamos otra solución porque la enfermedad del sueño mataba al 100%”.
Pécoul ha señalado un cambio en la dirección de la investigación: “Antes procedía del norte y se dirigía a ayudar al sur. En nuestro modelo hay ese tipo de colaboración, pero también la interacción entre países del sur que se ayudan mutuamente y en el futuro podemos llegar a un nuevo enfoque en el que, por ejemplo, la solución para el problema de chagas que tienen en España llegue desde Brasil o Argentina”.
30 proyectos
Actualmente, el DNDi está promoviendo investigación para tratar otras dos enfermedades: la filariasis y el VIH pediátrico. Tiene en marcha un total de 30 proyectos en diferentes etapas del proceso y 11 de ellos son candidatos a generar nuevos fármacos.
“Estamos trabajando en un tratamiento oral de una semana para la enfermedad del sueño, pero parece que puede ser eficaz también para leishmaniasis y chagas. Si hay éxito, podríamos tener un tratamiento único para tres enfermedades ligadas a la pobreza con un precio mucho más bajo que los que tenemos ahora mismo”, ha comentado.
La financiación de DNDi procede a partes iguales de la iniciativa pública (gobiernos e instituciones) y de la privada (fundaciones, ONG y otras entidades). “La situación actual de Europa es preocupante. Por eso intentamos diversificar, para que cuando un gobierno no pueda ayudarnos, podamos seguir con otras fuentes de apoyo y, así, mantener nuestra actividad”.