La operación para extraer la vesícula es uno de los procedimientos quirúrgicos que más se realiza en todo el mundo. Sin embargo, en ocasiones llega a ocurrir que durante la cirugía las vías biliares –las cuales conducen la bilis del hígado hasta el intestino delgado– pueden ser afectadas a tal grado que es necesaria otra operación para reparar los conductos.
“En México se realizan al año cerca de 500 mil colecistectomías, de éstas, en alrededor de mil se llegan a dañar las vías biliares. Estas lesiones que ocurren en personas que sufren cálculos vesiculares afecta sensiblemente su calidad de vida”, dijo el doctor Miguel Ángel Mercado Díaz, del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán” (INNSZ), quien se ha dedicado a mejorar la técnica para restaurar estos conductos.
El trabajo que lleva a cabo en el INNSZ como cirujano pero también como investigador ha permitido al especialista realizar varios estudios para encontrar cuál es la mejor técnica de reparación, además de guías para disminuir la frecuencia de problemas postoperatorios. “También analizamos los resultados de la reparación a largo plazo fundamentalmente en la calidad de vida, y hemos encontrado que un porcentaje pequeño queda con secuelas importantes”.
La forma de reparar la vía biliar sin importar la técnica siempre será antinatural, puesto que se trata de crear una nueva unión entre la vía biliar y el intestino, entre un epitelio y una mucosa, la cual produce una cicatriz intermedia que a su vez ocasiona que un porcentaje pequeño de los casos se ocluyan a largo plazo entre 3 o 4 años.
Hasta ahora, la técnica que el miembro de la Academia Mexicana de Ciencias ha corroborado tiene más ventajas es la descrita hace ya varios años pero con unas variantes, se trata de la evolución de la técnica Hepp-Covinaud unida al yeyuno. En este procedimiento el intestino delgado es seccionado haciendo que quede una especie de “Y”, lo que hace que el yeyuno tenga una especie de asa sin ninguna función -conocida como la Y de Roux-, solo drenando la bilis e impidiendo el ascenso de contenido intestinal.
Con el paso del tiempo, el investigador ha ido enriqueciendo la técnica con algunas variantes como realizar la cirugía de reparación intrahepática y abrir más el conducto con los materiales de sutura muy bien seleccionados, pues también han observado que en la técnica y en las características de las suturas está la clave de una buena reparación.
Entre los cirujanos hay algunos que para garantizar la viabilidad de una nueva unión utilizan férulas, (pequeños tubos de plástico que se colocan para unir el intestino y la vía biliar), sin embargo el grupo de investigación del doctor Mercado Díaz ya ha concluido que estas férulas no son indispensables para el proceso de restauración.
“Las férulas son un dispositivo plástico que está por dentro de la unión, si bien permite que gran parte de la bilis sea conducida por el tubo sin fugas ni escapes, cuando la herida cicatriza y se retira la férula el conducto se cierra, por ello preferimos hacer desde el inicio una unión amplia y adecuada que no dependa de la férula pues ésta también puede desencadenar una reacción inflamatoria muy seria. Nuestro grupo ha demostrado que no son indispensables y nosotros somos muy selectivos para colocarlas”, aclaró.
Dado que la lesión de la vía biliar es una complicación en cirugía biliar y hepática, posterior a una colecistectomía, a los pacientes se les concentra para vigilar la recuperación tras la cirugía Miguel Ángel Mercado Díaz hizo hincapié en que en una colecistectomía lo que menos desea el cirujano es dañar al paciente, y que los daños a las vías biliares ocurren por un sinfín de factores. “A veces por variantes anatómicas, en otros casos por variantes en los equipos, y otras pocas por un exceso de confianza del cirujano, pero es un accidente que ocurre con mucha frecuencia. Lo que hay que pensar antes es si el paciente requiere de verdad una colecistectomía”.
En nuestro país, entre 10 y 12 por ciento de las personas mayores de 40 años presentan cálculos vesiculares, los cuales pueden producir pancreatitis, fístulas o perforaciones y en esos casos se practica la colecistectomía, además de aquellos en que se producen cólicos vesiculares.
(AMC)