México requiere de un gran acuerdo nacional para decidir por donde nos vamos y que nos toca hacer a cada uno, asentó el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, José Narro Robles, y ante la posibilidad de que esto ocurra apuntó que “me da mucho gusto que aparentemente así pueda suceder”, porque “si esto sucede, y estoy convenido de ello, a todos nos va a ir bien”.

A la misma vez se pronunció porque los universitarios formen parte de este gran pacto, porque aún cuando desde las universidades puedan partir observaciones criticas, también se hacen propuestas de solución.

Narro Robles llegó a Veracruz para participar en el Coloquio Veracruzano de Otoño, desarrollado por la Universidad Veracruzana, en la mesa de rectores con el tema “El Futuro de las Universidades”.

Aquí dijo que se debe realizar una mayor defensa de la universidad pública, para lo cual se tienen que dar más argumentos para cambiar el modelo de desarrollo. Y esto, puntualizó, no es cuestión de ideologización, porque está más ideologizada la defensa del modelo neoliberal, que la defensa de la universidad.

Hay un llamado hacia los grupos de poder a compartir, porque con las actuales condiciones sociales y de polarización ¿a quien se le ocurre que en medio de todo esto no va a pasar nada? no es cuestión ideológica, es de responsabilidades, remarcó.

La falta de atención hacia las juventudes, incluyendo los procesos educativos, es el alto numero de jóvenes que ni estudian ni trabajan: “No puede ser que frente a lo que es evidente”, la existencia al menos hasta el 2010, de 7.8 millones de jóvenes en esta condición, nada se haga.

“Soy de los convencidos de que una sociedad que no destina recursos, voluntad, disposición, convicción para generar una política pública a favor de la juventud esta cometiendo un grave error… Y nosotros lo hemos cometido”.

Los cambios –refirió- se necesitan porque se tiene a 5.4 millones de mexicanos que no saben leer ni escribir, los cuales son hijos de los analfabetos de ayer y nietos de los analfabetos de antier y descendientes de lo 6.8 millones de mexicanos que a principios del siglo XXI no sabían leer ni escribir.

Esto se tiene que solucionar, expresó, y no tomar actitudes como la que proponen algunas personas de alto nivel que plantean que “lo que hay que hacer es esperar a que se mueran los que no saben leer ni escribir”: Hay 550 mil jóvenes de 15-19 años que no saben leer ni escribir, de acuerdo con datos de la Subsecretaría de Educación de la SEP.

Y uno de los grandes secretos de los países que han despegado en su desarrollo es la educación.

En México, apunto, la cobertura de la educación superior alcanza el 35 por ciento de la demanda, lo cual representa un incremento, pero también es un porcentaje que se encuentra 3 puntos por abajo del promedio de América Latina, y muy por debajo de los países con altas tasas de escolaridad, como Finlandia, Corea del Sur, Grecia, que están con más del 90% de cobertura, o incluso algunos de Latinoamérica como Argentina, Chile y Uruguay, que están por arriba del 50%, pero también están los casos de países que tenían un menor desarrollo escolar, como Brasil, que en el 2000, estaba 4 puntos por abajo México, ahora esta 2 o 3 puntos arriba.

“Debe cambar este modelo de desarrollo que no privilegia lo social, que no atiende de fondo los problemas torales y que debería basar parte de su modelo en el conocimiento, en la investigación, sin olvidar las humanidades, las ciencias sociales y las artísticas”, resaltó.

En este sentido también se pronunció porque la universidad publica en México, y en Latinoamérica, tenga una presencia más importante en los asuntos nacionales, precisamente por la capacidad de generación de propuestas para los problemas que se tienen. Aunque mencionó que esta mayor participación tiene que empezar exigiendo “con todo comedimiento” respeto a nuestras formas de ser, “ya que nos ha dado por ser autónomos , pero tenemos que hacer valer eso”.

Las universidades en Latinoamérica, dijo previamente, tienen una responsabilidad social, la cual han cumplido en muchas dimensiones, lo que incluye el ser voz critica de la actualidad de los países donde están asentadas, además de que proporcionan el diagnóstico de la situación también presentan propuestas de solución.

Esto, dijo, le conviene a todos: “No conviene que estemos sometidos a una línea, que además puede cambiar; nos conviene mas que tengamos una estacionalidad, porque además es indispensable que podamos definir nuestra forma de organizarnos”.

La universidad pública, prosiguió, las universidades juegan un papel central para el desarrollo del país, para la consecución de objetivos superiores para el conjunto nacional.

Mencionó que el grueso de los alumnos de la UNAM son primera generación que llega a la universidad; un porcentaje muy alto procede de familias que tienen menos de 4 salarios mínimos, lo cual implica ajustarse a ese ingreso, lo que en educación superior lo mete a uno en problemas.

También se pronunció porque se modifiquen las estructuras educacionales en México,  porque en las universidades “tenemos que contender con una formación educacional previa que debe cambiar porque tiene muchas deficiencias”, además de que se carece de compaginación entre cada uno de los niveles educativos.

De cada 100 niños que entran a la primaria, solo 13 reciben un titulo universitario; “es una perdida de capital humano que no podemos aceptar”, remarcó.

Pero además, la exclusión de la población indígena del país es más fuerte, tanto que tan solo 1 de cada 100 llega a la educación superior: “Hay un factor de diferencia entre nacer en una familia indígena y nacer en un medio urbano citadino donde están resueltas las necesidades fundamentales.

Las universidades publicas además tienen el problema de que cada año deben asegurar el mínimo necesario para su funcionamiento para el siguiente año y los ciclos formativos y de trabajo no son de un año, tanto para atender a los estudiantes, como para el trabajo de investigación que se realiza.

Por eso se hace necesario que se cumpla plenamente que se entregue el 1% del PIB nacional a la educación, la ciencia y el desarrollo tecnológico, que es una postura que ya fue asumida por el próximo presidente de México, Enrique Peña Nieto. Es darle a las universidades una décima de punto más del PIB en cada año, para que en 6 años se cumpla lo que el legislativo puso hace 8 años, lo cual tal vez hubiera sido mejor que no se plasmara, porque había una tendencia para arriba hasta antes de esto.

Si la educación, la ciencia y el desarrollo tecnológico no se impulsan adecuadamente, difícilmente México podrá salir de la situación actual, vaticinó

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