México se ha convertido en uno de los principales países consumidores de agua embotellada a nivel mundial, este aumento se debe a la baja confianza que tiene la población sobre el agua que se distribuye de manera formal, explica la doctora Ana Cecilia Espinosa García, integrante del Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad (LANCIS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En el libro El agua en México: cauces y encauces, publicado en 2010 por la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) y la Comisión Nacional del Agua, se señala que el país cuenta con grandes retos en relación con la calidad y el abastecimiento debido al déficit en el suministro, así como en el tratamiento de aguas residuales. En este volumen, Espinosa menciona, junto con las doctoras Marisa Mazari Hiriart y Yolanda López Vidal, ambas integrantes de la Academia Mexicana de Ciencias, que se debe generar de manera periódica información detallada y avalada acerca de la calidad de este líquido en el país, de esta manera con el tiempo estas acciones nos llevarán a confiar incluso en el consumo del agua directamente del grifo.
“La gente confía más en un agua embotellada que en el agua que recibimos directamente a las casas, sin embargo, poco conocemos acerca de la calidad de la primera. Nuestra confianza está depositada en una marca, entonces si es un producto de una marca grande, de buena presencia e imagen, confiamos en su calidad sin preguntarnos o consultar si cumple de forma adecuada con las normas que debe cumplir”, indica la especialista.
La NOM-201-SSA1-2002 es el instrumento oficial que contiene las especificaciones sanitarias del agua embotellada en México, no obstante, aún no se ha encontrado información que se refiera a la calidad, por lo cual la investigadora sugiere llevar a cabo estudios constantes en el manejo de empresas, así como mostrar los resultados de manera abierta a los consumidores.
La calidad también depende de su manejo
En comunidades o zonas donde escasea el agua para consumo humano, el agua embotellada llega a ser la opción más factible, aunque no necesariamente la más económica. En lugares donde no se tiene acceso regular, es común el almacenamiento en piletas, sin embargo, apunta la doctora Espinosa García, es posible que el agua llegue en óptimas condiciones, pero al tenerla almacenada, su calidad se va deteriorando. “Las características cambian al tenerla almacenada, si está tapado o no el contenedor, cómo es usada, cómo se maneja y con qué frecuencia se lava esta pileta”.
Existen sistemas de purificación alternos como plantas o filtros domésticos, los cuales también deben ser revisados regularmente con la finalidad de darles mantenimiento continuo, de lo contrario su uso perjudicaría más al usuario y lejos de ser una solución, alteraría no sólo la economía de quien lo usa, sino también a su salud.
El problema de las botellas plásticas
México se ha colocado en los primeros lugares de consumo de PET, llegando a impactar de manera importante el gasto familiar al aumentar el consumo de agua embotellada. “El costo es 200 veces mayor a lo que consumimos de agua distribuida por una red formal. La gente está gastando mucho en agua embotellada y no existe una asimilación de que es más barato consumirla por una red y en ocasiones, se niega a pagarla, pero sí compra agua muy cara para beber”, menciona.
Existen marcas extranjeras que producen agua embotellada y distribuyen sus productos por avión, dice la doctora Ana Cecilia Espinosa, lo cual genera contaminación por el combustible que se utiliza para el transporte aéreo y terrestre; entonces en realidad el uso responsable y ecológico de la energía y el del agua es aparente; lo mismo sucede con el proceso de reciclaje de las botellas PET, su transporte y reciclaje genera costos energéticos y ambientales muy altos.
Es indispensable no sólo pensar en el ahorro en el gasto familiar al evitar el consumo de agua embotellada, sino todo lo que implica ambientalmente este consumo poco responsable, asegura Espinosa García