A 27 años de que iniciara el proyecto genoma humano, hoy se sabe que las enfermedades crónicas complejas como el cáncer, la diabetes y la obesidad, por ejemplo, están determinadas por múltiples causas como el estilo de vida, la alimentación, pero también los genes juegan un papel importante en el desarrollo y la evolución de tales patologías.
En el caso de la obesidad, existe un componente genético que altera mecanismos biológicos que regulan el peso corporal; algunos estudios internacionales han identificado variaciones del genoma que participan en el sobrepeso y la obesidad, problema de salud pública a nivel mundial debido al número de personas que viven con estas condiciones y las enfermedades asociadas: problemas cardiovasculares, diferentes tipos de cáncer, depresión, diabetes, etcétera.
En México, un grupo de investigadores del Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen) estudia interacciones entre genes y su influencia en el índice de masa corporal que contribuyan a explicar las tasas del sobrepeso y la obesidad de los mexicanos.
En particular, los genes que han sido seleccionados por el grupo de investigación son FTO y ABCA1. El primero de ellos se asoció con obesidad por primera vez en 2007 en múltiples poblaciones, mientras que el segundo se le ha relacionado a niveles bajos de colesterol HDL, obesidad y diabetes tipo II, pero además este último es un gen exclusivo del continente americano.
Sandra Romero Hidalgo, investigadora del Instituto Nacional de Medicina Genómica que participa en el proyecto, indicó que FTO es el gen más importante que se ha reportado para obesidad. Sin embargo, en México el efecto de FTO parece ser menor que el que se reporta en otras poblaciones como la población europea.
“FTO es el gen más importante que se ha reportado para obesidad. Al tener nosotros (México) una de las tasas epidemiológicas más altas de sobrepeso y obesidad, no se ve muy pronunciado, y eso nos genera duda. Asumimos que FTO viene con el componente europeo porque es muy frecuente en esa población (50 por ciento), y muy poco frecuente (seis por ciento) en población nativa americana”, reveló Sandra Romero.
Respecto a ABCA1, la investigadora del Inmegen señaló que estudios posteriores han demostrado que las personas portadoras de la variante tienen un efecto mayor en los niveles de colesterol cuando hay un mayor consumo de carbohidratos.
“Baja los niveles de colesterol bueno, lo que representa un riesgo cardiovascular. Se identificó la interacción específicamente entre la variante y el consumo de carbohidratos en un grupo de mujeres premenopáusicas”, explicó.
Con estas observaciones, el equipo de investigadores decidió explorar si existe una interacción entre FTO y ABCA1 para afectar el índice de masa corporal y la circunferencia de la cintura en población mexicana. Para esta investigación, se estudiaron más de cuatro mil muestras de ADN (tres mil 938 muestras de adultos mestizos mexicanos y 636 pertenecientes a niños en edad escolar).
“Nuestra hipótesis era que estas dos variantes genéticas pudieran estar interactuando entre ellas, una de origen europeo y otra de origen nativo americano, así como otras combinaciones de variantes genéticas como resultado del mestizaje, que generan tasas de prevalencia diferentes entre la población mexicana, en comparación con otras poblaciones. Observamos que hay una interacción entre estos dos genes para modular el índice de masa corporal, que cuando se quitan los portadores de ABCA1 se observa el efecto que se reporta en otras poblaciones”, dijo.
Resultados
Los resultados del estudio, publicado recientemente en la revista especializada BMC Medical Genetics, revelan la presencia del gen FTO solo en pacientes con obesidad mórbida, mientras que ABCA1 interactúa con el índice de masa corporal para la distribución de la grasa.
“El efecto de FTO se ve si se compara con personas de peso normal y aquellas con obesidad mórbida. Cuando se seleccionan individuos con características extremas de obesidad sí se observa un efecto de FTO en población mexicana, pero con el índice de masa corporal, medida que nos ayuda a medir el contenido de grasa en el cuerpo, no tiene un efecto tan importante”, dice.
Se trata del primer trabajo reportado a nivel internacional que muestra evidencia de la interacción entre los genes FTO y ABCA1 y su efecto en el índice de masa corporal que modula de alguna forma la distribución de la grasa en el cuerpo.
Del laboratorio a la práctica clínica
La doctora Romero Hidalgo declaró que el resultado de estas y próximas investigaciones permitirá conocer mecanismos de interacción biológicos exclusivos de los mexicanos. Por otra parte, esta información podrá incorporarse a la práctica clínica en un mediano plazo, para identificar individuos en riesgo a desarrollar obesidad, e incluso dar recomendaciones de dieta.
“Es mucho lo que hay alrededor de la obesidad, pero no tenemos exactamente la respuesta de qué está ocasionando altas tasas de prevalencia en México en comparación con otras poblaciones. Estamos en ese camino de tratar de entender qué pasa en nuestra población”, concluyó Sandra Romero Hidalgo.