Las antenas del observatorio radioastronómico Very Large Array (VLA) en Nuevo México (EE UU) han permitido analizar la actividad meteorológica que se oculta bajo las espesas nubes de Júpiter.
Las diferencias de frecuencia registradas en las ondas de radio muestran que en este gigante gaseoso existen zonas calientes y ‘secas’ donde no hay nubes ni gases condensables, pero sí nubes de amoniaco muy opacas.
Las áreas en las que se concentra el amoniaco se extienden hasta la base, donde se forman las nubes de Júpiter. Estas columnas de gas se condensan a mayores altitudes, lo que podría explicar las nubes de amoniaco congeladas que detectó la sonda Galileo en la década de 1990.
Este estudio internacional, que publica esta semana la revista Science y se ha liderado desde la Universidad de California en Berkeley (EE UU), ofrece una ‘radiovisión’ general del planeta en lugar de centrarse en ciertas latitudes como hasta ahora. Sus datos ofrecen nueva información sobre las atmósferas de los gigantes gaseosos y para la misión Juno, que llegará a Júpiter en julio de 2016.
Las imágenes muestran el entorno de la Gran Mancha Roja de Júpiter visto (arriba) con el radiotelescopio VLA (donde las distintas longitudes de ondas de radio revelan los remolinos de amoniaco) y con el telescopio Hubble (abajo) que ofrece los colores reales.