Cada año millones de mariposas monarca (Danaus plexippus) tiñen de naranja el cielo de EE UU. Antes de que llegue el invierno cruzan más de 5.000 kilómetros para llegar hasta México y huir así del frío.

La migración ha comenzado hace algunas semanas desde el norte de EEUU y sur de Canadá por el Este y centro de Norteamérica hasta alcanzar México, donde pasarán el invierno. En la primavera siguiente, estos individuos invernantes volverán a volar hacia el norte, depositando huevos sobre las plantas que sirven de alimento a sus orugas para morir poco después. Serán los descendientes de sucesivas generaciones de mariposas los que alcanzarán el límite norte de su distribución a finales del verano y los que iniciarán de nuevo el camino de retorno hacia el sur al aproximarse los primeros fríos otoñales.

Las norteamericanas no son, sin embargo, las únicas mariposas monarcas del planeta. Existen poblaciones documentadas en América central y del sur, el Caribe, los archipiélagos del Pacífico hasta Australia, norte de África y sur de la península ibérica. La gran diferencia con sus parientes norteamericanos es que en estas localizaciones, la mariposa monarca no migra. 

Ahora, un equipo de diez científicos de EE UU, China, Finlandia, Australia y España, entre los que se encuentra Juan Fernández Haeger, profesor de la Universidad de Córdoba, ha conseguido explicar esas diferencias de comportamiento recurriendo a su base genética. En un amplio estudio publicado esta semana en la revista Nature, los investigadores presentan el resultado de secuenciar el genoma de un centenar de mariposas, con lo que han logrado probar el origen evolutivo de la especie y de su dispersión por el planeta.

La conclusión principal es que la mariposa monarca era, en contra de lo que se creía, ancestralmente migratoria y que logró su dispersión desde Norteamérica. Entre las principales diferencias halladas, el estudio prueba que las poblaciones de Norteamérica presentan variaciones genéticas relacionadas con una mayor eficacia en la función muscular del vuelo que las de poblaciones no migratorias.

Mariposas de diferentes tonalidades

El estudio de Nature profundiza además en las diferentes coloraciones de la mariposa según su localización y constatan que aunque las mariposas monarca tienen una combinación muy llamativa de colores naranja y negro para advertir a sus predadores de su toxicidad, existen algunos casos en los que el color naranja desaparece para tornarse blanquecino, algo que ha sido relacionado con el gen de la miosina.

Por último, en su artículo los investigadores muestran su preocupación por el dramático descenso que ha sufrido la abundancia de las mariposas invernantes en México durante la última estación, lo que puede atribuirse a múltiples factores como la desaparición de las plantas donde depositar sus huevos en Norteamérica por el empleo masivo de herbicidas en extensas áreas de cultivos intensivos, la sequía y el empleo de insecticidas.

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