El 30 de mayo de 1935 el británico Percy Shaw obtuvo una patente para un invento que entonces se antojaba algo excéntrico, “los ojos de gato” (cateyes, como se les denomina en inglés), o reflectores de piso para las carreteras.
Percy Shaw nació en Monte Lee, Halifax, Inglaterra el 15 de abril de 1890; él era el cuarto hijo de Esther Hannah, la segunda esposa de su padre Jimmy Shaw, con la que tuvo 7 hijos, pero antes había tenido otros 7 con su primera esposa Jane, quien falleció.
Nunca destacó en lo escolar, pero por disciplina y para tener mejores condiciones laborales, tomó un curso en una escuela nocturna comercial, terminado el cual obtuvo un empleo como tenedor de libros, el cual le era por completo insatisfactorio, además de que observó que las probabilidades de promoción ahí eran bajas. Así comenzó a trabajar en diferentes actividades antes de cumplir los 20 años, que incluían soldadura, calderas y la construcción de máquinas herramientas.
En 1912 la fábrica de pinturas en las que trabajaba Jimmy Shaw, el padre de Percy, con lo cual quedó desempleado. Ante esto Percy ayudó a equipar un taller al lado de la casa paterna, en un espacio que ya había utilizado para realizar diversos trabajos; padre e hijo tomaban cualquier reparación o fabricación de herramientas que les pedían, con lo cual nunca los desplazaron.
Lo versátil de sus trabajos hizo que durante la I Guerra Mundial una fábrica de Boothtown, donde se habían instalado desde 1892, que fabricaba alfombras fue contratada para fabricar polainas de color caqui; transformar la factoría requirió de cables especiales para los telares, para cuya fabricación Percy consiguió el subcontrato.
Percy Shaw, según versiones que el mismo difundió, concibió la idea de los reflectores para marcar las carreteras en la oscuridad, una noche de 1933 mientras viajaba hacia Halifax y en el camino vio algo que se reflejaba, lo que identificó como un gato cuando estuvo lo suficientemente cerca.
Percy Shaw tenía entonces un contrato para asfaltar caminos y conocía los peligros de manejar de noche por carreteras que no estaba iluminadas; después de una jornada de trabajo se iba a la vieja taberna de Dolphin, situada en Queensbury, a pocas millas de su casa. Así una noche manejando por la sinuosa carretera entre Queenbury y Halifax vio un reflejo sobre la oscura carretera, que era los ojos de un gato; esa visión le plantó la idea de cómo colocar señales o faros que indicasen el camino reflejando la luz de los autos en la noche.
Su experiencia reparando motocicletas y conociendo los faros reflejantes de las mismas, fue sustancial para hacer su primer diseño.
El prototipo que diseñó lo presentó el 3 de abril de 1934, mediante tres solicitudes de patente, una para cada una de las partes del invento, al tiempo que también creó la empresa Reflecting Roadstuds Limited, para fabricarlos, la cual colocó al lado de su casa.
El prototipo eran 4 perlas de vidrio colocadas en dos pares, uno en cada lado del artilugio, incrustadas en una moldura de caucho flexible, montado en una base de hierro fundido. El hierro fundido permitía fijar el dispositivo en el piso, mientras que la moldura de caucho permitía que este se deprimiese al ser pisado por un automóvil; esta misma moldura tenía una ligera depresión en la que se almacenaba un poco de agua de lluvia, que a la vez servía para limpiar las perlas de vidrio al deprimirse el caucho, de la misma forma que los lagrimales limpian los ojos.
Inicialmente fue muy difícil convencer al gobierno de su país para que le comprase los reflectores, pero los accidentes nocturnos poco a poco marcaron la necesidad de que el trazo de las carreteras estuviera bien definido de noche.
Para inducir la necesidad de instalar los cateyes en 1936 Shaw colocó 50 de estos en un tramo peligroso a las afueras de Bradford; a partir de ahí el número de accidentes se redujo sustancialmente, según el testimonio que las mismas autoridades dieron.
En 1937 el ministro de Transporte dispuso que se colocasen señalamientos a lo largo de 5 millas en el camino a Oxfordshire; había otros que ya habían diseñado artefactos con las mismas intenciones, pero el de Shaw fue el escogido; aún así las órdenes de compra fueron muy pocas
Cuando llegó la II Guerra Mundial todos los recursos del Reino Unido se destinaron a la misma, pero además esto trajo u nuevo inconveniente, pues en 1941 los japoneses tomaron Malasia, con lo que el suministro de caucho se desplomó; la producción bajó de 40,000 a la semana a 12,000.
Fue hasta después de que esta concluyó, en 1945, que su invento fue aceptado comercialmente, con lo cual también se volvió famoso.
En la Cámara de los Comunes el tramo de carretera con reflejantes fue descrito como “la más brillante invención jamás producida en interés de la seguridad vial”.
En 1949 la entonces princesa Isabel visitó Halifax y observó el despliegue de los reflectores en la carretera, por lo que pidió reunirse con el inventor.
Así en los próximos años Inglaterra le compró millones de sus cateyes.
Después se le adjudicó la cantidad de un cuarto de penique por cada reflector instalado en la carretera, con lo que acumuló una inmensa fortuna.
Por su inventó en 1965 fue nombrado Miembro de la Orden del Imperio Británico y se le declaró Caballero, con lo que también obtuvo la denominación de Sir.
Murió el 1 de septiembre de 1976 a los 86 años.