Desde hace años los expertos analizan la relación entre pesticidas químicos y efectos adversos en el embarazo y descendencia. Ahora, un estudio realizado por científicos de la Universidad de California en Davis (EE UU) revela que las mujeres embarazadas que viven cerca de campos y granjas donde se aplican estos compuestos experimentan dos tercios más de riesgo (un 66%) de tener un hijo con trastorno del espectro autista o con retraso en el desarrollo.
El trabajo, realizado en zonas de cultivo de California y publicado en Environmental Health Perspectives, revela que las asociaciones fueron más fuertes cuando las exposiciones se produjeron durante el segundo y tercer trimestres del embarazo.
La investigación examinó las relaciones entre clases específicas de plaguicidas, incluyendo los organofosforados, piretroides y carbamatos, aplicadas durante los embarazos de las 1.000 participantes en el estudio y los posteriores diagnósticos de autismo y retraso en el desarrollo en su descendencia (niños entre 2 y 5 años).
‘»Este estudio valida los resultados de otro anterior que obtuvo una asociación entre tener un hijo con autismo y la exposición prenatal a sustancias químicas agrícolas en California'», explica Janie Shelton F., estudiante de posgrado de la UC Davis y primera autora del artículo.
‘»Aunque todavía tenemos que investigar si ciertos subgrupos de mujeres son más vulnerables a la exposición a estos compuestos que a otros, el mensaje es muy claro: las embarazadas deben tener especial cuidado para evitar el contacto con productos químicos agrícolas siempre que sea posible'», añade.
Para los científicos, si bien los plaguicidas son fundamentales para la industria de la agricultura moderna, ciertos pesticidas de uso común son neurotóxicos y pueden ser una amenaza para el desarrollo del cerebro durante la gestación, lo que podría provocar un retraso en el desarrollo o autismo.
Mapa de los pesticidas
Los autores encontraron que durante el período de estudio, aproximadamente un tercio de las participantes vivían en las proximidades –de 1,25 a 1,75 kilómetros– de los lugares de aplicación de pesticidas comerciales. Según los investigadores, algunas asociaciones fueron mayores entre las madres que vivían más cerca de los lugares de aplicación y fueron disminuyendo conforme se alejaban de las zonas de aplicación.
Fueron identificados veintiún compuestos químicos en la clase de los organofosfatos, incluyendo clorpirifos, acefato y diazinón. Los organofosforados aplicados en el transcurso del embarazo se asociaron con un riesgo elevado de trastornos del espectro autista, particularmente para aplicaciones de clorpirifos en el segundo trimestre.
Los piretroides fueron moderadamente asociados con el trastorno del espectro autista inmediatamente antes de la concepción y durante el tercer trimestre. Los carbamatos aplicados durante el embarazo se asocian con retraso del desarrollo.
La exposición a los insecticidas para los que viven cerca de las zonas agrícolas puede ser problemática, especialmente durante la gestación, debido a que el cerebro del feto en desarrollo puede ser más vulnerable de lo que es en los adultos.
Para los expertos, debido a que estos pesticidas son neurotóxicos, exposiciones intrauterinas durante el desarrollo temprano pueden distorsionar los procesos de desarrollo estructural y la señalización neuronal, produciendo alteraciones en los mecanismos de excitación e inhibición que regulan el estado de ánimo, el aprendizaje, las interacciones sociales y la conducta.
‘»En ese período gestacional de desarrollo temprano, el cerebro está desarrollando las sinapsis –los espacios entre las neuronas–, donde los impulsos eléctricos se convierten en neurotransmisores químicos que saltan de una neurona a otra para transmitir mensajes. Su formación es muy importante y puede que estos plaguicidas afecten a la neurotransmisión'», sostiene Irva Hertz-Picciotto, investigadora principal de la institución norteamericana.
Alimentación vs exposición
La investigación ha hecho hincapié también en la importancia de la nutrición de la madre durante el embarazo, en particular el uso de vitaminas prenatales para reducir el riesgo de tener un niño con autismo.
Si bien es imposible eliminar por completo los riesgos debidos a la exposición ambiental, Hertz-Picciotto mantiene que la búsqueda de formas que reduzcan la exposición a los pesticidas químicos, en particular para los más pequeños, es importante. ‘»Si se tratara de mi familia, yo no querría vivir cerca de donde se aplican estos pesticidas'», concluye.
Referencia bibliográfica:
Janie F. Shelton, Estella M. Geraghty, Daniel J. Tancredi, Lora D. Delwiche, Rebecca J. Schmidt, Beate Ritz, Robin L. Hansen, Irva Hertz-Picciotto. “Neurodevelopmental Disorders and Prenatal Residential Proximity to Agricultural Pesticides: The CHARGE Study”. Environ Health Perspect; DOI:10.1289/ehp.1307044