Al agua residual con alta carga orgánica, como la desechada en rastros, se le puede retirar hasta 96 por ciento de sus contaminantes gracias a una tecnología desarrollada por científicos mexicanos, la cual también impulsa la generación de energía renovable mediante el biogás que se produce durante el proceso.
“El proyecto surgió hace 14 años con el objetivo de revertir el fuerte problema de contaminación que causan este tipo de aguas al disponerse de forma inadecuada, con lo que se podrá disminuir el daño a ríos y lagos, los olores, la proliferación de fauna nociva y el mal aspecto visual que dan los residuos desechados a cielo abierto”, refiere el doctor Adrián Rodríguez García, adscrito al Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico en Electroquímica (Cideteq), ubicado en Querétaro.
Agrega que la tecnología propuesta ha demostrado ser eficiente, robusta, sostenible y fácil de transferir. De hecho, se han instalado tres plantas en rastros del país; una de ellas se ubica en Querétaro; otra, en Ciudad Valles, San Luis Potosí y la tercera en Nuevo Vallarta, Nayarit.
Para reducir la emisión de contaminantes con la planta de tratamiento, explica, primero realizamos un estudio del funcionamiento del rastro. Luego, se instala la planta en la salida del agua utilizada en los sacrificios y lavado de corrales, la cual al ingresar es sometida a un proceso de digestión anaerobia, es decir, se utilizan microorganismos específicos que descomponen y reducen la materia orgánica contenida en ausencia de oxígeno.
“Con este procedimiento se obtiene agua que puede usarse en riego de áreas verdes, depositarse sin riesgo en ríos o lagos o para descarga en drenajes, ya que pierde hasta el 96 por ciento de los contaminantes. Asimismo, obtenemos un residuo sólido sin microorganismos con propiedades fertilizantes y como ganancia la producción de biogás”, resalta el investigador.
Esto último ocurre porque durante el tratamiento la materia orgánica va pasando por diferentes etapas y, en cada una de ellas, un grupo de bacterias específico cumple una misión. En la última fase las que actúan son las llamadas metanogénicas y esas son las que generan el biogás, que contiene de un 60 a 70 por ciento de metano, sustancia que sirve como combustible. Al obtenerlo de esta manera, se convierte en una fuente de energía renovable.
Mediante la instalación de una planta de tratamiento de agua, los rastros podrán tener ahorros en materia prima, insumos y energía (térmica y eléctrica), incremento en la productividad mediante la optimización de procesos, minimización y aprovechamiento de residuos, así como la generación de una fuente alterna de energía mediante el biogás producido.
Cabe destacar que Rodríguez García y su equipo científico también construyeron un prototipo móvil de la planta en acero inoxidable que les permite hacer presentaciones de la tecnología a quien lo solicite, pues está listo para conectarse a la salida del agua de rastro y tiene una capacidad para tratar mil 500 litros de líquido al día.
“Contamos con dos patentes registradas ante el Instituto Mexicano de Propiedad Intelectual, una de ellas es por el tipo de reactor que utilizamos y la otra cubre todo el proceso de tratamiento del agua. Adicionalmente, tenemos una carpeta tecnológica que incluye especificaciones, técnicas y análisis comparativo de las unidades de producción, así como los resultados obtenidos del tratamiento de aguas residuales y el manual de operación del prototipo”, apunta.
Rodríguez García destaca que con el fin de lograr la instalación de este tipo de sistemas en más lugares, están trabajando con la Secretaría de Desarrollo Sustentable (Sedesu) y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).
La finalidad es vincularse con los gobiernos municipales y el federal para darles a conocer la tecnología y sus beneficios. Debido al avance de esta labor, el investigador estima que a finales de año comiencen a trabajar en las primeras aplicaciones tecnológicas.