México no puede dejar de producir recursos humanos calificados, profesionales con posgrado, porque rezagaría al país, pero tampoco debe abandonar las políticas públicas para incorporar a los jóvenes con maestrías y doctorados a los sectores público y privado, consideró Héctor Hernández Bringas, coordinador de Planeación, Presupuestación y Evaluación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Señaló que es imperativo seguir generando egresados con doctorado aunque de manera paralela se enfrenta el reto de qué hacer con ellos. Tan sólo la UNAM gradúa 750 doctores por año, uno de cada cuatro que obtienen dicho grado académico en el país.
Indicó que este reto es para la UNAM y para todo el sistema educativo nacional, el tratar de aprovechar este gran recurso humano de alta calidad, ya que es una gran inversión la que se hace pues cada alumno universitario tiene un costo para esta casa de estudios -y para el país- de 60 mil pesos anuales, cantidad que se tiene que multiplicar por los tres años que consta la preparatoria y los cuatro años de licenciatura, sin contar con la inversión que los años del posgrado requieren.
Por tal motivo, Hernández Bringas reconoció la importancia de incorporarlos a la planta académica o a la de investigación instalada en el país, en el sector público o privado; aunque admitió que este desafío tiene que verse a la luz también de las jubilaciones.
Jubilación y nuevo posgrado
Sobre el tema de la jubilación, aseguró que en la medida en que las universidades e instituciones de educación superior e investigación no encuentren una salida o una solución al retiro digno de los académicos, sin duda el país seguirá teniendo un cuello de botella: “La UNAM ha avanzado y ha dado un paso importante y lo sigue dando en ese sentido, estamos cerca de llegar a los 600 académicos retirados”.
Lo anterior, dijo el doctor en ciencias sociales, tiene una contraparte positiva, porque a la par se cuenta con el programa de incorporación de jóvenes académicos con doctorado. “Si logramos mantenernos en la meta de ir retirando 200 académicos por año, estaremos en condiciones de incorporar a igual número de recién egresados por año también”.
Indicó que la UNAM con estas iniciativas está haciendo su aportación, pero advirtió que no es suficiente pues se requiere que esta acción se implemente en todo el país.
“La experiencia de la UNAM bien podría ser considerada por otras instituciones de educación superior e investigación, el programa de retiro voluntario tiene un costo económico, pero con una planeación inteligente, a la larga, en cuatro o cinco años, se vuelve autofinanciable por una simple razón: un académico de 70 a 75 años de edad representa el triple de gasto que uno joven recién incorporado, debido a las primas de antigüedad”.