El 8 de agosto de 2011, un equipo de ocho médicos turcos, de la Universidad de Akdeniz, en Antalya, Turquía, lograron trasplantar el útero de una mujer fallecida en un accidente de tráfico, a una joven receptora, Derya Sert, quien 20 días después de la operación empezó a tener menstruaciones normales y demostró así que el útero era funcional.
Derya Sert, de 22 años, nació sin útero por culpa del síndrome de Rokitansky –que afecta a 1 de cada 5.000 nacidas–.
Aunque los médicos turcos anunciaron el trasplante en agosto de 2011, la comunidad científica desconfió hasta la publicación de los resultados en Fertility and Sterility –revista de referencia en este campo– en febrero de 2013, un año y medio después del trasplante.
El 12 de abril del 2013 se anunció que Derya Sert estaba embarazada, después de dos semanas de que se había hecho el implante de uno de sus óvulos, extraído y congelado antes del trasplante, por fertilización in vitro, con lo cual se convirtió también en la primera mujer en conseguir un embarazo con un útero trasplantado.
Con esto se convertía también en la primera mujer en tener un embarazo con un útero trasplantado.
La intención era que el niño naciera por cesárea, y tras su nacimiento se le quitará el útero a Derya para evitar futuras complicaciones o rechazos. Sin embargo el embarazo fue suspendido el 13 de mayo, a las 8 semanas de gestación, cuando se comprobó que el corazón del embrión ya no latía, según anuncio hecho por el equipo del Hospital Universitario Akdeniz.
La mayor dificultad de este embarazo residió en la medicación que debía tomar para evitar el rechazo del órgano –como en cualquier trasplante– y que podría afectar al feto.
En el mundo, una de cada 5,000 mujeres nace sin útero y otras miles más lo pierden o es es afectado, tanto por cáncer como por otras enfermedades, lo que las incapacita para el embarazo.
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