Puede que no identifiquemos océanos con magnetismo, pero ellos también forman una pequeña parte del escudo magnético protector de nuestro planeta. Los satélites Swarm de la ESA no solo han podido medir este campo extremadamente débil, sino que también han realizado nuevos descubrimientos sobre la naturaleza eléctrica del interior de la Tierra.
El campo magnético nos protege de la radiación cósmica y las partículas cargadas que bombardean la Tierra desde el Sol. Sin él, la atmósfera no existiría tal y como la conocemos, lo que haría que la vida fuera virtualmente imposible.
Los científicos necesitan saber más sobre este campo protector para entender muchos procesos naturales, desde los que se producen en lo profundo del planeta hasta la meteorología espacial provocada por la actividad solar. Además, esta información nos permitirá comprender mejor por qué se está debilitando el campo magnético de la Tierra.
Aunque sabemos que el campo magnético se origina en diversas partes del planeta y que cada fuente genera magnetismo de distinta intensidad, aún no sabemos exactamente cómo se genera y por qué varía.
Este es el motivo por el que la ESA lanzó en 2013 su trío de satélites Swarm.
Si bien la misión ya está arrojando nueva luz sobre cómo cambia el campo magnético, su último resultado se centra en la fuente de magnetismo más huidiza: las mareas oceánicas.
Cuando el agua salada de los océanos atraviesa el campo magnético, se genera una corriente eléctrica que, a su vez, induce una respuesta magnética en la región profunda bajo la corteza terrestre: el manto. Como esta respuesta constituye una parte ínfima del campo magnético, su medición desde el espacio siempre había sido un reto.
El año pasado, científicos de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETHZ) mostraron que si fuera posible medirla desde el espacio —algo que no se había hecho hasta el momento— ofrecería información sobre el interior de la Tierra. Pero esto no era más que una teoría… Hasta hoy.
Gracias a las mediciones precisas de Swarm, sumadas a las de Champ, misión que terminó en 2010 después de medir los campos gravitacional y magnético de la Tierra durante más de 10 años, los científicos no solo han sido capaces de encontrar el campo magnético generado por las mareas oceánicas, también han podido usar estos nuevos datos para dar cuenta de la naturaleza eléctrica del manto superior de la Tierra, 250 km por debajo del fondo del océano.
Alexander Grayver, de la ETHZ, lo explica así: “Los satélites Swarm y Champ nos han permitido distinguir entre la sólida ‘litosfera’ oceánica y la ‘astenosfera’ más flexible que se encuentra debajo”.
La litosfera es la parte exterior, más rígida, de la Tierra, formada por la corteza y el manto superior, mientras que la astenosfera, situada debajo, es más caliente y más plástica.
“Efectivamente, el ‘sondeo geoeléctrico desde el espacio’ constituye una primicia para la exploración espacial”.
“Estos nuevos resultados son importantes para comprender la tectónica de placas, teoría que sostiene que la litosfera terrestre se compone de placas rígidas que se deslizan sobre la astenosfera caliente y más fluida, que funciona a modo de lubricante permitiendo su movimiento”.
Roger Haagmans, científico de la misión Swarm de la ESA, reconoce: “Resulta sorprendente que al equipo le hayan bastado dos años de mediciones de los satélites para determinar el efecto magnético de las mareas oceánicas y para ver cómo la conductividad cambia en la litosfera y el manto superior”.
“Su trabajo nos muestra que a unos 350 km bajo la superficie terrestre, el grado al que la materia conduce la electricidad está vinculado a su composición”.
“Además, su análisis muestra una dependencia clara de las condiciones tectónicas del lecho oceánico. Estos nuevos resultados también indican que, en el futuro, podríamos obtener una vista 3D completa de la conductividad bajo el océano”.
Rune Floberghagen, responsable de la misión Swarm de la ESA, añade: “Hay muy pocas formas de estudiar la estructura profunda de nuestro planeta, pero Swarm está contribuyendo enormemente a entender su interior, lo que nos ayudará a comprender mejor el funcionamiento de la Tierra en su conjunto”.
El artículo de investigación al respecto fue publicado en Science Advances el 30 de septiembre.