Amaranta Gómez Regalado aprobó por unanimidad y con calificación de 10 su trabajo recepcional para obtener el grado de Licenciada en Antropología Social por la Universidad Veracruzana (UV), tras lo cual expresó satisfecha: “Soy la primera muxe que obtiene un título profesional, que vive como mujer y es reconocida legalmente como tal por la Universidad”.
En la población zapoteca del istmo de Tehuantepec, Juchitán, Oaxaca, México, se les llama muxes (‘mushes’) a las personas nacidas con sexo masculino que asumen roles femeninos en cualquiera de los ámbitos social, sexual y/o personal. Las personas muxe corresponden a parte del espectro de la diversidad sexual y de género de la cultura occidental. Encontrando sus equivalentes en términos como: travestis, mujeres transgénero y mujeres transexuales. (Wikipedia) |
El tema de investigación que Amaranta defendió fue “Guendaranaxhii: la comunidad muxe del istmo de Tehuantepec y las relaciones erótico afectivas”, el cual fue escuchado con atención por académicas de la Facultad de Antropología, quienes revisaron, evaluaron y deliberaron acerca de la idoneidad del trabajo.
Familiares y amigos de la profesionista fueron partícipes del acto protocolario en el que Estela Casados González, secretaria del jurado, leyó el dictamen de aprobación por unanimidad, y Martha Patricia Ponce, en calidad de presidenta, le tomó protesta: “¡Protesta usted que en el ejercicio de su profesión procederá siempre de acuerdo con la ley, velando por el prestigio de su Universidad que está segura de su preparación y honradez!”.
“¡Sí, protesto!”, afirmó Amaranta. “¡Si no actúa así, que la Universidad y la sociedad se lo reclamen!”, continuó Ponce.
Durante la ceremonia efectuada en el Salón Azul de la Unidad de Humanidades, la universitaria dijo que el hecho de que dentro de la UV se lea un acta donde diga que Amaranta Gómez es una licenciada, “para mí es muy importante, algo que me reivindica en muchos sentidos, en la pelea por el reconocimiento de la identidad”.
Destacó que el trabajo de investigación realizado como parte de su tesis no termina aún, toda vez que piensa indagar e investigar otros aspectos desde otras esferas, como lo puede ser un posgrado.
En este contexto, consideró que en México deben ampliarse las oportunidades de desarrollo para las personas transgénero, en donde no solamente el trabajo sexual o el estilismo sean los únicos destinos posibles, sino también la opción de estudiar una carrera y ser profesionista.
Con futuros planes para retomar el activismo, labor que desempeña desde los 18 años de edad, Amaranta comentó que aunque en un principio pensó en estudiar la carrera de Psicología, finalmente eligió la Antropología ya que siempre estuvo rodeada de muchas personas afines. De este círculo se sentía atraída por los temas de discusión, la forma de reflexionar y capacidad de analizar, pensar y cuestionarse.
Por ello, en 2011 arribó a la ciudad de Xalapa, dispuesta a iniciar sus estudios profesionales y hacer a un lado su labor como integrante de varias redes de activismo, lo cual implicaba también viajar constantemente a países de Europa y América Latina.
“Los muxes en Juchitán, Oaxaca, no somos bien aceptados”
Uno de los retos de Amaranta –al iniciar la investigación hace dos años– fue enfrentarse a la comunidad y cultura de donde ella proviene. Y es que en la población zapoteca del istmo de Tehuantepec, Juchitán, Oaxaca, se les llama muxes a las personas nacidas con sexo masculino que asumen roles femeninos en los ámbitos social, sexual y personal.
Esta condición los ubica en términos de: travestis, mujeres transgénero y transexuales. El término muxe viene de la palabra española “mujer”, derivación fonética que los zapotecas empezaron a usar en el siglo XVI.
“Hay cosas que duelen pero que a final de cuentas debemos enfrentarlas, de lo contrario no se crece”, dijo y comparó este hecho con su accidente en 2002, en el cual perdió la extremidad superior izquierda.
“A partir de este acontecimiento mi mentalidad cambió completamente, uno se reconfigura a partir de aprender a vestirse con una sola mano y hacer muchas actividades, tomar el taxi o el autobús y otra gran cantidad de cosas.”
Por ello, reiteró que situarse frente a esta realidad, para ella fue muy complicado. Sin embargo, reconoce que la antropología le ha permitido tener una mirada para apreciar lo que muchas veces la comunidad muxe ha pintado desde lo romántico, “desde lo que se dice pero que en el fondo subyace en muchas situaciones de las que poco se habla y es necesario abordar”.
Ataviada con un vestido estampado de origen zapoteco, explicó que el guendaranaxhii son palabras separadas: guenda, que significa don o virtud; y ranaxhii, que significa amar o querer a una persona o animal.
En este caso, quería conocer la forma en que la comunidad muxe ama o quiere. Por lo anterior, propuso una definición adecuada de este concepto: la cual construye los procesos por los que el pensamiento, el deseo, el cuerpo y los sentimientos de las y los zapotecas, convergen y pautan las relaciones en torno a la sexualidad, sexo, erotismo, amor y reproducción, mismos que determinan los roles de género y las esferas de división social.
Para su investigación realizó entrevistas, trabajo de campo, visitas, reuniones, diálogos con personajes clave, autoridades, padres, madres y hermanos de los sujetos de estudio.
“La forma en cómo ellos lo viven, cómo lo hablan, lo sufren y lo sienten en muchos sentidos.”
Los testimonios surgidos de esto dan cuenta del mundo del guendaranaxhii, que es parte de la comunidad muxhe más allá del folklor, y donde en muchos sentidos repiten roles de género establecidos, aprendidos del papá, mamá o abuela.
“El papel de la mujer zapoteca ha jugado un rol importante para determinar este tipo de pensamientos y formas en que se mira.”
Entre los comentarios vertidos durante las entrevistas, mencionó que muchas personas de la comunidad muxe deseaban vivir en pareja y para otras esto no era tan importante, siempre y cuando lo pudieran disfrutar desde la clandestinidad.
Narró que desde muy temprana edad hay una confrontación entre los padres de que haya un hijo muxe en la familia. En este caso, el padre termina por no reconocer que en su pasado tuvo una relación con una persona muxe.
“A final de cuentas hay una aceptación amplia de la comunidad muxe dentro de esa población, aunque los matrimonios y uniones de pareja no tengan legitimidad, esa parte está negada.
”Siempre he dicho que es mentira que en Juchitán los muxes somos bien aceptados porque nos discriminan, seas o no vestida”, es la visión de un profesor de primaria que le gusta su trabajo, pero desea operarse y cambiar de sexo.
Éstas y otras experiencias, así como historias de amores errantes, violentos, asesinatos, niñez, lazos de complicidad, sexualidad y mitos, son los temas profundizados por Amaranta en su trabajo de tesis constituido por cinco capítulos.
También abordó otros temas como: adopción en la vida muxe, se nace o se aprende el guendaranaxhii, nadie escapa a los mandatos de género, deserción escolar muxe (una educación patriarcal expulsa a la comunidad muxe si viste como mujer), conservación de las identidades de género, de la intimidad simbólica y física de guendaranaxhii -muxe.
Así también, el guendaranaxhii errante, referentes muxe, los mecanismos de control de la propia comunidad muxe a la hora de tener una pareja, entre el pensamiento católico y la tradición Festiva del Muxe, el amor propio y los sueños de Ti Muxe, el VIH y lo muxe, la muerte Ti Muxe y el guendaranaxhii tardío de los padres.
“Me mantengo como una activista pero creo que transitar por la antropología, por la Universidad y vida académica me posiciona en otro lugar.”
Ya no sólo es desde el activismo la preocupación de los temas y del análisis. Aporte de este trabajo a la antropología sería traducirlo a un lenguaje más coloquial y compartirlo con la comunidad muxe.
“Rebasa a una tesis de licenciatura”
“Este trabajo parece tesis doctoral, porque rebasa por mucho lo que es un trabajo de licenciatura y de aquí se desprenden muchas líneas de investigación”, destacó Elva Rivera Gómez, académica de la Facultad de Antropología y lectora del documento.
Al mismo tiempo, celebró que en la UV se efectúe un examen profesional con estas características, desde una nueva identidad que es parte de la lucha de un grupo de sujetos que la historia les negó su propia historia.
“Es un suceso que aporta otra reflexión y contribuye a reconstruir el campo de la antropología social e historia de la población muxe.”
Por su parte, Martha Patricia Ponce, directora de tesis, compartió que en el desarrollo del trabajo Amaranta tuvo que enfrentar a su cultura, a su comunidad y a ella misma, lo cual no fue tarea fácil.
“Por primera vez me toca dirigir la tesis de una amiga y no es una tarea fácil, pues por su capacidad de liderazgo ella no es fácil dejarse orientar. Me gustaría que hubiera muchos muxes como Amaranta. Sin temor a equivocarme, es la primera que tiene un título universitario”, subrayó.