El mundo árabe y América Latina son regiones del mundo que parecen alejadas una de la otra pero en realidad tienen muchas convergencias, aseguró Malik Tahar Chaouch, del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) de la Universidad Veracruzana (UV), al dar la bienvenida al “Congreso Internacional Protestas y Sublevaciones en el Mundo. Los grandes retos contemporáneos”.

         Planteó que la comparación entre ambas regiones del planeta “es muy fértil para pensar en nuestra actualidad y el mundo contemporáneo”, en ese sentido las ponencias de Yasimine Farouk y Yahia Zoubir versaron acerca de las sublevaciones ocurridas recientemente en Egipto y Argelia, parte de un fenómeno conocido como “la primavera árabe”.

Yasimine Farouk, académica e investigadora de la Universidad de El Cairo, Egipto, presentó la conferencia “El Medio Oriente y la primavera árabe: el caso de Egipto” donde detalló algunos aspectos que definen los movimientos sociales registrados en su país que llevaron al derrocamiento del régimen de Hosni Mubarak.

Precisó que la organización política denominada “Hermanos musulmanes” ha mantenido desde antes del derrocamiento una estrategia diplomática que los “hace ver al extranjero como islamistas democráticos, sunitas y moderados”, generando así un respeto en la comunidad internacional como al interior del país, particularmente entre las clases más pobres.

Sin embargo, la implantación de este modelo de relación conlleva a un desplazamiento de la diplomacia tradicional egipcia, que había apoyado determinadas causas y movimientos en el continente africano, por un nuevo modelo que trata de mantener la posición hegemónica dentro de la geopolítica del Medio Oriente

Es una situación compleja que por un lado aprueba y recibe el apoyo de Estados Unidos, y por la otra reconoce a la autoridad palestina en el conflicto con Israel.

         Farouk opinó que el término “primavera árabe” es impreciso y propuso llamar al suceso “revueltas árabes” ya que refleja mejor el carácter que ha tenido en cada uno de los países; es decir, sus causas son intrínsecas a la política imperante en cada una de las naciones, “no es un fenómeno que haya ocurrido por consenso”, afirmó.

         La política exterior implementada ha generado también vacíos en el poder, como es el caso de la Secretaría de Relaciones Exteriores que ha sido desplazada por un consejo de relaciones proveniente directamente de “Hermanos musulmanes”, quienes realizan los viajes al extranjero para ofrecer un discurso propio respecto al cambio de gobierno en Egipto, el cual se expone como un islamismo moderado, alejado de fundamentalismos.

         Ello es crucial para este nuevo régimen, subrayó, ya que el país enfrenta un serio déficit cercano a los 22 mil millones de dólares de endeudamiento, mientras que 60 por ciento de los alimentos son importados y 40 por ciento de la energía también.

Por otro lado, Yahia Zoubir, director de investigación en geopolítica y profesor de relaciones internacionales de Euromed Management, Francia, dictó la conferencia “El Magreb y la primavera árabe: el caso de Argelia”.

El académico puntualizó que el caso argelino puede considerarse particular en la región ya que “no hubo un levantamiento similar sino bastante complejo, porque es un país complejo y con una guerra de liberación que lo convierte en una de las naciones más jóvenes del Magreb”.

En Argelia existe un partido único, creado por los libertadores y que administra el país con un sistema semi-autoritario, “para decirlo en términos muy amigables, donde impera el nepotismo y la corrupción a ultranza; además, sufre una parálisis debido a la salud del presidente Abdelaziz Buteflika –que gobierna desde 1999–, quien labora algunos días a la semana e incluso al mes”.

Un ejemplo de cómo el régimen ha logrado prevalecer es el hecho de que en 2010 Argelia vivió 10 mil sublevaciones “las cuales no fueron reconocidas por el gobierno y en consecuencia por la comunidad internacional”, apuntó Zoubir.

Otro de los factores que hacen posible la permanencia del régimen es la capacidad que tiene para cooptar los movimientos sociales entregando dinero a sus impulsores, en ese sentido la misma economía argelina ha permitido que estos movimientos y las protestas no tengan eco en el grueso de la sociedad dado que no llegan a manifestarse cuando reciben dinero a cambio.

Un elemento más que ha demostrado la eficacia de esta política de Estado es la creación de un cuerpo policiaco “que no dispara una bala ni derrama una gota de sangre para contener a los manifestantes”, detalló el ponente; por el contrario, ocurre que si una manifestación en la capital tiene mil simpatizantes, es rodeada por 30 mil miembros de las fuerzas del orden que la contienen sin uso de violencia.

Finalmente, señaló que existe una “aparente democracia de partidos” ya que se han creado numerosos institutos políticos, no obstante se encuentran divididos, cuentan con pocos miembros en cada uno de ellos y cuando llegan a la asamblea general –la cámara de representantes– votan mayoritariamente a favor de las decisiones y propuestas del mandatario en turno.

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