Gracias a un nuevo sistema desarrollado por científicos británicos, buscar un buen lugar para hacer surf puede acabar siendo útil también para la investigación en la salud de las aguas costeras, y podría ayudar a confirmar las medidas de temperatura de la superficie marina obtenidas por los satélites.
El sistema, desarrollado por el Plymouth Marine Laboratory y financiado en parte por el ESA’s Earth Observation Support for Science Element, permite a los surferos medir la temperatura del mar cada vez que van a coger olas.
El sistema podría proporcionar 40 millones de medidas in situ al año solo en el Reino Unido, generando un tipo de información única acerca de las costas.
Además de ser una valiosa variable climática, la temperatura de la superficie del mar es un importante motor de la circulación oceánica.
Como explica Bob Brewin, director de la investigación y un experto surfero, «la temperatura del mar controla al densidad del agua, que controla las corrientes y por tanto transporta contaminantes».
«También afecta a la productividad biológica, que a su vez afecta el crecimiento de toda la fauna marina, de las bacterias a los peces».
Los satélites proporcionan de forma rutinaria medidas de la temperatura marina. De hecho, una de las tareas de la próxima misión europea Sentinel-3 será determinar la temperatura de la superficie marina con una precisión de 0,3ºC.
Sin embargo, se sabe que los datos de satélite relativos a puntos a solo un kilómetro de distancia de la costa son menos precisos que los del océano abierto. Para mejorar los datos de zonas costeras se necesita buenos datos de referencia.
El estudio, de un año de duración, ha tenido lugar en Devon, una región famosa por sus buenas condiciones para el surf. En él participaron surferos equipados con un GPS en su cintura y un sensor de temperatura en la correa que conecta su tobillo con la tabla de surf.
También los propios surferos se beneficiaron del estudio. Siguiendo su posición con el GPS pudieron tener información precisa sobre el número de olas que cogieron y durante cuánto tiempo, y la velocidad que alcanzaron.
En el trabajo participó también un colegio de la zona. Según Bob Brewin, «colaboramos con el Chatham and Clarendon Grammar School, donde los estudiantes recibieron charlas de ciencia ciudadana sobre temas de medio ambiente marino.
«Nos ayudaron imprimiendo parte del equipo en impresoras 3D. Los niños son hoy increíblemente buenos con las impresoras 3D y otras herramientas asistidas por ordenador».
Las medidas obtenidas por los surferos encajaban bien con las tomadas por una estación científica a 10 kilómetros de la costa. Además, mejoraron las lecturas obtenidas por los satélites polares medioambientales MetOp y NOAA.
El jefe de misión de Sentinel-3, de ESA, Craig Donlon, dijo: «La zona costera, donde el agua se encuentra con la arena y la roca- es muy dinámica y compleja en la estructura de temperaturas, y supone un verdadero reto para los instrumentos de satélite».
«La información sobre la temperatura marina obtenida por la comunidad de surferos complementa la que podemos obtener con fiabilidad mar adentro. Para los surferos el desafío está en calibrar bien sus instrumentos, de forma que podamos validar nuestros datos de satélite y alcanzar los estándares internacionales en nuestras medidas».
Surferos de todo el mundo recogerían muchos más datos. Los investigadores especulan además con que futuras versiones del sistema servirían para medir salinidad o contaminantes.
«También hemos probado sensores para medir salinidad», dice Brewin. «Nuestros próximos pasos serán expandir el proyecto con más sensores y más surferos».
Jamie Shutler, científica de la Universidad de Exeter que participó en el estudio, añadió que también podrían implicarse otro tipo de bañistas: «El enfoque puede aplicarse igualmente a deportistas de vela o Kayak».
(ESA)