La tuberculosis, una de las enfermedades infecciosas más mortales en la historia de la humanidad, surgió en África hace unos 70.000 años. Desde entonces la bacteria responsable (Mycobacterium tuberculosis) ha coevolucionado y se ha ido adaptando mejor al hombre, compartiendo su éxito en la expansión por todo el mundo, desde el Neolítico hasta la revolución industrial, apunta un estudio internacional publicado en la revista Nature Genetics[1].
Pero a pesar de todo ese tiempo que lleva la Mycobacterium tuberculosis actuando contra la humanidad, apenas en 1882, el 24 de marzo, el médico y bacteriólogo alemán Robert Koch la presenta ante el Comité Imperial de Sanidad, en Berlín, Alemania, en una reunión de la Sociedad de Fisiología de Berlín.
Ahí Robert Koch dijo: «Si la importancia de una enfermedad para la humanidad se mide por el número de muertes que provoca, la tuberculosis debe ser considerada como la más importante de las enfermedades infecciosas y más temida que la peste, el cólera y otros. Uno de cada siete de todos los seres humanos muere de tuberculosis. Si sólo se consideran los grupos de mediana edad productiva, la tuberculosis se lleva un tercio, y muchas veces más»[2].
Ahí demostró la naturaleza parasitaria de una de las mayores desgracias a la que tuvo que hacer frente la humanidad en la segunda mitad del siglo XIX; de ahí que el descubrimiento de Koch hiciera nacer la esperanza de encontrar remedio a esa situación.
Este descubrimiento demostró de modo irrefutable el carácter infeccioso del mal, a partir de bacilos de la tuberculosis pulmonar, intestinal, glandular y de las articulaciones. El Lupus vulgaris, que antes no se relacionaba con la enfermedad, quedó así identificado como su agente principal.
Robert Koch al hacer su presentación describió cómo había inventado un nuevo método de tinción y lo demostró durante la audiencia. Koch llevó todo su laboratorio a la sala de conferencias: microscopios, tubos de ensayo con cultivos, portaobjetos de vidrio con bacterias teñidas, colorantes reactivos, frascos de vidrio con las muestras de tejido, etc. Deseaba que la audiencia tomará sus conclusiones por sí misma.
Koch mostró disecciones de tejidos de los conejillos de indias que fueron infectados con material tuberculoso, de los pulmones de los monos infectados, de los cerebros y los pulmones de los seres humanos que habían muerto de tuberculosis transmitida por la sangre, de las masas de cursi en los pulmones de los pacientes con infección crónica y del abdomen y cavidades de ganado infectado con tuberculosis. En todos los casos, la enfermedad que se había desarrollado en los conejillos de indias infectados experimentalmente era la misma, y los cultivos de bacterias tomadas de los conejillos de indias infectados eran idénticos.
Un científico importante entre el público fue Paul Ehrlich (Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1908) que después confesó: «Yo reconozco que esa noche fue la experiencia más importante de mi vida científica».
Cuando Koch terminó su conferencia hubo un completo silencio. Sin preguntas, sin felicitaciones, ni aplausos. El público se quedó atónito. Poco a poco la gente se levantó y comenzó a buscar en los microscopios para ver las bacterias de la tuberculosis con sus propios ojos.
La noticia del descubrimiento de Koch se extendió rápidamente. Los resultados fueron publicados en una revista médica alemana el 10 de abril, en Inglaterra The Times los hizo públicos el 22 de abril, después de una rápida traducción, y en los EE.UU. el The New York Times realizó lo propio el 3 de mayo de 1882. Robert Koch ya era un científico famoso y con su descubrimiento se convirtió en «el padre de la bacteriología».
Tres semanas después, Koch publicó la Etiología de la Tuberculosis y dos años más tarde expuso los denominados postulados de Koch, que desde entonces han servido como base en el estudio de todas las enfermedades infecciosas.
Koch fue galardonado con el Nobel en Medicina en 1905 «por sus investigaciones y descubrimientos en relación con la tuberculosis» y al agente infeccioso se le adjudicó su nombre.
Un siglo después de que el Bacilo de Koch fue presentado, la Organización Mundial de la Salud y la Unión Internacional contra la Tuberculosis y las Enfermedades Respiratorias, celebraron por primera vez en el planeta el Día Internacional Contra la Tuberculosis.
[1] Iñaki Comas, Qian Gao, Douglas Young, Sebastien Gagneux et al.: “Out-of-Africa migration and Neolithic coexpansion of Mycobacterium tuberculosis with modern humans”. Maha Farhat et al: “Genomic analysis identifies targets of convergent positive selection in drug-resistant Mycobacterium tuberculosis”. Lijun Bi et al.: “Genome sequencing of 161 Mycobacterium tuberculosis isolates from China identifies genes and intergenic regions associated with drug resistance”. David Alland et al.: “Evolution of high-level ethambutol-resistant tuberculosis through interacting mutations in decaprenylphosphoryl-β-d-arabinose biosynthetic and utilization pathway genes”. Nature Genetics, 1 de septiembre de 2013.
[2] Nobel Prize, en http://www.nobelprize.org/educational/medicine/tuberculosis/readmore.html, consultada el 23 de marzo de 2014.
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