El Valle de México es una zona de riesgo con proyecciones de agotamiento de sus mantos acuíferos; el adverso panorama exige la participación directa de la sociedad junto con las autoridades en el uso racional del agua y en la aplicación de una escrita política de reordenamiento urbano, coincidieron en señalar los invitados a la mesa Disertaciones Temáticas, Agua ¿se va a acabar?
En la Casa Rafael Galván, centro de extensión educativa y cultural de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la doctora Fabiola Sosa Rodríguez, del Departamento de Economía de la Unidad Azcapotzalco, señaló que el abastecimiento del vital líquido depende en iguales proporciones del Sistema Lerma-Cutzamala y del agua subterránea, pero lamentablemente de los mantos acuíferos se extrae el doble de su capacidad de recarga; incluso “hay pozos de extracción que están en situación de veda, que por seguridad deberían suspender o minimizar la extracción”.
Sin embargo, la excesiva dependencia de abasto obliga a que se prosiga con la explotación e importación de fuentes externas, porque el objetivo central de la gestión es el abasto para una población creciente que necesita del recurso.
En la actividad convocada por la Coordinación General de Difusión mediante el Programa de Comunicación de la Ciencia, dijo que debe replantearse el modelo de urbanización en el Valle de México, considerando la capacidad de recarga del subsuelo, la disponibilidad y la posibilidad de abasto del vital líquido.
El problema requiere de soluciones como resultado de la participación conjunta de la población, las autoridades y el sector empresarial “para construir una visión integral que garantice que el agua se empleará de manera racional y en forma consciente”, porque hay zonas donde una persona utiliza más de mil litros al día y otras donde no se garantiza el consumo mínimo para la calidad de vida.
La profesora-investigadora lamentó la falta de interés y compromiso ciudadano en la materia, como la indiferencia en la aplicación de políticas públicas que contengan la excesiva concentración en una zona que pierde sus áreas verdes y capacidad de recarga de agua por la regularización de asentamientos irregulares.
El problema a futuro “no solo será de cantidad, también de calidad o de ambas”.
Los modelos sobre cambio climático dibujan diversos escenarios con proyecciones potenciales sobre el aumento de temperatura y sus repercusiones en las lluvias, ”por lo que al carecerse de certezas deberíamos estar preparados para una gama de opciones”.
Para 2100 en la Ciudad de México se pronostica que la temperatura podría aumentar en 2.8 grados y las precipitaciones podrían disminuir entre 10 y 50 por ciento.
El doctor Agustín Felipe Breña Puyol afirmó que si bien el ciclo hidrológico continuará, sí se agotará el líquido de los acuíferos. “Hay una gestión errónea respecto al agua, se carece de planeación hidrológica y de un ordenamiento territorial”.
El académico adscrito al Departamento de Ingeniería de Procesos e Hidráulica de la Unidad Iztapalapa indicó que las mismas adversidades que presenta el Valle de México “se repite para las más de 55 zonas metropolitanas del país, donde hay desabasto, mala calidad de agua e inundaciones por un sistema de drenaje ineficiente”.
La urbanización y la gestión errónea respecto al vital líquido hacen insustentable la región centro del país, “porque para 20 millones de habitantes se carece del agua suficiente”.
La doctora María Francisca Naranjo Pérez de León, del Centro de Investigación del Agua y Medio Ambiente Grandes Ciudades, precisó que la cuenca de México solo tiene capacidad para seis millones de habitantes y existe un gran déficit de abasto.
Respecto al cambio climático expuso que no se está en condiciones para aseverar ese hecho porque para determinar una tendencia se requieren registros por muchas décadas.
(UAM)