Tras casi nueve meses en el cargo de vicerrector de Investigación y Política Científica de la Universidad de Valladolid, José Ramón López López hace balance del trabajo realizado hasta el momento en una entrevista concedida a la Agencia DiCYT. Facilitar el día a día de los investigadores, optimizar la gestión de la investigación, impulsar la Oficina de Proyectos Europeos o la creación de un Doctorado Industrial que fomente la incorporación de doctores a las empresas son algunas de sus propuestas.
¿Qué balance puede hacer de los casi nueve meses de trabajo en el vicerrectorado de Investigación y Política Científica de la Universidad de Valladolid?
Fundamentalmente ha sido un tiempo de diagnóstico. Uno llega al Vicerrectorado desde su realidad de la Universidad, conoce muy bien su área de conocimiento, su Facultad, su Instituto, su pequeño mundo, pero la Universidad es muy compleja. Estos nueve meses han servido para conocer otras realidades. Además, este Vicerrectorado incluye muchas cosas, unas muy ligadas a la investigación y otras no tanto, y son muchos los flecos que uno tiene que orquestar.
¿Qué primeros pasos ha dado el Vicerrectorado en este tiempo?
Hemos dado algún paso, por ejemplo, se han ofertado más contratos pre-doctorales, se han cambiado un poco los criterios de asignación de estos contratos, hemos aprobado un pequeño programa de contratos posdoctorales… Se han iniciado cosas que todavía no tienen mucha visibilidad pero espero que a lo largo de este curso y durante el curso que viene san más visibles.
¿Piensan dar un vuelco a la política científica de la Universidad o van a mantener las bases sobre las que se venía trabajando?
No creo que seamos especialmente revolucionarios. Yo creo que los objetivos tienen que estar claros: potenciar la investigación, facilitar la actividad de los investigadores, facilitar que obtengan recursos… Y dar un vuelco a lo que se venía haciendo antes es difícil. Somos un Vicerrectorado muy dependiente de las condiciones del entorno en el que nos movemos, de la realidad económica del país, y hay que intentar adecuarse al mismo de la mejor forma posible. Sí que nos planteamos mejorar algunas cosas, vamos a intentar optimizar la coordinación de algunas estructuras de la Universidad. La gestión de la investigación está un poco dispersa en la Universidad, en la Fundación General, en el Parque Científico, y deberíamos mejorar el entorno en el que trabajan nuestros investigadores para conseguir recursos y acercarles al mundo empresarial.
Por citar algún ejemplo, ¿qué aspectos de la investigación en la Universidad cree que se podrían mejorar?
Queremos que los investigadores no tengan que perder el tiempo con la gestión u otras muchas cosas que lamentablemente tienen que hacer y ayudarles a conseguir financiación, especialmente en Europa. Necesitamos potenciar la Oficina de Proyectos Europeos, que se ha desarrollado mucho en el campo de la gestión y tenemos que potenciar un componente proactivo, que lleve de la mano a los investigadores en la búsqueda de socios, en cómo escribir los proyectos… También queremos acercar a los investigadores a las empresas, tenemos que facilitarles la relación con el mundo empresarial y mejorar la formación de nuestros doctores para que sean atractivos para las empresas. El paradigma del conocimiento en la Universidad es un doctor, es el máximo grado académico que otorgamos a un estudiante porque consideramos que está capacitado para generar conocimiento y debería ser la herramienta fundamental para que las empresas desarrollen sus oficinas de I+D. Poner en valor el doctor en el mundo empresarial es una tarea no solo de esta Universidad, si no de la Universidad española en general. Queremos poner en marcha una iniciativa que ha sido exitosa en Europa como es el Doctorado Industrial. Vamos a intentar desarrollarlo en el curso que viene y acercar la formación del doctor al mundo empresarial desde el principio.
En los últimos años se han construido diversos edificios para albergar grupos de investigación y empresas de base tecnológica con sede en la Universidad, como el LUCIA (Lanzadera Universitaria de Centros de Investigación Aplicada) o el CTTA (Centro de Transferencia de Tecnologías Aplicadas). ¿El Vicerrectorado quiere seguir incrementando la infraestructura científica?
El problema de las infraestructuras en este país es que muchas veces se consiguen sin una adecuada planificación y eso no es culpa de la Universidad, muchas veces hay que generar infraestructuras cuando la financiación está disponible. Y muchas veces las infraestructuras no vienen asociadas a las personas y es difícil optimizarlas. No es un mal de la Universidad de Valladolid, es un mal del país. La Universidad tiene infraestructuras que hay que optimizar, el edificio LUCIA es un buen ejemplo, y ya uno de los grupos más activos como es el Bioforge se va a mudar al edificio. Estamos trabajando en atraer a los investigadores que tengan ese perfil aplicado para que ocupen ese espacio. Un reto importante, más que llenar infraestructuras, es dotarlas de personal capaz de sacarle el máximo partido y esa es una limitación difícil de resolver, al final las capacidades de contratación dentro de la Universidad son las que son y muchas veces es más fácil conseguir un equipo que cuesta un montón de dinero que contratar a una persona altamente cualificada para utilizar ese equipo.
Una de las líneas en las que se ha venido trabajando años atrás es el fomento de la transferencia de conocimiento, por ejemplo con la creación de empresas de base tecnológica. ¿Qué planes tienen en este sentido?
El proyecto T-CUE (Transferencia de Conocimiento Universidad-Empresa) de la Junta de Castilla y León se ha renovado y tenemos financiación tanto para la Fundación General como para el Parque Científico para trabajar en ello. Hemos sido la universidad de Castilla y León que más financiación ha conseguido en la renovación de este programa, con cerca de 1’2 millones de euros, reconociéndose el trabajo hecho en años anteriores, y obviamente es una prioridad. Estamos elaborando actualmente el plan estratégico y tenemos un montón de actuaciones en este sentido. Esperamos que el programa siga siendo tan exitoso como ha venido siéndolo hasta el presente.
En cuanto a la divulgación de la Ciencia y la Tecnología, ¿va a ser un factor a potenciar por el Vicerrectorado de Investigación y Política Científica?
Es una cosa que está en nuestra agenda y creo que es importante trabajar en ello. Tenemos que poner la investigación científica en valor y la divulgación es una de las mejores maneras que tenemos para hacerlo. Creo que deberíamos hacer un esfuerzo para incrementar la visibilidad investigadora de la Universidad de Valladolid en la sociedad y tengo algunas ideas que todavía no están materializadas. Si uno compara los ránkings de universidades, la gran diferencia entre las universidades públicas norteamericanas y las españolas, ya que en términos de financiación pública no es muy grande, son los criterios de captación de los alumnos y la enorme cantidad de recursos que se obtienen por mecenazgo. La gente se involucra en patrocinar a las universidades y creo que es por la actividad de divulgación que realizan de cara a la sociedad. Es una asignatura pendiente en nuestro país, tenemos que hacer un esfuerzo por poner en valor lo que hacemos y hacérselo llegar a la sociedad, la sociedad entiende lo de los títulos y el trabajo que hacemos en formar a la gente pero muchas veces la actividad investigadora es una cosa oscura que no se conoce.
A nivel personal, ¿cuál sido su evolución hasta llegar al cargo de vicerrector?
Hice el doctorado en el Departamento de Bioquímica, Biología Molecular y Fisiología y luego realicé una estancia posdoctoral durante varios años en la Universidad de Maryland. Al volver se inició la andadura del IBGM (Instituto de Biología y Genética Molecular) con Benito Herreros y empecé en tareas de gestión como secretario del Instituto, luego fui director unos años y en marzo del pasado año contactaron conmigo para ser vicerrector.
¿Cómo valora la productividad científica de la Universidad de Valladolid? ¿Está a la altura en publicaciones, patentes, etc.?
Creo que la Universidad es heterogénea, hay grupos de investigación productivos y muy competitivos a nivel internacional, pero también hay un porcentaje importante de profesores que no hace investigación. Como en los indicadores está la totalidad, los globales no son todo lo buenos que deberían ser, en general. En los sitios donde se hace investigación, la investigación es de muy buena calidad y bastante competitiva a nivel internacional. Uno de nuestros retos es que no haya un profesor en la Universidad que no haga investigación. Esto es complicado, ya que la realidad de los diferentes departamentos es diversa y no todo el mundo tiene las mismas posibilidades ni los mismos recursos. Pero si todos los profesores dedicaran una parte de su tiempo a la investigación, la Universidad mejoraría notablemente.
Va a hacer cinco años que se implantó el Plan Bolonia en la Universidad, ¿cómo ha afectado este nuevo planteamiento a la actividad investigadora?
Mi visión personal es que el Plan Bolonia, en los estudios que más relación tienen con la investigación, como los de Master y Doctorado, ha sido positivo. Si uno lee la definición de doctor en el Real decreto 99/2011, el que actualmente está en vigor, es realmente ambiciosa. Aconsejaría a todos los profesores de doctorado que se lean lo que se espera de un doctor en este Real Decreto. Por ejemplo se establece un control de calidad mucho más exhaustivo. Estamos moviéndonos en un pequeño cambio de mentalidad, formar a un doctor no es una cosa de un director de tesis y un doctorando, es una cosa mucho más global y universal, es un proyecto de una comunidad de profesores y de alumnos que participan en un programa de doctorado y la formación debe ser mucho más transversal.
¿Qué opina del sistema 3+2, por el cual se implantarán grados de tres años de corte más generalista y dos de máster?
No creo que el 3+2 sea malo en sí mismo, pero no creo que sea el momento ni las maneras. Creo que la medida es fundamentalmente inoportuna. No es bueno implantarlo ahora en un contexto en el que realmente no hemos hecho un adecuado estudio del 4+1, no sabemos qué hemos hecho bien y qué hemos hecho mal. Además, si estuviéramos en un entorno normativo claro y las universidades supiéramos como competir entre nosotras, podría ser sensato pero no es la realidad de la universidad española en estos momentos.
(Cristina G. Pedraz/DICYT)