Sandra Isabel Jiménez Mateos *
Vicente Leñero Otero, fue un hombre de letras prolífico, que escribió novela, teatro, cuentos, guiones de cine y de otros tipos; también ejerció el periodismo desde las revistas de modas (Claudia, entre ellas) hasta la crítica política y social (en el Excelsior de Julio Scherer y en Proceso).
El prolífico Vicente Leñero nació en Guadalajara, Jalisco, el 9 de junio de 1933 y estudió ingeniería y periodismo.
Vicente Leñero primero se recibió de de periodista en la Escuela Carlos Septién García, en 1956, fecha desde la cual ejerció la escritura como una forma de ganarse la vida, y después obutvo el titulo de ingeniero en la Escuela Nacional de Ingeniería, de la UNAM. en 1959.
Sobre sus estudios de periodismo asentó que: “Comencé a estudiar periodismo porque pensé que ahí me enseñarían a escribir –me costaba un gran esfuerzo escribir, siempre me ha costado, no soy un escritor: aunque he escrito muchas cosas, la mitad debí no haberlas escrito–».
“Y sí, aprendí a escribir porque había clases de redacción y fui autodidacta, me esforcé por aprender los secretos del lenguaje escrito”, reveló Vicente Leñero a Christopher Domínguez Michael quien escribió el artículo Entrevista a Vicente Leñero. El realista en el mundo.
Su primer obra publicada apareció en 1961, La polvareda y otros cuentos; era una narrativa que retrataba temas de la ciudad y del campo. Dos años después apareció La voz adolorida, su primera novela, la cual muestra el realismo psicológico de sus primeros escritos; se trata del monólogo de un enfermo mental acerca de su vida, justo antes de ingresar al manicomio. Lo siguiente que publicó fue su primera gran obra, Los albañiles, en 1963, que le valió el Premio Biblioteca Breve, un reconocimiento literario importante. Esa era una trama, construida con una estructura compleja y llena de simbolismo, que narra la historia de las relaciones entre diferentes estratos sociales y económicos de la Ciudad de México. En Los Albañiles muestra los problemas y las satisfacciones, el amor, la amistad y el resentimiento entre albañiles, arquitectos e ingenieros.
Vicente Leñero, tanto como escritor como periodista, se ocupó en forma primordial de la crítica de las costumbres, del testimonio sobre la vida del periodismo en México, de los valores religiosos de sus personajes enmarcados en una problemática social y de la recreación de situaciones históricas.
Vicente Leñero logró su formación como escritor gracias a diversas becas: fue becado en España por el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid en 1956; fue también becario del Centro Mexicano de Escritores (1961-1962, 1963-1964) y de la Fundación Guggenheim (1967-1968).
Su obra, también fue ampliamente reconocida, comenzando en 1958, cuando obtuvo el primer y segundo lugar en el Concurso Nacional del Cuento Universitario.
En diversas entrevistas el narrador comentó que en algún momento renegó de los cuentos y pensó que ya no escribiría más. Entonces se lanzó a escribir novela. Su primera obra larga La voz adolorida, cuya versión definitiva intituló años más tarde A fuerza de palabras. En esta pieza Vicente Leñero encontró su propio estilo, dejando paso abierto a la voz de su personaje que narra, sueña y relata.
Entre sus obras de novela se encuentran: El Cordoncito (1997); Los Pasos de Jorge Ibargüengoitia (2009); Teatro completo II (2011); Vivir del teatro (2012) y Más gente así (2013). También está Estudio Q (1965), en donde elabora una historia en torno a un estudio de televisión en el que recrea la aventura de un actor que trata en vano de evadir su condición de personaje para existir fuera de los libretos que supuestamente han de otorgarle la vida.
El garabato (1967) una historia policíaca en la que se encuentra una novela dentro de la novela y en donde Leñero juega con la estructura narrativa al intercalar varias historias y combina el periodismo con la literatura.
En Redil de ovejas (1972), el autor -a través de distintos personajes- narra el fervor religioso de los años setenta, con una visión de género picaresco y el testimonial, y con lo mismo ilustra como se rompen noviazgos por cuestión de religiones opuestas entre sí.
En Los periodistas (1978), considerada una de sus grandes obras, narra desde su óptica los hechos ocurridos en 1976, cuando destituyen a la directiva del diario Excélsior y un grupo de periodistas se lanza a constituir un medio independiente y nuevo, la revista Proceso. Ahí refleja las muchas contradicciones del sistema político mexicano.
El evangelio de Lucas Gavilán (1979), otra de sus obras emblemáticas, es el marco desde el que adapta el Evangelio de San Lucas a la vida del México de los años setentas, en donde su personaje, Jesucristo Gómez es perseguido por los aparatos de represión hasta su aniquilamiento.
En Asesinato (1985), relata los hechos ocurridos la noche del 6 de octubre de 1978: los asesinatos del político nayarita Gilberto Flores Muñoz y de su esposa la escritora Asunción Izquierdo de Albiñana, muertos a machetazos en su domicilio.
“Algo que tienen sus textos es que no podemos saber si eso sucedió en verdad. Te leo y me trago todo lo que dices” comentó el escritor Juan Villoro en la presentación del último de los libros de cuentos de Vicente Leñero Más gente así, realizada en febrero de 2014 en la XXXIV Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.
Como periodista Vicente Leñero colaboró en publicaciones del país y del extranjero: en los diarios El Heraldo de México y Excélsior, y en las revistas Claudia y Revista de Revistas, de las que fue director de 1969 a 1972 y de 1973 a 1976, y desde su fundación en el semanario Proceso del cual fue vicepresidente.
Vicente Leñero comentó que uno de sus intereses era escribir teatro, “siempre tuve ese cosquilleo. Mi padre era muy de teatro y nos llevaba a ver Don Juan Tenorio, de la que me sabía el primer acto de memoria” y a partir de este gusto empezó una carrera de dramaturgo que abordó el teatro histórico y de denuncia, el drama testimonial y urbano, y el de adaptación de sus propias novelas o de obras de otros autores.
La mudanza es otra de sus grandes obras, en donde el autor juega con lo real y lo fantástico al plantear la situación de una pareja que al mudarse de casa se enfrenta con el fantasma del desamor y el egoísmo; Alicia la historia de una mujer que decide dejar a su marido, cansada de ser dependiente y sumisa, para finalmente regresar y retomar su papel de esposa.
El Martirio de Morelos fue muy comentada por la crítica teatral., En ella desarrolla la última época de la vida de Morelos y la flaqueza que cometió este héroe de la Independencia para salvar su vida, al mandar una carta dirigida al virrey Calleja informándole quiénes eran los principales cabecillas del movimiento.
Nadie sabe nada aborda el tema de la relación prensa-poder y de la corrupción periodística. Y El Infierno una versión de la Divina Comedia hecha como homenaje a Dante.
“Pueblo rechazado (1968) fue el inicio un poco titubeante de mi carrera teatral, pensando en hacer algo así como un auto sacramental. Al final es una obra fallida, de estructura indecisa. La estrenamos el 12 de octubre, poco después de Tlatelolco, cuando había un hervidero muy grande. Armó mucho escándalo: el papa, la autoridad eclesiástica, imponiéndose y prohibiendo el psicoanálisis.
“Fue una obra que creció, hicimos muchas representaciones, a teatro lleno. Con esa obra dije: ´Voy a olvidarme un poco de la literatura´. Dedicarme durante algún tiempo al teatro me dio otra salida. Mi preocupación formal la pasé al teatro, a hacer teatro documental”, añadió Vicente Leñero en la entrevista de Christopher Domínguez Michael.
El dramaturgo también realizó varios guiones para televisión y cine, entre los que destacan: Los de abajo (1976); Cadena perpetua (1978); El callejón de los milagros (1995); La ley de Herodes (1999), El crimen del padre Amaro y La habitación azul (2002).
Recibió diversas distinciones; Premio Seix Barral en 1963 por su novela Los albañiles; Premio Juan Ruiz de Alarcón a la mejor obra estrenada en 1969 por Los albañiles y en 1979 por La mudanza.
El primer premio otorgado por la Agrupación de Periodistas Teatrales de México por Nadie sabe nada (1988); el Premio Manuel Buendía en 1994 por su trayectoria periodística; el Premio Xavier Villaurrutia (2000) y el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura (2001)
Fue nombrado miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua y tomó posesión de la silla XXVIII el 12 de mayo de 2011 con el discurso «En defensa de la dramaturgia» y el 21 de septiembre de 2011 fue galardonado, junto a José Agustín, con la Medalla Bellas Artes que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
Falleció el 3 de diciembre del 2014, en su casa del Distrito Federal, sobre las 9 de la mañana, por un cáncer pulmonar.
* Investigadora académica del Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores Económicos y Sociales (IIESES), de la Universidad Veracruzana