En la sociedad moderna mexicana se cuestiona la existencia de los “ninis” pero no al sistema y por eso, “los jóvenes ‘ninis’, y algunos adultos con ellos, podemos replicar que también existe un sistema ‘nini’, que ni da soluciones ni esperanza”, aseguró El doctor Honoris Causa por la Universidad Veracruzana (UV), Sergio García Ramírez, quien impartió una conferencia magistral en Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI) de Xalapa.

Al respecto, el jurista destacó la misión “observadora y propositiva” de la universidad, y recordó que en junio de 2011 la Nacional Autónoma de México generó un documento –acogido por el resto de las universidades del país– denominado “Elementos para la construcción de una política de Estado para la seguridad y la justicia en democracia”, en el que participaron especialistas nacionales e internacionales.

Es más, rememoró a Justo Sierra: “Que se ocupe la universidad pública mexicana de analizar del mejor modo posible los problemas de México, sin olvidar los temas del mundo, y halle soluciones mexicanas”.

Planteó que para la sociedad universitaria es necesario revisar la manera en que se enfrenta la inseguridad y se hace justicia, lo que conlleva al debate y la crítica de la estrategia.

“Primero se dijo que la violencia tendería a desaparecer, y que su lugar sería ocupado por los delitos ingeniosos, cerebrales, de astucia, el fraude, por ejemplo; no ha sido así, en lo absoluto, el fraude se ha multiplicado y el asesinado se ha dispersado hasta la exasperación. Tenemos una sociedad violenta y fraudulenta.”

También se predijo que se reduciría la edad de los infractores, pero además son “víctimas universales” de nuevas formas de delincuencia. “Se habla de los jóvenes ‘ninis’, que ni tienen educación ni trabajo; yo creo que los jóvenes ‘ninis’, y algunos adultos con ellos, podemos replicar que también existe un sistema ‘nini’, que ni da soluciones ni esperanza”, añadió.

El crimen actual se trata pues, de un inmenso fenómeno delictivo, ultra violento, fincado en intereses económicos colosales.

También abordó la relación entre el criminal y la autoridad. Rememoró que anteriormente el infractor optaba por huir, tras cometer un delito, “pero llegó un momento en que el delincuente ya no huyó –no siempre, pero puede darse la vuelta y enfrentar a la autoridad– porque está equipado de valor y de herramienta”.

Incluso, dijo que un paso adelante es cuando el delincuente se impone a la autoridad, y más grave aún, el delincuente constituido en autoridad.

“Cómo llegamos a esto, por una parte debido a la decadencia de las instancias sociales de control –familia, escuela, los partidos políticos, las iglesias–; cuando éstas funcionaban no se tenía la mirada puesta en los policías y militares para que se estableciese un orden social razonable, por el contrario, había control moral. Pero esta suma de instituciones e instancias se ha mellado y ya no juega el papel que alguna vez jugó en el control de la conducta.”

Por otra parte, indicó, está el adelgazamiento de las instituciones públicas que deberían actuar en la función preventiva y persecutoria.

Ante tal escenario, un miembro de la sociedad o la sociedad en pleno “lo que sentimos es desesperación, incertidumbre y exasperación, irritación social angustia”.

 

Actualmente hablar de derechos humanos causa escepticismo

Durante la conferencia magistral del Seminario Internacional: Derechos Humanos y Seguridad, organizado por el Centro de Estudios sobre Derecho, Globalización y Seguridad, el jurista dijo que “hablar de Derechos Humanos en una sociedad dolida por la inseguridad y el crimen no es tarea fácil. Antes provocaba entusiasmo y sonrisa, ahora provoca escepticismo y en ocasiones rechazo. Pero hay que hablar de ellos”.

         Los Derechos Humanos, dijo, son las expresiones características de la mundialización en que estamos inexorablemente inmersos, “son el rostro amable de la mundialización, el rostro grato”. Más adelante, mencionó otro de los rostros de la mundialización: “la lucha contra el delito”.

         De ahí que García Ramírez –quien se desempeñó como juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos y presidente de la misma de 2004 a 2007– planteó una serie de premisas para analizar el tema de los Derechos Humanos y la seguridad: afirmar la importancia del régimen penal para el sistema democrático y los Derechos Humanos; enfrentar con “firmeza y eficacia” la delincuencia, y preservar y fortalecer el Estado de derecho.

“Para mí, otra premisa sería la declaratoria de ambos propósitos: la preservación de Derechos Humanos y el Estado de derecho por una parte, y el combate eficaz y frontal contra la delincuencia, que son perfectamente compatibles. Se reclaman mutuamente, no podríamos cortarlos en extremos antagónicos ni suponer que la prevalencia de uno supone la ruina del otro”.

Incluso, mencionó que entre la sociedad crece la opinión de que ambos propósitos –la seguridad y los Derechos Humanos– no son compatibles. El funcionario del IFE aclaró que se trata de “falsos dilemas” que contraponen a la seguridad y los Derechos Humanos.

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