Uno de los parches irregulares de la Luna - NASA, GSFC, Arizona State University

Uno de los parches irregulares de la Luna – NASA, GSFC, Arizona State University


En el año 1971, los astronautas de la nave espacial Apollo 15, en la órbita de la Luna, fotografiaron algo muy extraño. Los investigadores lo llamaron “Ina”, y parecía ser lo que quedó después de una erupción volcánica.

No hay nada extraño respecto de los volcanes en la Luna, per se. Gran parte de la antigua superficie de la Luna está cubierta por lava endurecida. Las principales características del “Hombre en la Luna”, de hecho, son viejos flujos basálticos depositados hace miles de millones de años cuando la Luna fue devastada por violentas erupciones. Lo extraño respecto de Ina era su edad.

Durante mucho tiempo, los científicos planetarios han pensado que el vulcanismo lunar llegó a su fin hace alrededor de mil millones de años, y poco ha cambiado desde entonces. Sin embargo, Ina se veía notablemente nuevo. Durante más de 30 años, Ina siguió siendo un misterio, una rareza “única” que nadie podía explicar.

Pero resulta que el misterio es más grande que lo que cualquiera se imaginó. Utilizando el Orbitador de Reconocimiento Lunar (Lunar Reconnaissance Orbiter o LRO, por su sigla en idioma inglés), de la NASA, un equipo de investigadores dirigido por Sarah Braden, de la Universidad Estatal de Arizona, ha descubierto 70 paisajes similares a Ina. Ellos los llaman “parches irregulares”, o IMPs por su sigla en idioma inglés.

“¡El descubrimiento de nuevas características en la superficie lunar fue emocionante!”, dice Braden. “Observamos cientos de imágenes en alta resolución y, cuando encontré un nuevo IMP, fue el ‘plato fuerte’ del día”.

“Los parches irregulares se ven muy distintos de las características lunares más comunes, como los cráteres de impacto, las fusiones de impacto y el material de las tierras altas”, afirma. “Realmente saltan a la vista”.

En la Luna, es posible calcular la edad de un paisaje contando los cráteres. La Luna es bombardeada por una lenta “llovizna” de meteoroides que salpican su superficie y dejan así cicatrices de impacto. Cuanto más antiguo es un paisaje, más cráteres contiene.

En algunos de los IMP, se hallaron muy pocos cráteres, lo cual sugiere que no tienen más de 100 millones de años de antigüedad. Cien millones de años podría parecer mucho tiempo, pero en términos geológicos es apenas un abrir y cerrar de ojos. Los cráteres volcánicos que descubrió el LRO pueden haber estado en erupción durante el período Cretácico de la Tierra (la época del apogeo de los dinosaurios). Algunas de las características volcánicas pueden ser incluso más jóvenes, 50 millones de años, un tiempo en el que los mamíferos estaban reemplazando a los dinosaurios como formas de vida dominante.

“Este hallazgo es la clase de ciencia que literalmente va a hacer que los geólogos vuelvan a escribir los libros de texto sobre la Luna”, dice John Keller, un científico del proyecto del LRO, en el Centro Goddard para Vuelos Espaciales (Goddard Space Flight Center, en idioma inglés).

Los IMP son demasiado pequeños como para ser vistos desde la Tierra; en promedio, la dimensión más grande alcanza menos que un tercio de milla (500 metros). Es por ello que, con excepción de Ina, no se los ha encontrado antes. No obstante, parecen estar esparcidos alrededor de la cara visible de la Luna.

“Los IMP no solamente son paisajes impresionantes, sino que también nos dicen algo muy importante sobre la evolución térmica de la Luna”, señala Mark Robinson, de la Universidad Estatal de Arizona, quien es además el principal investigador que trabaja con la cámara de alta resolución del LRO. “El interior de la Luna es, quizás, más caliente que lo que se pensaba previamente”.

“Sabemos tan poco de la Luna…”, continúa. “La Luna es un mundo grande y misterioso por derecho propio y ¡solamente está a tres días de distancia! Me encantaría aterrizar sobre un IMP y tomar la temperatura de la Luna de primera mano usando una sonda de calor”.

Algunas personas piensan que la Luna se ve muerta, “pero yo nunca creí eso”, dice Robinson, quien no descartará la posibilidad de futuras erupciones. “Para mí, siempre ha sido un lugar que invita a visitarlo; un sitio de magnífica belleza, un imán gigante en nuestro cielo que me atrae hacia él”.

Los volcanes jóvenes simplemente han “echado leña al fuego” a la fascinación por la Luna. Robinson dice: “¡vamos!”

Créditos y Contactos
Funcionaria Responsable de NASA: Ruth Netting
Editor de Producción: Dr. Tony Phillips
Traducción al Español: Angela Atadía de Borghetti
Editora en Español: Angela Atadía de Borghetti
Formato: Angela Atadía de Borghetti

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