Sandra Isabel Jiménez Mateos
Las cebras quagga se extinguen oficialmente cuando la última yegua de esta especie que sobrevivía en el zoo de Ámsterdam fallece el 12 de agosto de 1883.
Estos cuadrúpedos habitaban la zona sureste de Sudáfrica y que a menudo se confundían con otro tipo de cebras, desaparecieron por efectos de la caza intensiva que sufrieron.
Pariente del caballo y de la cebra, era un animal de pelaje marrón claro, con rayas en la cabeza y en el cuello, mientras que en el lomo y cuartos traseros el tono era parejo; el vientre y las patas eran enteramente blancas.
Su nombre procede de la lengua de los Khoi (Hotentotes) y tiene un origen onomatopéyico: es una adaptación del ruido característico del propio quagga.
Desde la llegada de los primeros colonos holandesas estos animales fueron abatidos, primero como forma de alimentación, después porque en opinión de los colonos competían con las cabras y las ovejas por los pastos.
Una de las referencias científicas más antiguas de la época acerca de la matanza de estos animales, es la de Edwars que, en 1758, describió que ‘»la carne de las cebras era utilizada para alimentar a los peones hotentotes que trabajaban en los campos y sus pieles se utilizaban para fabricar sacos. Y tal era el número de quaggas y hasta tal punto llegaron estas utilitarias carnicerías, que se dio orden a los cazadores de recuperar las balas, extrayéndolas del cuerpo de los animales muertos, ante el temor de que se agotaran las municiones'».
A mediados del siglo XIX, la colonización del interior ocasionada por el éxodo de los bóer descontentos con la soberanía inglesa sobre la colonia, condujo a la matanza de miles de cabezas dentro de un plan general de exterminio de animales salvajes en la zona. Esta política tenía como objetivo el destinar las tierras de pasto de las grandes manadas al ganado doméstico.
La población de estos animales en libertad descendió rápidamente, hasta el punto de que la especie ya se había extinguido en Sudáfrica para 1870.
Del último ejemplar hembra de quagga se obtuvo material genético, en el zoológico de Amsterdam, el cual ya fue extraído, secuenciado y estudiado en su totalidad. Con esta información los laboratorios de la Smithsonian Institution de Washington D.C. pudieron probar finalmente y sin asomo de duda que el quagga era una subespecie de la cebra de planicie, que se definió como raza entre 120 y 290 mil años atrás.
El material genético también abre la posibilidad de “volver a la vida” al extinguido quagga mediante clonación, pero no se ha realizado ningún experimento en este sentido. En cambio se trabaja en la formación de ‘»nuevos'» quaggas a partir de cebras de planicie del Parque Nacional Etosha de Namibia mediante un proceso de cría selectiva que potencie las cualidades más afines al extinto cuaga en cada generación. El llamado ‘»Proyecto Quagga'» se comenzó a trabajar en Vrolijkheid, cerca de Robertson, Sudáfrica, en 1987 con nueve cebras procedentes de Etosha, elegidas entre 205 candidatas.
Nota relacionada: Secuenciar ADN de animales extintos: Primer caso, el quagga, 4 de junio de 1984