Un análisis osteopatológico realizado a una serie esquelética procedente del Hospital San Juan de Dios, en el cual fueron recluidas las mujeres públicas a partir de 1865, confirmó que para esas fechas la sífilis era una endemia en la Ciudad de México que afectaba al 70 por ciento de su población y no sólo a quienes ejercían la prostitución.
Las doctoras Lourdes Márquez Morfín -responsable del laboratorio- y Margarita Meza Manzanilla, investigadoras del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quienes realizaron el estudio apuntaron que no es posible saber la incidencia de la sífilis entre los sectores pudientes de la sociedad en las últimas décadas del siglo XIX, pero que la información histórica y clínica proveniente del nosocomio San Juan de Dios, refiere su extensión entre la comunidad más vulnerable.
Además de prostitutas y soldados, incluía también a recién nacidos infectados vía parto o por el amamantamiento a cargo de nodrizas, así como a niños, jóvenes y adultos que eran contagiados durante la aplicación de la vacuna contra la viruela.
“Para 1865 la sífilis se convirtió en una endemia, empezaron a verse casos en 70 por ciento de la población de la Ciudad de México. La gente con más recursos económicos recibía tratamientos en su casa y solía desconocer que sufría la afección”.
“Cuando comenzamos los estudios, tanto en físico con la serie esquelética como en archivos históricos, pensamos encontrar sobre todo casos de sifilíticas, ya que en el Convento-Hospital San Juan de Dios eran recluidas las mujeres públicas, pero resultó que ahí también eran destinados soldados y sifilíticos en general, provenientes de los estratos más bajos”.
Contenidos en cajas, en el Laboratorio del Posgrado de Antropología Física de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, se encuentran restos óseos que fueron recuperados del panteón anexo al antiguo nosocomio, hoy sede del Museo Franz Mayer, ubicado en la Plaza de la Santa Veracruz, centro capitalino.
Lourdes Márquez y Margarita Meza, examinaron 77 osamentas de individuos adultos, que fueron halladas en relación anatómica durante las excavaciones hechas en 1997.
Una de las sorpresas para el equipo de investigación conformado también por los antropólogos físicos Montserrat Méndez Ruiz y Arturo León, fue verificar que de los 77 esqueletos analizados, poco menos de la mitad, 35, correspondían a individuos del sexo masculino, presumiblemente soldados.
Del número total de la serie esquelética, 63.7 por ciento presentaba el Treponema pallidum, agente de la sífilis. De acuerdo con las estadísticas, la mayor cantidad de decesos ocurrió en individuos entre los 20 y los 29 años de edad, periodo en que las personas experimentan más actividad sexual.
La observación morfoscópica de estos restos comprueba diferentes grados de la enfermedad: ligera, moderada y severa, a esta última corresponde 32% de la muestra total.
El primer nivel se caracteriza por la inflamación del periostio, una membrana que recubre la parte externa de los huesos; en la siguiente condición (moderada) el hueso crece en forma de placa elevada sobre la corteza del mismo, cambiando su grosor y densidad.
Mientras sostiene el fémur y la tibia de una mujer que debió morir a causa de la sífilis entre los 15 y 18 años de edad, la doctora Margarita Meza explica que en el último grado del padecimiento -después de un desarrollo de al menos tres años-, el hueso es destrozado en la parte de la gumma (tumor globuloso) y la parte de los alrededores suele volverse esclerótica.
La especialista refirió que debido a la connotación negativa de la enfermedad, como padecimiento de origen venéreo, la sífilis o “mal de Bubas” fue ocultada por quienes la padecían, de tal manera que no se registró como padecimiento endémico entre la población capitalina, aunque sí lo fue desde el siglo XVI.
La sífilis, como un verdadero problema de salud pública en la capital, en la segunda mitad del siglo XIX, también se ha constatado con el examen de otras series esqueléticas provenientes de la Catedral Metropolitana (las cuales trabajó la doctora Lourdes Márquez Morfín) y del Hospital San José de los Naturales, que estuvo localizado en San Juan de Letrán, hoy Eje Central Lázaro Cárdenas.
Del Hospital San José de los Naturales -donde se ha comprobado que no sólo eran atendidas personas de origen indígena, sino también de otras filiaciones como la africana- se analizaron 394 esqueletos y 17 presentaban huellas avanzadas del Treponema pallidum, una decena pertenecía a individuos del sexo femenino y siete al masculino, apunta la investigación impulsada desde el Laboratorio del Posgrado de Antropología Física de la ENAH no termina con estos datos.
Margarita Meza detalló que en el siglo XIX no había cura para la sífilis, sin embargo a los enfermos se les daban dosis de mercurio en diferentes presentaciones, e incluso las personas con la enfermedad muy avanzada eran “fumigadas” con este metal altamente venenoso, lo que afectaba su sistema respiratorio.
De ahí que se cuestionaron: los que presentaban las etapas inicial y secundaria ¿eran resultado del tratamiento de mercurio, u otros elementos permitieron que no avanzara la afección a nivel terciario?, ¿los individuos murieron antes de llegar a las etapas avanzadas?, y ¿fallecieron por la sífilis o por la alta presencia de elementos químicos?
Con la colaboración de la doctora Fabiola Vega, del Instituto de Geología de la UNAM, se espera tener respuesta a éstas y otras interrogantes, ya que muestras de 20 seres humanos con treponema son examinados a través de análisis de fluorescencia, lo que permitirá concluir de manera fehaciente la investigación.