El doctor Elías Campo, del Hospital Clínic de Barcelona, es uno de los coordinadores de la investigación que ha permitido identificar 78 nuevos genes implicados en la leucemia linfática crónica -la más frecuente-, alguno de los cuales permite anticipar la evolución de la enfermedad.
Otro de los coordinadores del proyecto es el doctor Carlos López-Otín, quien ha expuesto en una rueda de prensa en la Fundación BBVA, alguno de los resultados del trabajo, que se enmarca dentro del Consorcio Internacional del Genoma del Cáncer.
Este proyecto es una iniciativa internacional que busca abordar «la complejidad del cáncer» y persigue analizar, en 5 años, los genomas de 25.000 pacientes con cáncer distribuidos en 8 de los tumores más frecuentes.
«Nuestro país debe sentirse orgulloso porque fue uno de los ocho que iniciaron este proyecto en el mundo», ha destacado López-Otín.
El equipo de López-Otín ha secuenciado, hasta la fecha, el genoma de 105 pacientes con leucemia linfática crónica y en un año espera llegar a los 500.
Además, este investigador ha advertido que «en pocas semanas» se darán a conocer algunos «descubrimientos importantes» relacionados con este proyecto.
El trabajo comenzó a finales de 2009 con el objetivo de completar, en dos años, el estudio de los cuatro primeros genomas de pacientes con este tipo de leucemia; dos de ellos con enfermedad agresiva y otros dos con enfermedad indolente, «que aparentemente son iguales, pero que tienen un desarrollo muy distinto».
Así, el 7 de julio de 2011, este grupo consiguió descifrar el genoma de los cuatro primeros pacientes. «Fue un hito para nosotros porque representó la primera mirada al paisaje genético de la leucemia linfática crónica y la conclusión es que la complejidad era enorme, mayor de la esperada», ha relatado.
Cada paciente estudiado presentaba más de mil mutaciones en su genoma y estas mutaciones no se producían todas en el mismo gen, sino que abarcaban un número muy diverso.
A partir de este momento implementaron una nueva tecnología que, a pesar de no permitir la secuenciación con tanto detalle, dirigía la atención a las regiones que contienen la información más relevante para un tumor, que son las regiones codificantes o exomas.
De esta manera, el equipo de López-Otín observó mutaciones en un gen importante, el NOTCH1. «Los pacientes que tienen mutaciones en este gen tienen muy mal pronóstico», ha explicado.
Una forma de encontrar mutaciones importantes es buscar las que se repiten en muchos pacientes, las llamadas mutaciones recurrentes. En el caso de la leucemia linfática crónica, la diversidad es tan alta que las recurrencias más frecuentes se dan en sólo el 15 por ciento de los pacientes.
López-Otín ha destacado las detectadas en los genes SF3B1 y NOTCH1, que se relacionan con una progresión rápida de la enfermedad. El gen SF3B1 es la primera vez que se asocia al cáncer, por lo que «abre una nueva vía de investigación para entender cómo funciona».
El doctor ha subrayado que esta investigación tiene una aplicación clínica inmediata ya que permite anticipar la evolución de la enfermedad con mucho tiempo y se ha mostrado convencido de que, en un futuro, «a cada paciente se le hará un test que determinará el perfil genético de su tumor» y se le administrará el fármaco más adecuado de entre los disponibles.
López-Otín ha expuesto también los resultados de su investigación sobre envejecimiento prematuro y sobre el síndrome de Néstor y Guillermo, dos españoles que padecen una extraña enfermedad que causa la muerte de pacientes jóvenes con todos los síntomas de envejecimiento prematuro.
El grupo de trabajo logró identificar la mutación que causa esta enfermedad, lo que permite a las familias de ambos pacientes saber quiénes son portadores del gen aunque estén sanos y pueden recibir consejo genético para evitar transmitirla a su descendencia.
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