Madrid (EFE).- Científicos de las universidades de Barcelona y Santiago de Compostela, han hallado que una proteína ósea, presente también en el cerebro, es capaz de poner en marcha la quema de grasas del cuerpo, un avance que ayudará a crear medicamentos contra la obesidad.
El cuerpo humano tiene dos tipos de grasas: la blanca, causante del sobrepeso y la obesidad, y la marrón o parda, que actúa como una caldera de calefacción humana y pone en marcha la quema de calorías y produce calor corporal.
Hasta hace bien poco, se pensaba que sólo los bebés y algunos mamíferos disponían de tejido adiposo marrón, pero recientes investigaciones han demostrado que este tipo de grasas también está en los humanos adultos.
Estas grasas son, por tanto, una importante diana terapéutica en el tratamiento y la lucha contra la obesidad que desarrollan los científicos del Centro de Investigación Biomédica en Red Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), autores del hallazgo.
Los investigadores, pertenecientes a las Universidades de Barcelona y Santiago de Compostela, han demostrado que al inyectar un suplemento de proteínas óseas 8B se activa la grasa marrón y comienza la quema de grasa blanca o calorías.
La investigación, dirigida por el doctor Francesc Villarroya (Universidad de Barcelona) y por el doctor Miguel López (Universidad de Santiago de Compostela), ha contado con la participación de científicos de Iowa (Estados Unidos), Estocolmo (Suecia), y Cambridge (Reino Unido), y se publicará en el número de mayo de la revista Cell, especializada en biomedicina y biología molecular.
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores inyectaron en ratones de laboratorio «suplementos» de la proteína morfogenética ósea 8B (BMP8B), una sustancia ligada a los factores de crecimiento y responsables de la formación de huesos, cartílagos y tejidos conjuntivos.
Al aumentar los niveles de esta proteína en el hipotálamo cerebral de los ratones de experimentación, los científicos vieron que esto era suficiente para aumentar «de un modo muy potente» la temperatura corporal de los animales y, por tanto, la quema de grasas.
Por el contrario, los ratones carentes de BMP8B «eran marcadamente obesos, a pesar de tener una ingesta de alimentos reducida», hecho que se debe a que tenían «una menor capacidad para quemar grasa en el tejido adiposo marrón», explica López.
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