Chiclana de la Frontera (Cádiz), 22 may (EFE).- Las aguas residuales de una ciudad pueden convertirse en el combustible del futuro, toda una revolución que está a punto de convertirse en realidad en Chiclana de la Frontera (Cádiz), donde se desarrolla un proyecto pionero en el mundo y financiado por la Unión Europea.
El proyecto «All gas», en el que colaboran un consorcio de empresas y entidades de seis países, coordinadas por la española Aqualia, se ha instalado en Chiclana de la Frontera porque el sol es uno de los principales ingredientes de este experimento que ahora, tras su primer año de rodaje, entrará en una primera fase de práctica.
«La idea es muy sencilla: se puede hacer mucho más de sol y playa que sólo cultivar turistas, también se puede cultivar biodiesel, es una visión nueva», ha comentado hoy en una visita al EDAR El Torno de Chiclana, donde se desarrolla el proyecto, Frank Rogalla, coordinador de este proyecto que cuenta con una financiación de siete millones de euros de la Unión Europea.
El tratamiento de la aguas residuales supone un elevado gasto de recursos, también de energía, y lo que el proyecto, que cuenta con cinco años para desarrollarse y demostrar su validez, plantea es hacer que, en lugar de un gasto, se convierta en una fuente para obtener biocombustibles.
Y ello gracias a un proceso por el que se trata de aprovechar el fenómeno de que las aguas residuales, debido a que desprenden nitrógeno y fósforo, son un medio en el que crecen las algas, que pueden convertirse en biomasa.
El proyecto, que trata de optimizar y maximizar el crecimiento de las algas, pone en marcha ahora una superficie de 300 metros cuadrados, en un segundo paso pasarán a multiplicarse por diez y, finalmente, destinará a esta actividad diez hectáreas, en las que las aguas residuales de los vecinos de Chiclana se convertirán en el combustible que moverá, por ejemplo, los coches de policía o los autobuses escolares.
El proyecto «All gas» que se desarrolla en Chiclana es pionero en el mundo, pero ya hay más lugares en los que se trata de desarrollar la idea.
«Siempre que haya sol y espacio podemos encontrar proyectos similares», dice Rogalla, que cuenta que ya están en ello en California, Nueva Zelanda, el área mediterránea, África del norte e incluso se está poniendo en marcha en otro tipo de geografías y climas, como en Holanda, aunque allí, con menos sol, tendrán que utilizar tanques más grandes.
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