Investigaciones realizadas en la Maestría en Ciencias en Salud de los Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) encontraron cifras disminuidas de anticuerpos (las inmunoglobulinas IgG, IgM e IgA), en un grupo de trabajadoras de la industria maquiladora sometidas a estrés prolongado, situación que concordaba con una elevada presencia de padecimientos inflamatorios como faringitis, amigdalitis y sinusitis, así como depresión, ansiedad, trastornos del sueño y psicosomáticos cardiocirculatorios y digestivos.
Las trabajadoras, en su mayoría muy jóvenes –estas empresas prefieren contratar a mujeres jóvenes para asegurar destreza, paciencia y docilidad en el trabajo– presentaban una múltiple exposición a condiciones estresantes que repercutían en su estado de salud.
La exigencia de alcanzar metas de producción cada vez más altas, jornadas laborales prolongadas, ritmos de trabajo intenso, tareas repetidas y fragmentadas, ruido, polvo, malos tratos y supervisión estricta es la vivencia cotidiana de estas mujeres, señaló la doctora Margarita Pulido Navarro, profesora-investigadora adscrita a la Maestría y coordinadora de la investigación.
La elevada morbilidad encontrada en el estudio –en promedio nueve diferentes padecimientos por cada trabajadora– pese a tratarse de una población joven, muestra las repercusiones de este tipo de condiciones de trabajo.
El incremento de padecimientos en personas jóvenes tiene que ver con el envejecimiento prematuro que ya hace siglos comentaron científicos sociales como Federico Engels al escribir sobre la situación de la clase obrera en Inglaterra, mencionó la autora del libro El lujo de enfermar. Historia de vida y trabajo que recientemente publicó la editorial Porrúa.
Recordó que gracias a los avances científicos y tecnológicos ha sido comprobado que el estrés envejece hasta una década, pues de acuerdo con los estudios de la científica Elizabeth Blackburn –ganadora del Premio Nobel de Medicina 2009– los telómeros (estructuras protectoras de los cromosomas) presentan acortamiento en las personas sometidas a estrés prolongado, el cual es proporcional al encontrado en personas con diez años más de edad.
Es también probable que tal situación esté determinando la mayor frecuencia de enfermedades crónicas en las personas expuestas que en las no expuestas, consideró la médico cirujana.
En un estudio subsecuente a trabajadores y trabajadoras de talleres domiciliarios de maquila de costura, se observó una elevada prevalencia de alteraciones característica del síndrome metabólico, componente común de las principales enfermedades crónico-degenerativas por las que mueren las personas de la clase trabajadora en el país.
Ochenta por ciento presentó dislipidemia, 73 por ciento obesidad central, 15 por ciento glicemia de ayuno alterada, 15 por ciento hipertensión arterial y 41 por ciento estrés prolongado, puntualizó.
Los resultados de estas investigaciones indican, advirtió Pulido Navarro, que dos problemáticas que parecen separadas –el estrés laboral y las enfermedades crónicas– en realidad son una sola, y que la creciente epidemia de enfermedades crónico degenerativas está ligada al incremento del estrés laboral.