La inflamación intestinal reduce notablemente la calidad de vida. Incluso, el resultado puede ser fatal si se inflaman las venas y arterias. Para conocer cómo los antioxidantes de los alimentos pueden reducir ambos tipos de inflamación, Francisco Tomás Barberán y su equipo han llevado a cabo diversos estudios de impacto internacional. Aquí habla a SINC de su trabajo, que le ha llevado a ser el científico español más citado en su área.
¿Qué nos queda por saber de los antioxidantes?
Muchas cosas, como que sus efectos sobre nuestra salud no se explican por sí mismos, sino que se deben a los metabolitos que genera nuestra flora intestinal como resultado de la interacción con los alimentos. Precisamente esta es una de las líneas más prometedoras ahora mismo, además de ser un tema candente de la investigación internacional. Varios equipos en todo el mundo trabajamos para conocer la relación que existe entre los componentes de la dieta y la microbiota intestinal.
¿Cuál es la relación entre lo que comemos y nuestra salud que aún no conocemos?
Por ejemplo, en numerosos estudios se observa una elevada variabilidad entre individuos en la respuesta a los tratamientos nutricionales. Hasta ahora se pensaba que se debía a diferencias genéticas, que son importantes y que hay que considerar, pero la genética no explica por sí misma todas las diferencias que se observan. Creemos que esa variabilidad se debe en gran medida a la microbiota intestinal, es decir, a los microorganismos que tenemos en nuestro intestino y a su interacción con los alimentos. Creo que cuando esta interacción se descifre, dará lugar a una nueva forma de entender la nutrición al explicar una relación entre alimento y salud que estaba sin resolver.
¿Entonces cabría decir que los «habitantes» de nuestro intestino son al menos tan importantes como lo que comemos exactamente?
En cierta medida, sí. Ahora estamos conociendo la relevancia de la microbiota intestinal. Si tenemos en cuenta que la suma de los microorganismos que viven en nuestro colon aportan cien veces más genes que los que tiene el individuo humano, podemos hacernos rápidamente una idea de cómo la capacidad genética y metabólica que desarrolla nuestro organismo es muy superior a la que codifica el ADN de cada persona. Y eso tiene importantes implicaciones en el diseño de tratamientos nutricionales.
¿Han observado algún ejemplo de cómo las personas respondemos de forma diferente a los antioxidantes?
En nuestro grupo de investigación hemos visto que la respuesta antiinflamatoria originada por una granada es distinta entre las personas, y está relacionada con el tipo de flora intestinal. Este conocimiento abre la puerta a una nutrición personalizada ya no sólo en función de los genes de la persona, sino también de los genes de su microbiota intestinal.
Parece el sueño de cualquier nutricionista…
Sí, de hecho el tipo de alimentos, junto con los microorganismos intestinales y las condiciones que se dan en cada intestino, son las tres patas sobre las que se asienta la nutrición del futuro. Y, si soñamos un poco más, ya no está tan lejos el momento en que podremos adjuntar a un producto la bacteria que permita metabolizar sus compuestos beneficiosos.
¿Existen tipos de flora intestinal más saludables que otros?
Recientemente se han descrito tres enterotipos, es decir, tres perfiles distintos en función de la relación entre los microorganismos que forman la microbiota intestinal, y se sabe que hay enterotipos más relacionados con la obesidad y la diabetes.
Por tanto, ¿podría pensarse en modificar la microbiota intestinal para evitar el desarrollo de ciertas dolencias?
Aún está por ver si el nuevo tipo de bacterias enraizarían en el intestino o si pasado un tiempo la microbiota revertiría al perfil original del paciente, porque las condiciones fisiológicas que se dan en el organismo de cada persona influyen sobre las bacterias intestinales y podrían determinar el tipo de microbiota que es capaz de vivir en esas condiciones. No obstante, por cuestiones de regulación aún es difícil trasladar una bacteria aislada del intestino de una persona a otra, aunque sí está permitido el transplante de la microbiota completa entre personas.
¿Cómo ha influido en su carrera el hallazgo que ha dado lugar al extracto de uva rica en resveratrol que se comercializa como «Revidox«?
En nuestro caso, patentamos el resultado que luego adquirió una empresa. Para ello, la empresa paga unos derechos de explotación que se reinvierten totalmente en la actividad investigadora. Para nosotros es muy importante que haya quien se dedique a utilizar el conocimiento que generamos, se ponga al alcance de la sociedad y se generen puestos de trabajo, porque como país tenemos que esforzarnos por ser competitivos.
Se lo habrán preguntado alguna vez, pero no me resisto: ¿usted toma el extracto de uva rica en resveratrol?
[Se ríe] No de forma regular, para mí resulta un poco caro, la investigación no es un trabajo con el que te hagas rico en España, aunque siempre que puedo lo tomo. De todas formas, y pese a la satisfacción que comentaba al ver cómo un hallazgo de nuestro grupo genera ingresos para la actividad investigadora y ha creado puestos de trabajo, no estoy de acuerdo con algunas cosas que se han dicho sobre el complemento alimenticio, como que es el elixir de la juventud, y además encuentro que su precio es elevado.
¿Cuáles son los últimos resultados que ha obtenido en el campo de los antioxidantes?
Hace poco hemos publicado resultados espectaculares en un estudio conjunto con el hospital Morales Meseguer de Murcia en el que hemos comprobado cómo ayudan en el caso de enfermedad cardiovascular los polifenoles de la uva y la uva enriquecida en resveratrol. Nuestros resultados muestran que su consumo mejora los parámetros clínicos relacionados con la inflamación vascular y la oxidación de los lípidos plasmáticos, dos indicadores muy importantes en la clínica de estas patologías.
Además de la uva, su equipo estudia las propiedades antioxidantes de la granada, ¿hay novedades al respecto?
Ahora tenemos un estudio financiado por el Plan Nacional de I+D relacionado con los polifenoles de la granada y su posible actividad como antiinflamatoria intestinal. Estamos administrando a voluntarios con inflamación intestinal extracto de granada para comprobar la actividad antiinflamatoria que previamente observamos en animales.
Referencias bibliográficas:
– João Tomé-Carneiro, Manuel Gonzálvez, Mar Larrosa, María J. Yáñez-Gascón, Francisco J. García-Almagro, José A. Ruiz-Ros, María T. García-Conesa, Francisco A. Tomás-Barberán, Juan Carlos Espín, “One-Year Consumption of a Grape Nutraceutical Containing Resveratrol Improves the Inflammatory and Fibrinolytic Status of Patients in Primary Prevention of Cardiovascular Disease”, The American Journal of Cardiology American Journal of Cardiology – 1 August 2012 (Vol. 110, Issue 3, Pages 356-363, DOI: 10.1016/j.amjcard.2012.03.030)
– João Tomé-Carneiro, Manuel Gonzálvez, Mar Larrosa, María J. Yáñez-Gascón, Francisco J. García-Almagro, José A. Ruiz-Ros, Francisco A. Tomás-Barberán, María T. García-Conesa, Juan Carlos Espín, “Grape Resveratrol Increases Serum Adiponectin and Downregulates Inflammatory Genes in Peripheral Blood Mononuclear Cells: A Triple-Blind, Placebo-Controlled, One-Year Clinical Trial in Patients with Stable Coronary Artery Disease”, Cardiovascular Drugs and Therapy, published online 8 December 2012, DOI: 10.1007/s10557-012-6427-8)