En la segunda mitad de la década de los 60 surgió la moda entre los jóvenes de experimentar con cierto tipo de drogas, sobre todo las alucinógenas –cómo el LSD, el peyote y cierto tipo de hongos-, dando lugar a toda una cultura de la droga promovida sobre todo en universidades repartidas por todo el mundo. Fueron numerosos los académicos quienes no sólo promovían el uso de estas sustancias sino que también iniciaron investigaciones sobre la naturaleza de sus efectos en el cerebro.
Entre estos investigadores destacó Timothy Leary, escritor, psicólogo y entusiasta de la investigación y uso de drogas psicodélicas. Fue un famoso proponente de los beneficios terapéuticos y espirituales del uso del LSD.
Su educación incluyó una maestría en la Universidad del estado de Washington en 1964, y un doctorado en psicología en la Universidad de California en Berkeley (1950), fue profesor asistente en Berkeley (1950-1955), director de investigaciones psiquiátricas en la Fundación Kaiser Family (1955-1958) y conferenciante de psicología en la Universidad Harvard (1959-1963).
El 13 de mayo de 1957 la revista Life publicó un artículo de Robert Gordon Wasson que documentó (y popularizó) el uso de hongos del género Psilocybe en ceremonias religiosas de los indígenas Mazatecas de México. Anthony Russo (colega de Leary) había consumido estos psicodélicos (o enteogénicos) Psilocibe durante un viaje a México y le contó su experiencia a Leary. Dos años después, en agosto, Timothy viajó a Cuernavaca, probó la droga y concluyó los siguiente: “La experiencia psicodélica es un viaje a nuevos realismos de la conciencia. Los alcances y el contenido de las experiencias no tiene límites, pero su rasgo característico es la trascendencia de conceptos verbales, de las dimensiones de espacio y tiempo, y del ego o la identidad. Experiencias de conciencia agrandada pueden ocurrir de varias formas: privación de los sentidos, ejercicios de yoga, meditación disciplinada, éxtasis religioso o estéticos, o espontáneamente. Por supuesto, la droga no produce la experiencia trascendente, meramente actúa como una llave química que abre la mente, libera el sistema nervioso de sus patrones ordinarios y estructuras”.
A partir de sus experiencia, comenzando la década de los setenta, Leary formuló su “circuito modelo de conciencia”, donde dice que la mente humana consiste en siete circuitos, que, cuando son activados producen siete niveles de conciencia El sistema pronto se expandió e incluyó un octavo circuito, pero no fue exhaustivamente formulado hasta la publicación del libro Exo-Psicología de Leary.
Otro académico influyente en aquellos años fue el antropólogo Carlos Castaneda quien, a partir de su primer libro, Las enseñanzas de Don Juan, relata su propia experiencia consumiendo peyote bajo la guía de un chamán indígena: Don Juan. La obra de Castaneda fue objeto de culto por varios lustros. En aquellos años se decía que las drogas abrían “las puertas de la percepción”, que “acrecentaban la conciencia” y que estimulaban la creatividad.
Recientemente, un grupo de investigadores se ha dado a la tarea de averiguar si en efecto algunas de estas drogas (ilegales) incrementan la creatividad. Algunos de ellos laboran para la International Foundation for Advanced Study (IFAS), organización de nombre sugerente y financiamiento privado dedicada a la investigación sobre drogas psicodélicas.
En uno de sus experimentos, los investigadores de la IFAS administraron dosis a un total de veintidós personas para el estudio de creatividad, entre quienes se encontraban un matemático teórico, un ingeniero electrónico, un diseñador de muebles y un artista comercial. Al aceptar sólo a aquellos cuyo trabajo se relacionara con las ciencias duras, pretendían examinar los efectos del LSD en el pensamiento tanto visionario como analítico.
En entrevistas aplicadas poco después de sus sesiones de creatividad mejorada mediante LSD los voluntarios del estudio, algunos de los mejores y más brillantes en sus áreas, hablaban entusiasmados por su experiencia. Sus mentes, afirmaban, habían florecido y conectado con el universo; habían contemplado modelos geométricos irregulares pero diáfanos que brillaban hacia el infinito, habían sentido una rectitud ante las soluciones manifestadas, e incluso visualizado fórmulas, conceptos y materias primas pertinentes. Sin ninguna duda, el LSD los ayudó a resolver sus complejos y en apariencia irresolubles problemas.
Los voluntarios generaron un montón de innovaciones poco después de sus experiencias con LSD, como un teorema matemático para circuitos de compuerta lógica NOR, un modelo conceptual de fotones, un aparato acelerador de electrones lineal dirigido por haces, una mejora técnica de la grabadora de cinta magnética, planos de una residencia privada y una plaza comercial de artesanías y una sonda espacial experimental diseñada para medir propiedades solares.
Posiblemente debido a que el gobierno estadounidense ha prohibido los experimentos de IFAS con drogas ilegales, los investigadores publicaron estos asombrosos resultados y dieron su tarea por terminada. ¿Usted, qué opina?
Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.