Un nuevo mal ha entrado en los países en desarrollo, más mortífero que el paludismo, el sida y la tuberculosis juntos. Relacionado con los cambios en el modo de vida, el cáncer se está propagando en los países del Sur.

Actualmente, mata a 7,5 millones de de personas cadal año en el mundo, de las cuales 70% habitaban en países con niveles de renta bajos o intermedios. Ante esta alarmante constatación, los investigadores del IRD y sus colaboradores trabajan por conocer los factores determinantes de la enfermedad. Estudian cómo la selección natural ha permitido a los animales ser más o menos resistentes al desarrollo de células malignas.

Está previsto que para el año 2030 el número de nuevos casos de cáncer en el mundo se haya prácticamente duplicado y haya pasado de 12 a 22 millones al año (CIRC. The Lancet Oncology , 2012) , en particular debido a la rápida transición social y económica en muchos países del Sur. 

Conocer el mal en sus fuentes

El cáncer es la producción anormal y descontrolada en el organismo de células, llamadas por ello «malignas». En su evolución, los seres vivos se han provisto de mecanismos naturales para controlar estas proliferaciones intempestivas e impedir un desarrollo frecuente de estos tumores. Los investigadores, reunidos en un Centro de Investigaciones Ecológicas y evolutivas sobre el cáncer (Creec) de Montpellier, están estudiando cómo ha creado la selección natural esta resistencia al cáncer en las distintas especies.

Una paradoja hasta ahora sin explicar

Para comprender el modo en que se han creado las defensas en los organismos, los científicos han trabajado con una paradoja, denominada «de Peto» por el nombre del biólogo que la puso de manifiesto en la década de los 70. Cuando más grande es un animal, más células tiene y mayor sería por tanto su riesgo de contraer un cáncer. Ahora bien, esto no es lo que podemos constatar en la naturaleza. El equipo de investigación explica en un estudio reciente esta contradicción utilizando un modelo matemático.

La ballena y el ratón: cada cual tiene sus propias prioridades

Los investigadores han demostrado que cuanto más grande es una especie, menor es la probabilidad de que se activen los genes implicados en la oncogénesis y mayor la de que se activen los genes supresores de tumores. Especies como las belugas, que pueden llegar a pesar 2 toneladas, han podido perdurar en la evolución desplegando estos mecanismos contra el cáncer. Sin embargo, para un ratón de 2 gramos, el riesgo de que contraiga la enfermedad antes de ser devorado es bajo. Por lo tanto, no le es ventajoso desde un punto de vista evolutivo desarrollar este tipo de resistencias. En su caso, parece más razonable apostar por otras funciones (escapar de los predadores, madurez sexual precoz…), para poder garantizar una descendencia numerosa.

Este nuevo ángulo de enfoque de las investigaciones sobre el cáncer, a través del estudio de los procesos selectivos, permitirá definir cuáles son las especies más resistentes a la enfermedad y comprender así cuáles son los factores determinantes de la misma. Estos trabajos permitirán finalmente mejorar la prevención de la enfermedad.

Información bibliográfica completaROCHE BENJAMIN, SPROUFFSKE K., HBID H., MISSÉ DOROTHÉE, THOMAS F. Peto»s paradox revisited: theoretical evolutionary dynamics of cancer in wild populations. Evolutionary Applications, 2013, 6 (1), p. 109-116. fdi:010058935

Roche Benjamin, Hochberg M. E., Caulin A. F., Maley C. C., Gatenby R. A., Missé Dorothée, Thomas F. Natural resistance to cancers : a Darwinian hypothesis to explain Peto»s paradox. Bmc Cancer, 2012, 12, p. 387. ISSN 1471


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