La celebración del 150 aniversario de Gustav Klimt está dejando en Austria pocas lagunas por descubrir del genial pintor austríaco.
Pero si alguna queda, la galería vienesa Belvedere contribuye a cubrirla con una nueva muestra en la que la tecnología permite viajar por la vida y arte del autor de «El Beso».
Lo que ofrece a partir de mañana la mayor pinacoteca sobre Klimt es una retrospectiva en la que la tecnología de la tableta iPad, combinada con la página de mapas Google Maps, permite al visitante escapar de la sala y plantarse en los lugares donde el artista amó, se inspiró, pintó e incluso fue enterrado.
Así, uno se planta ante «El Beso», en toda su plenitud, con los dos amantes enlazados en su propia intimidad que representan al propio Klimt y a su gran amor, Emilie Flöge. Con un solo cliqueo en el iPad, uno es conducido al Palacio Kammer, en el lago Attersee, donde la pareja pasó muchos veranos de idilio.
Otro salto virtual. Esta vez a Venecia, para aprender que fue en los majestuosos mosaicos dorados bizantinos de la Basílica de San Marcos donde Klimt se inspiró para empezar a usar el oro en sus cuadros e iniciar su «Periodo Dorado».
«Hemos recorrido verdaderamente cada sitio», explicó hoy Alfred Weidinger, comisario de la exposición, durante la presentación de la muestra «150 años de Gustav Klimt» al explicar la intención de este proyecto: ampliar el horizonte de percepción y sumergirse más en la obra de arte.
El museo pone a disposición del visitante tabletas iPads con dos aplicaciones. Una vincula 15 de las obras expuestas, entre ellas «El Beso», «Judith», o «El Friso de la Vida», con los lugares en los que fueron concebidas o creadas o que guardan una relación aun más simbólica, como la tumba de Klimt.
La segunda herramienta permite acompañar a Klimt por los lugares que marcaron su vida, gracias al sistema Google Maps.
En este mapamundi de Klimt aparecen edificios, ciudades y paisajes como la Secession o el Burgtheater, que albergan algunas de las obras que iniciaron la revolución creativa del artista; o Attersee, que tantas obra le inspiró; o Toledo, donde Klimt disfrutó en vivo de la obra de El Greco.
A través del iPad se puede ir a esos lugares y descubrir cómo influyeron en la vida y la obra de uno de los padres del arte contemporáneo austríaco y mundial, por ende.
Más allá de la novedad tecnológica, los 120 objetos que presenta hasta el día 6 de enero la galería Belvedere configuran el plato fuerte de un año dedicado a Klimt en que todos los grandes museos vieneses han participado con exposiciones propias.
En total, se exponen 30 piezas de Klimt y de varios pintores que iniciaron su carrera protegidos por el maestro, como Oskar Kokoschka y Egon Schiele.
La distribución de las obras gira en torno a siete grandes temas que recorren tanto la variedad y la evolución técnica y temática de Klimt.
La muestra recorre así desde el clasicismo de sus obras de estudiante, pasando por la puerta hacia la modernidad que abrió con su hermano Ernst y con Franz Matsch, por la Secession, hasta el Periodo Dorado y sus cuadros finales.
Su pasión por la mujeres, como elemento artístico y también de deseo; sus hijos y su familia; la importancia del paisaje, son algunos de los temas que toca la muestra.
Entre las novedades destacan siete nuevas cartas de amor a Emilie Flöge, que arrojan más luz sobre su relación, y dos nuevos lienzos, «Familia» y «Girasoles», que fueron adquiridos por el Belvedere el pasado marzo y que se exponen ahora por primera vez.
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