Un gran aplauso en la Galería de Rectores del Palacio de Minería, celebró la entrada del escritor Sergio Pitol, el viajero incansable, el coleccionista de joyas literarias y el hombre convertido en puente entre México y la cultura universal.
Tras una convocatoria en las redes sociales, diversos escritores jóvenes y consagrados se dieron cita la tarde de este domingo 3 de marzo para homenajear al escritor con breves semblanzas sobre su vida y obra.
Previamente, Elena Poniatowska, quien asistió como parte del público, recordó que la primera vez que conoció a Sergio Pitol fue en una huelga de hambre que realizo junto con Carlos Monsiváis para apoyar al partido comunista.
«También lo tengo muy presente cuando me recibió en Polonia a mi madre y a mí, llevándonos a conocer el palacio del rey Poiniatowski, además de pasearnos por toda la ciudad, entonces éramos jóvenes y muy guapos y yo sabía que era un amigo que conservaría para toda la vida. Hoy todos los que hemos disfrutados su obra y lo queremos, celebramos sus 80 años con gran alegría».
Margo Glantz recordó cuando estuvo con Pitol en Lisboa, donde encontraron a un cantante con peluquín que los hizo pasar una de las tardes más divertidas de su vida, además de rememorar sus andanzas por España. «Es un amigo al que todos celebramos en sus primeros 80 años de vida y al que deseamos muchas décadas más».
Mario Bellatin, dijo que a diferencia de otros escritores cuya pesadilla es la página en blanco y que ningún editor se interese en su trabajo, la verdadera aversión de Sergio Pitol son los médicos, aunque estando en cama muchas veces durante su niñez por diversos padecimientos, se entregó, según ha dicho, a la literatura.
«De alguna manera, de hacer de la enfermedad una virtud es en lo que me identifico con Sergio Pitol, yo mismo padecí asma de niño y tenía aversión por los médicos y tratamientos, pero con el tiempo descubrí que todo aquello era mentira, pues comencé a leerlo y a ver lo que había detrás de sus palabras».
Dijo que la enfermedad como mecanismo de defensa fue capaz en el caso de Sergio Pitol de transformar su realidad. «Nosotros lectores sabemos que Sergio Pitol no piensa de una manera común, por eso hoy nos reunimos aquí para celebrarlo a través de tantas miradas a su obra».
Adamari Gomís, recordó que a través de El tañido de una flauta se sintió por primera vez deslumbrada por la literatura de Sergio Pitol, encontrando una obra que no se parecía a nada que hasta entonces había leído.
«Se habla que es un escritor de culto, leer sus páginas es entrar a un mundo extraordinario donde los personajes nos llevan de la mano hacia territorios que nos sorprenden. Lo suyo es el extrañamiento, una esencia, un mundo inesperado en donde a menudo hay un hueco que el escritor debe llenar».
El joven escritor David Alejandro Martínez, describió las imágenes que se desprende de la literatura de Pitol, errantes, dijo, como el alma que habita en su autor, quien confronta siempre con una memoria irrevocable.
Nayeli García, leyó un texto donde habla de la autobiografía de Sergio Pitol, donde describe su viaje a Cuba, a Europa, donde las traducciones le hicieron partícipe de nuevos cánones literarios. «En este libro Sergio se explica las revoluciones del mundo y nos hace partícipes a todos».
Irvin Peres, dijo que leer a Sergio Pitol es leerse a uno mismo, pues abre las puertas a todo lector de su taller secreto, donde no existen géneros y donde el escritor enseña con generosidad todo aquello que no se puede aprender.
José Luis Valdés compartió el texto Una lectura de la vida, donde describe a Pitol como mago de la existencia y un prologuista de la vida, que otorga las mas maravillosas y sórdidas imágenes de la capitales culturales del mundo, mostrando lo mismo Praga que Venecia.
Finalmente, Alejandro García Abreu, se refirió en su ensayo al Teatro de la memoria que ha trabajado Sergio Pitol, quien en sus libros reanima el mapa del universo de sus obsesiones arrebatado a los amplios campos del recuerdo, mismo que se convierte en un maravilloso viaje interior.