El 16 de abril del año 2030 aconteció un hito en la historia de la ciencia: un grupo internacional de científicos expertos en inteligencia artificial nanotecnológica, trabajando en un laboratorio estadounidense, habían logrado poner en funcionamiento el primer “super-cerebro” electrónico.
La noticia fue difundida rápidamente por todos los medios de comunicación y sacudió a la humanidad. Diez años antes, el desarrollo del primer cerebro artificial, cuya capacidad intelectual era equivalente a la del humano, había sido noticia de primera plana en los diarios electrónicos del mundo; sin embargo, la buena nueva era un millón de veces más impactante, ya que, ciertamente, el súper-cerebro tenía la capacidad intelectual de un millón de cerebros humanos.
Para comenzar a probar la capacidad del dispositivo, este fue retado con cinco problemas matemáticos irresolubles hasta la fecha, inclusive para los mejores especialistas del mundo. Brainiac, como había sido denominado el aparato, tuvo las soluciones a los problemas en sólo una hora; dejando perplejos a los matemáticos de la época. Esa fue su primera gran hazaña. De hecho, el afamado Instituto Clay de Matemáticas, en Cambridge, Massachusetts, lo nombró miembro distinguido.
Las cuestiones matemáticas fueron sólo el inicio. Independientemente de las actividades que se le asignaban, el súper-cerebro electrónico pasaba el tiempo recabando y analizando el conjunto de conocimientos generados por la humanidad desde sus inicios. Se podría decir que “disfrutaba” saber de todo. Su capacidad para ocuparse de diversas tareas complejas permitió que se le enfocará en tres áreas principales, a saber: matemáticas aplicadas, física de partículas y biología molecular. Con Brainiac trabajando en estas tres grandes áreas se podría avanzar más rápidamente en temas sobre ingeniería, obtención de recursos energéticos, nano-electrónica y biomedicina, por citar algunos. Y dado que tenía la habilidad de comunicarse clara y elocuentemente, en varios idiomas, con los interlocutores, fue posible establecerlo como la piedra angular de un enorme grupo multidisciplinario de investigadores de diversas nacionalidades. El futuro empezaba a plantearse muy prometedor con la ayuda de este poderoso dispositivo.
En efecto, en cuestión de meses, Brainiac desarrolló planteamientos eficientes que condujeron a un sustancial avance en diversas áreas del saber humano. Surgieron nuevas líneas de investigación, se resolvieron problemas que tenían angustiados a
muchos científicos desde hacía años y se replantearon varios y diversos modelos
teóricos existentes. El súper-cerebro era la sensación del momento.
Tanta era la fama que rodeaba al novedoso dispositivo que se generó una gran
expectativa entre las personas que no se dedicaban a la ciencia. La situación llegó al
grado de que surgió una secta que proponía a Brainiac como un tipo de dios virtual,
dado que todo lo sabía y lo entendía. Los brainiacianos, como se hacían llamar, querían
la oportunidad de erigir una especie de templo donde se pudieran reunir on line con su
maestro virtual y así recibir sus enseñanzas y las respuestas a las preguntas
formuladas por los seguidores. Por otro lado, millones de correos electrónicos de todo
el mundo eran recibidos por la institución en donde se encontraba el célebre dispositivo
pidiéndole ayuda y consejo sobre los más variados temas, laborales y hasta triviales.
Sin embargo, nada de esto estaba contemplado entre las labores del cerebro
electrónico, por lo que ninguna de estas peticiones fue si quiera considerada por el
Comité Responsable del Súper-Cerebro Electrónico BRAINIAC. Dicha situación
produjo el disgusto de todos aquellos que veían en Brainiac un valioso consejero.
La negativa del comité no fue considerada y cada vez más gente en el mundo
comenzó a pedir acceso al conocimiento de la súper-máquina; algunos querían
consejos financieros, otros querían encontrar la cura contra la enfermedad que
padecían, otros deseaban saber si habían conocido al amor de su vida, si existían
extraterrestres más avanzados que el hombre, cuándo se acabaría el mundo, cómo
ganar dinero fácilmente, si el universo es finito o infinito, si se lograría viajar a la
velocidad de la luz etc. Una gran parte de la población mundial tenía preguntas para las
que no sabía las respuestas y tampoco sabía a quién recurrir, hasta ahora. Brainiac era
considerado como un oráculo moderno. Sus características lo hacían el sabelotodo al
que el hombre curioso siempre quiso conocer.
Entonces, debido a esta desbocada situación, se hizo un programa especial que
fue difundido por internet y televisión para explicar lo que Brainiac era y lo que no era.
Sus alcances y limitaciones, sus ventajas y sus desventajas. Con ello se puso fin a la
inquietud de los admiradores no-científicos del popular dispositivo y se desmoronaron
las ilusiones de todos aquellos que creyeron que Brainiac podría ser un guía y un
maestro, especialmente los brainiacianos. Después de esto, la algarabía mundial
generada por aquel fenómeno tecnológico cesó.
Un año después, se dio la noticia de que el mismo grupo que programó a
Brainiac había logrado obtener un nuevo súper-cerebro electrónico con la capacidad
intelectual de un millón y medio de cerebros humanos y que fue denominado Brainiac
2.0. Sin embargo, esta vez, nadie que no fuese científico se impresionó.
“El aspecto más triste de la vida actual es que la ciencia gana en conocimiento más
rápidamente que la sociedad en sabiduría”. Isaac Asimov.
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