Vasco Núñez de Balboa, natural de Jerez de los Caballeros, Badajoz, España, era un marino español, pero su histórico descubrimiento lo realizó desde tierra.
Nuñez de Balboa llegó a las costas de América en 1510, huyendo de sus acreedores por las deudas acumuladas en el mal manejo de la granja que tenía en la isla La Española, de donde salió escondido en un barril, junto con su perro Leoncico.
El navío, al mando del bachiller Enciso, se dirigía a la guarnición de San Sebastián de Urabá, precario asentamiento español en la costa caribeña de Panamá que estaba siendo asediado por los indígenas, con medio centenar de hombres al mando del joven Francisco Pizarro.
Balboa sugirió establecer un poblado más seguro en el interior en la región de Darién, fundando Santa María la Antigua, primera instalación permanente en tierra firme de América.
Con el apoyo del virrey Diego de Colón, fue nombrado en 1511 gobernador interino de Darién y para consolidar su puesto, prosiguió la expansión por el territorio del actual Panamá, combinando los combates con una política contemporizadora con los caciques indígenas, que fueron aportándole valiosas prebendas y apoyos materiales y humanos en su labor colonizadora.
En este contexto, en 1513 Chucunaque, hijo mayor del cacique Congre, le habló de un extenso mar que había hacia el sur y con abundancia de oro en sus proximidades. Balboa, conociendo las denuncias que habían hecho contra él en España y la creciente pérdida de poder de su protector Diego de Colón, recibió muy bien la noticia porque los nuevos y valiosos descubrimientos que esperaba hacer podrían demostrar en la metrópoli la competencia de su labor.
Siendo Gobernador de Darién, el 1 de septiembre de 1513, partió desde Santa María de la Antigua del Darién, con una expedición de 190 españoles y 800 indígenas, además de una jauría de perros, para llegar hasta el hoy Istmo de Panamá y atravesar las junglas espesas, durante 25 días, en busca del nuevo mar.
La temporada de lluvias complicó la marcha a través de los bosques y las ciénagas, llenos de mosquitos lo que, unido a los combates con los nativos, le causo numerosas bajas.
El día 6 se internaron junto con un gran contingente de mil indígenas de Careta, entre ellos Ponquiaco,hacia las tierras de Ponca, que se había reorganizado; pero fue vencido, sometido e hizo alianza con Núñez de Balboa. Luego de varios días y uniéndose varios hombres de Ponca se remontaron a la espesa selva el día 20. Avanzaron con algunas dificultades, encontrando tribus de piel negra. Llegaron el día 24 a las tierras del cacique Torecha, que dominaba el poblado de Cuarecuá. En este poblado se desencadenó una férrea y persistente batalla; Torecha fue vencido y muerto en combate. Al irrumpir en la casa de Torecha, los conquistadores descubrieron a su hermano «en traje de mujer» rodeado de otros notables. Los españoles interpretaron la escena como un harén homosexual y los ejecutaron a todos echándolos a los perros. Tras la batalla, los hombres de Torecha decidieron aliarse con Núñez de Balboa, aunque gran parte de la expedición estaba exhausta y malherida por el combate y muchos de éstos decidieron hacer descanso en Cuarecuá.
Núñez de Balboa decidió proseguir el camino con un destacamento de 67 españoles y un número indeterminado de indios, entre los cuales se encontraban Ponquiaco y el luego famoso Francisco Pizarro. Se internaron a las cordilleras del río Chucunaque. Según informes de los indígenas, desde la cima de esta cordillera se podía ver el mar.
El 25 de septiembre de 1513, siguiendo a sus guías indígenas, Núñez de Balboa se adelantó al resto de los expedicionarios y antes del mediodía logró llegar a la cima de la cordillera del río Chucunaque, en el actual Panamá, y contemplar, lejos en el horizonte, las aguas del mar desconocido. Ahí, de rodillas dio gracias a Dios.
Los demás se apresuraron a demostrar su alegría y felicidad por el descubrimiento logrado por Núñez de Balboa. El capellán de la expedición, el clérigo Andrés de Vera entonó el Te Deum Laudamus, mientras que el resto de los hombres erigieron pirámides de piedras e intentaron con las espadas grabar cruces e iniciales sobre la corteza de los árboles del lugar, dando fe que en ese sitio se había realizado el descubrimiento. Todo eso ocurrió el 25 de septiembre de 1513.
Desde esa altura todavía les costó cuatro días llegar a la playa.
Pasado el momento del descubrimiento, la expedición bajó de las cordilleras rumbo al mar y se internó en las tierras del cacique Chiapes, que fue vencido en un breve combate e invitado a colaborar con la expedición. De la comarca de Chiapes salieron tres grupos en busca de caminos que llegaran al mar. El grupo que lideraba Alonso Martín llegó a sus orillas dos días después, embarcándose en una canoa y dando fe que había navegado por primera vez dicho mar. De regreso avisaron a Núñez de Balboa y éste marchó con 26 hombres que llegaron a la playa.
Núñez de Balboa levantó sus manos, en una su espada y en la otra un estandarte con una imagen de la Virgen María; entró al mar hasta las rodillas y tomó posesión de él en nombre de los soberanos de Castilla, Juana y Fernando. Balboa bautizó al golfo donde estaban como San Miguel, porque fue descubierto el día de San Miguel Arcángel, 29 de septiembre y al nuevo mar como Mar del Sur, nombre dado entonces al Océano Pacífico, por el recorrido que tomó la exploración al llegar a dicho mar.
Este hecho fue un jalón importante en la larga búsqueda llevada a cabo por los españoles de una ruta marítima a Asia por occidente.
El recorrido lo completaron sólo 67 hombres, según consta por el escribano Valderrábano.