Las campañas de la Dirección General de Tráfico advierten que emborracharse y conducir son dos actividades incompatibles. Sin embargo, un alto porcentaje de los accidentes vehículares siguen produciéndose porque el conductor ha ingerido alcohol, tal y como reveló el informe emitido en 2007 por el Centro de Monitoreo Europeo para Drogas y Adicciones (EMCDDA).

Los expertos consideran que el problema es aún mayor si los conductores son adolescentes. Así, un nuevo estudio liderado por investigadores de la Universidad de Zaragoza analiza los factores socioeconómicos relacionados con la conducción bajo los efectos del alcohol en los jóvenes españoles entre 14 y 18 años.

“Convencer a un adolescente de que no debe beber si conduce un vehículo es difícil”, explica a Sinc José Julián Escario Gracia, investigador de la institución aragonesa y autor principal de este estudio, publicado en la revista Adicciones.

Los datos, procedentes de 30.183 estudiantes que participaron en la Encuesta Estatal sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias de 2008, reflejaron que un 6,7% de los estudiantes encuestados habían conducido tras beber alcohol.

“Este porcentaje podría parecer pequeño, pero teniendo en cuenta que la edad media de los participantes era de 15,6 años y, por tanto, pocos contaban con una licencia de conducción, se trata de una cifra considerable”, añade el investigador.

El trabajo subraya además que si los padres consumen alcohol, es más probable que sus hijos acaben conduciendo bajo sus efectos, lo que evidencia –en palabras de Escario– que la prevención es también responsabilidad de los padres, ya que su conducta influye en sus hijos. Esta conducta arriesgada es más frecuente en chicos que en chicas, y también en adolescentes de mayor edad.

De los resultados puede derivarse que las campañas informativas sobre los peligros de la conducción bajo los efectos del alcohol funcionan. “Algunos han mostrado su escepticismo sobre este tema, pero a la luz del trabajo realizado, parece que sí reducen la probabilidad de conducir bebido entre los adolescentes”, afirma el autor.

El experto sostiene que, para su éxito, dichas campañas deberían hacer mayor énfasis entre los adolescentes masculinos, los de mayor edad y los que no estudian bachillerato, ya que son los grupos con mayor prevalencia de la conducta analizada. Asimismo, según los autores, si se incluyeran a los padres podría obtener mejores resultados.

La influencia materna en el consumo

“El porcentaje de adolescentes que conduce bajo los efectos del alcohol es inferior entre los que viven con sus madres”, apunta Escario. “Tal vez el rol tradicional de la madre, caracterizado entre otros rasgos por el cuidado de los hijos, influya en este resultado”.

De hecho, otros autores han encontrado que la socialización maternal está relacionada con bajos consumos de tabaco y alcohol. En cuanto a las características escolares, las campañas informativas en los centros escolares sobre las consecuencias del alcohol y otras drogas reducen la probabilidad de que el estudiante conduzca bajo sus efectos.

Dicha relación se observa en mayor medida entre los varones y los adolescentes más jóvenes. “Por otra parte, resulta curioso el resultado que relaciona positivamente el estar en un colegio interno y una mayor tendencia a llevar a cabo esta conducta de riesgo”, subraya.

Adolescentes y conductas de riesgo

Algunos estudios anteriores indican que existe relación entre una temprana ingesta de alcohol y la probabilidad de sufrir un accidente por esa causa más adelante. En España, y de acuerdo con la Encuesta Estatal sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias (ESTUDES 2008), la sustancia más consumida por los adolescentes es el alcohol.

“De ahí podría pensarse que, al tener en cuenta que hasta los 18 no es posible conducir legalmente un automóvil en España, la incidencia de accidentes entre adolescentes por conducir bebidos será mínima”, valora Escario.

El autor sugiere que esta podría ser la razón por la que son escasos los trabajos que han analizado esta conducta, incluso sabiendo que desde los 15 años está permitido conducir ciclomotores –antes de 2010, desde los 14 años– y desde los 16, motocicletas de 125 cm3.

Referencias bibliográficas:

María-José BarlésArizón; José-Julián Escario; José Galbe Sánchez-Ventura (2014). Predictors of driving after drinking among Spanish students. Adicciones, 26(2), 96-105.

Brown, S. L., & Rinelli, L. N. (2010). Family structure, family processes, and adolescent smoking and drinking. Journal of Research on Adolescence, 20(2), 259-273. doi:10.1111/j.1532-7795.2010.00636.x

Hingson, R., Heeren, T., Levenson, S., Jamanka, A., & Voas, R. (2002). Age of drinking onset, driving after drinking, and involvement in alcohol related motor-vehicle crashes. Accident Analysis and Prevention, 34(1), 85-92. 

(SINC)

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