Se han necesitado doce años de cálculos, simulaciones, construcciones y pruebas para llegar al lanzamiento de la segunda versión del Solar Impulse, el único avión preparado para viajar alrededor del mundo con energía solar. El reto es difícil: volar sin combustible, con un solo piloto y durante cinco días con sus noches sobre los océanos de un continente a otro.
“Cuando tuve la idea de este proyecto, los únicos aviones que podían volar así eran algunos prototipos de 4 metros y 50 gramos de carga. Necesitábamos tener la envergadura de un Jumbo y la masa de un coche: cada gramo es un peso para nosotros”, ha explicado hoy en Madrid Bertrand Piccard, el promotor del proyecto y piloto de la nave.
El HB-SIB es el nombre de este avión solar monoplaza de fibra de carbono, que tiene una envergadura de 72 metros y un peso total de 2.300 kg, equivalente al de un coche. Los cuatro motores integrados, diez veces más ligeros que los convencionales, se alimentan por 17.000 células solares integradas en las alas. Durante el día, estas células también recargan las baterías de litio de 633 kg de peso, lo que permite al avión volar y tener una autonomía prácticamente ilimitada.
La vuelta al mundo comenzará en marzo de 2015 desde Abu Dhabi. El Solar Impulse 2 planeará después sobre el Mar de Arabia, India, Birmania, China, el océano Pacífico, Estados Unidos, el océano Atlántico y el sur de Europa –pasará por Sevilla– antes de cerrar el recorrido volviendo al punto de partida.
El Solar Impulse 2 también cuenta con una cabina de 3,8 m3 y cada uno de sus detalles ha sido diseñado para que el piloto pueda permanecer en ella durante una semana. Sin embargo, la cabina no está presurizada ni climatizada, lo que supone un desafío adicional para la resistencia del piloto.
“Es un reto, pero nos hemos entrenado en simuladores durante 72 horas seguidas y hemos dormido diez horas en periodos de veinte minutos. Tras 21 vuelos de prueba, el Solar Impulse cruzará el mundo con cero emisiones de carbono\’, ha asegurado Piccard.
Un proyecto “imposible”
Una de las partes más llamativas del proyecto son los socios que forman parte de Solar Impulse. Según Piccard, André Boschberg (ingeniero aeroespacial y CEO de Solar Impulse) fue el responsable de encontrar a todas las empresas que hoy contribuyen al proyecto: “No teníamos socios, así que hablamos a todo el mundo del avión solar. Estábamos convencidos de que si se lo contábamos al mundo, nadie iba a dejar escapar esta oportunidad”, ha explicado.
Lo sorprendente es que en esa lista no se encuentran ninguna que tenga que ver con la aeronáutica, ya que les dijeron que conseguirlo era imposible: “Se trata de la misma situación que el coche eléctrico: lo desarrolló una persona que se hizo rica gracias a internet”.
Reconciliación segura
Respecto a lo que pueda ocurrir en un futuro, Piccard no está muy seguro de nada: “Si yo supiera lo que hacer en cinco años, no sería una aventura, sino un plan de negocios”.
Tiene la certeza, no obstante, de que la industria cambiará gracias a Solar Impulse, donde las aplicaciones serán muy variadas: desde aviones no tripulados hasta “cualquier cosa que se mueva por tierra”. Para los aviones solares comerciales, sin embargo, dice que queda mucho tiempo.
El objetivo final de Solar Impulse es lanzar un mensaje al mundo y promover la innovación en las empresas. Piccard está convencido, además, de que este es un gran paso para que tanto la ecología como la industria “se reconcilien y ganen a la vez”.
“El futuro del mundo es la eficiencia energética: donde somos rentables en el ahorro energético. El objetivo del siglo pasado fue conquistar el mundo. El de este, mejorar la calidad de vida de las personas, encontrar mejores gobernantes y, sobre todo, potenciar la sostenibilidad del planeta”, ha concluido.
Una familia de exploradores
La costumbre de explorar el mundo y batir nuevos récords de Bertrand Piccard es tradición en su familia. El físico e inventor Auguste Piccard, abuelo de Bertrand, se hizo famoso por sus exploraciones de la estratósfera y de las profundidades marinas. Primero, por diseñar y despegar en 1932 con un globo aerostático que alcanzó una altura de 16.201 metros; segundo, por batir en 1953 el récord de profundidad al sumergirse más que nadie: 3.150 metros.
El hijo de Auguste y padre de Bertrand, Jacques Piccart, continuó con el legado de su padre y en 1960 Jacques Piccard descendió junto al teniente de la Marina estadounidense Don Walsh en la Fosa de las Marianas hasta 10.916 metros de profundidad. Desde entonces, ningún otro ser humano ha llegado a un punto tan extremo.
Hoy, Bertrand Piccard es un aeronauta suizo que, además de estar a punto de conseguir ser el primero en dar la vuelta al mundo en un avión solar, consiguió en 1999 completar la primera circunvalación al mundo en globo aerostático sin escalas, batiendo el récord de permanencia en vuelo (19 días, 21 horas y 47 minutos).
(SINC)