El 24 de noviembre de 1974, a 159 km de Adís Abeba, Etiopía, el paleontólogo Donald Johanson y el joven doctorando Tom Gray regresaban de una excursión cuando, desde el Land Rover en que viajaban vieron un pequeño bulto que sobresalía del suelo, lo que provocó la sospecha y curiosidad. Escarbarón un poco y apareció un hueso occipital.
Lucy había sido encontrada.
Lucy era una hembra de una especie que ya caminaba en dos pies, que además probablemente ya había perdido algunas de las habilidades de los simios, como trepar a los árboles, lo que la vuelve el primer miembro reconociblemente humano del árbol genealógico de los primates.
Lucy podría ser el punto en que los homínidos comenzaron a tener una apariencia más humana que simia.
La aportación que hizo Lucy al conocimiento de la evolución fue espectacular: Hasta ese entonces no existían pruebas claras de bipedismo en una especie con más de 2 millones de años de antigüedad, pero estos homínidos vivieron hace 3.2 millones de años, y son de los más antiguos que se conocen.
En los días siguientes al descubrimiento encontraron un fémur, algunas costillas, la pelvis y la mandíbula inferior. Tras dos semanas de minuciosa excavación, los antropaleontólogos habían recabado el 40% de este espécimen, al que bautizaron Astralophitecus afarensis por ser descubierto en la región donde habita la tribu Afar.
Lucy es el esqueleto de una hembra de un metro de altura, 27 kilogramos de peso (en vida) y unos 20 años de edad.
Lucy pertenecía a una especie bípeda, distinta al Homo sapiens debido a la proporción entre piernas y brazos. Además, la curvatura de sus manos es sustancialmente diferente a la de las nuestras y su pecho estaba estrechado hacia arriba.
En su especie, el cerebro era pequeño aunque si se compara con el conjunto de su cuerpo, tenía un tamaño considerable. Sus dientes eran muy grandes por lo que la cara sobresalía por delante del cráneo.
Las primeras excursiones
Durante los años 60, fueron muchos los científicos que se aventuraron a buscar fósiles humanos en Etiopía, llevados por la teoría de que esa podía ser la cuna de la humanidad y en busca del llamado “eslabón perdido”
En 1972, un grupo de 16 antropólogos viajó a Afar, en Etiopía, para explorar el sitio por los bordes del río Ledi. El descubrimiento en la zona del primer fósil en 1973 de un homínido hizo que los investigadores siguieran escarbando.
Donald Johanson, entusiasmado por el hallazgo, al año siguiente volvió a probar suerte por la zona en busca de otro descubrimiento como el del año anterior.
Después de unas semanas sin suerte, el 24 de noviembre de 1974 decidió cartografiar una de las zonas previstas a lomos de su Land Rover y el 24 de noviembre de 1974 fue el día que vio el bulto que anunciaba la presencia de Lucy
Del porque bautizaron a Lucy con ese nombre
Lo que Johanson y Gray encontraron eran unos vestigios muy completos.
Pero el esqueleto debía tener nombre.
Y tal como sucede en muchos casos, cuando se le busca nombre a un nuevo ser, los interesados proponen y proponen, hasta que llega el momento de la iluminación o de la determinación y el nombre surge.
Era el esqueleto de una hembra y varias decenas de nombres de mujer surgieron. Una tarde en busca del nombre en la radio que tenía en el campamento comenzó a sonar “Lucy in the Sky with Diamonds”, la entonces popular canción de The Beatles.
Lucy fue el nombre escogido casi por unanimidad, en ese momento.