La física mexicana Ana María Cetto Kramis consideró que la entrega del Premio Nobel de la Paz 2014 a la pakistaní Malala Yousafzai y al indio Kailash Satyarthi es oportuna y justa, porque dirige la atención a un problema muy serio sobre la falta de respeto y violación a los derechos de los niños y jóvenes del mundo.

“Cada vez que aparece el anuncio del Premio Nobel se reflexiona sobre cuáles son los méritos de la persona u organización que estuvo detrás de ese trabajo como para recibir un reconocimiento así. Hay veces que uno queda más convencido que otras, sobre todo con el que se otorga en el rubro de la Paz, porque es una decisión muy difícil y algunas decisiones que ha tomado el Comité Nobel han sido muy cuestionadas y justamente cuestionadas”, expuso.

Cetto destacó que para este año se recibió una cantidad inédita de propuestas de candidatos, un total de 278, el número más alto que ha habido en la historia del Premio Nobel de la Paz, 19 más que en el 2013. “Esto significa que luego de otorgarse a dos personas se dejó a 276 candidatos que se creían aspirantes y que llegaron a ser postulados ante el Comité Nobel. Entonces uno se pregunta cuántas de esas propuestas han hecho una labor tan meritoria para que sean tomadas en cuenta, seguro muchas”.

El Premio Nobel de la Paz 2014 fue concedido a la pakistaní Malala Yousafzai, una joven de 17 años de edad, y al indio Kailash Satyarthi, un activista de 60 años, por su lucha contra la opresión de niños y jóvenes y por el derecho a la educación de todos los niños.

En opinión de la investigadora del Instituto de Física de la UNAM, este Premio es muy oportuno y justo porque existe un problema muy serio de falta de respeto y de violación a los derechos de los niños, una práctica que ocurre en unas naciones más que en otras. “Esto no es un problema aislado, es un conjunto de síntomas de una problemática mayor que requiere de una atención especial”.

Resaltó que el galardón concedido a Malala es una buena decisión y apunta a un problema muy severo que aún existe en varios países, el derecho de las niñas a la educación, y que en el caso de la pakistaní se inserta en un problema más amplio en un lugar donde el fundamentalismo se presenta de forma tan violenta ejercida por  los talibanes, un grupo que ha adquirido mucha capacidad de acción.

“El caso de Satyarthi es muy interesante porque es una persona pacifista de la línea de Gandhi. Nunca va a hacer nada violento pero vive en un país donde hay situaciones muy violentas. En India hay miles de niños en condiciones de esclavitud y explotación, en general es el continente asiático donde más se registra esta trata de niños incluso con fines sexuales o laborales, y con ello se les retira de la posibilidad de ir a la escuela. Es una llamada de atención para el mundo, para los países que han suscrito convenciones sobre derechos humanos y derechos de los niños, y no hay seguimiento para esta situación que se mantiene como un problema sin atender”.

Mencionó que el hecho que haya países o grupos de mucha influencia dentro de algunas naciones que impidan que las niñas accedan a la educación, es algo que en el siglo XXI simplemente no debe permitirse. “Lo increíble es que existe una Convención sobre los Derechos del Niño que entró en vigor en 1990 y ha sido ratificada por todos los países miembros del sistema de la ONU, excepto tres (Somalia, Estados Unidos y Sudán del Sur) y el valor de la ratificación es que el país firmante se compromete a cumplir con lo que establece en el documento y se da un seguimiento con el desarrollo de una  serie de mecanismos”.

Para la científica integrante de la Academia Mexicana de Ciencias, sin duda es interesante que se le haya dado el Premio Nobel de la Paz a una musulmana de Pakistán y a un hindú de la India, porque son dos países que están enfrentados también, conflictos que pueden atenderse tomando en cuenta que se tiene más en común y que no todo los separa.

Por lo anterior, Cetto lamentó que a pesar de que los países firman convenciones y tratados que se asumen vinculantes o que implican un compromiso para evitar ciertas prácticas, éstas siguen. “El Comité Nobel hace bien en seguir llamando la atención a través de los premios que concede, evaluando los méritos del postulante,  pero llevado los reflectores a una situación específica”.

Ana María Cetto integró el consejo directivo – y posteriormente asumió la presidencia- de las Conferencias Pugwash, organización que en 1995 y su presidente en ese entonces, el británico Joseph Rotblat, recibieron el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos para disminuir el papel desempeñado por las armas nucleares en la política internacional y, a largo plazo, para eliminar dichas armas.

En 2005, la física mexicana nuevamente se vio relacionada con el prestigiado galardón cuando este fue concedido al Organismo Internacional de Energía Atómica y a su director general, el egipcio Mohamed el-Baradei. En dicha entidad, perteneciente a la ONU, Cetto se desempeñaba como directora general adjunta cuando resultó premiada la organización por los esfuerzos realizados para prevenir el uso de la energía nuclear con fines militares y asegurar que la energía nuclear con propósitos pacíficos sea usada de la manera más segura posible.

La paz, un proceso que se construye

Cetto Kramis reflexionó sobre la paz y aseguró que esta tiene que ver mucho con encontrar verdaderas soluciones a los conflictos en el nivel en el que se den, tratando de entender a las  partes en pugna y buscar soluciones que atiendan a las causas.

“Normalmente esas soluciones no van a dejar a ninguna de las dos partes cien por ciento satisfecha, por ello digo que la paz es un proceso que se construye. Cada parte tiene que ceder en algún lado y tiene que entender al otro para que se logre la paz verdadera en el ámbito que se trate. En el contexto internacional por ejemplo, no significa que se va a lograr la paz mundial, pero cuando menos así nos podemos asegurar que en el futuro no va a explotar el conflicto y podemos vivir en paz”.

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