Aunque Chile se caracteriza por ser un país sísmico y experimentar terremotos cada cierto tiempo, no existe entre la población un acostumbramiento a estos fenómenos. Por el contrario, está siempre latente la inquietud de predecirlos y anticiparse para sortear mejor sus consecuencias.
Una parte importante del Norte de Chile, de más de 400 km de largo, ha sido observada con gran interés desde hace unos 30 años y fue identificada como una laguna sísmica, donde el último gran terremoto se produjo en 1877 y desde entonces solo había sufrido eventos de menor magnitud. Por esta razón, los investigadores pensaban que el próximo sismo que se produciría en esta zona sería un megaterremoto, similar al acontecido en las regiones del Maule y Biobío (Chile) en 2010. Sin embargo, el sismo de Iquique sólo rompió la parte norte de la laguna sísmica.
¿Qué caracterizó a este terremoto? En esa dirección apunta un estudio realizado por científicos del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile y de Francia (que forman parte del Laboratorio Internacional Asociado en Sismología Montessus de Ballore), liderado por el profesor Sergio Ruiz, y cuyas conclusiones fueron publicadas recientemente en la prestigiosa revista Science.
El artículo está basado en el análisis de señales precursoras del terremoto de Iquique del 1 de abril de 2014, que tuvo una magnitud de 8.1. De acuerdo a los antecedentes recopilados y dados a conocer en este estudio, el sismo fue precedido, desde el 16 de marzo, por una importante actividad sísmica acompañada de un movimiento continuo del suelo, detectado por la red de equipos sísmicos y geodésicos instalados en el Norte del país. Al interpretar los datos obtenidos, los investigadores concluyeron que durante marzo se produjo un “sismo lento” y a medida que la sismicidad iba en aumento, se anunciaba la ocurrencia del terremoto que finalmente se produjo.
¿Cómo se obtuvieron los datos? El doctor Jaime Campos, académico del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile y uno de los autores del estudio, explica que “la detección de estas señales precursoras fue posible gracias a modernos instrumentos de investigación instalados en el Norte desde comienzos de la década de los noventa por la Universidad de Chile”. Agrega que “esta red sísmica y geodésica con estaciones GPS ha mejorado sustancialmente desde el año 2007 gracias a un programa liderado por el Departamento de Geofísica de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la universidad en colaboración con el Ministerio de Investigación de Francia, CNRS, a través de los centros de investigación IPGP y ENS, y con el GFZ de Alemania”.
Más doctores en sismología
Según explica el doctor Campos, el sistema implementado por los investigadores y que dio origen a las conclusiones publicadas por Science podría ser replicado en otras regiones del país o en otras zonas sísmicamente activas en el mundo.
“Es una etapa muy recomendable. Sólo se requiere de la voluntad política de asignar los recursos necesarios para que el país cuente, a la brevedad, con una red sismológica moderna para el monitoreo sísmico con la capacidad además de proporcionar información destinada a la investigación y generación de conocimiento sobre los terremotos en Chile”, indica el investigador.
No obstante, la infraestructura necesaria no es el mayor obstáculo que hoy enfrenta la investigación sismológica nacional a juicio del doctor en Sismología. Él señala que “Chile tiene una enorme y dramática carencia de expertos en sismología, especialmente en las instituciones encargadas del riesgo y manejo de emergencias”. Explica que se requiere urgentemente contar con muchos más científicos con un alto nivel de formación en sismología, trabajando en el sistema universitario para la generación de conocimiento, como también en las diversas organizaciones que tiene la institucionalidad del Estado para el sistema de monitoreo y prevención de desastres de terremotos y tsunamis en el país.
La línea de investigación desarrollada por estos científicos ha recibido financiamiento de CONICYT a través de proyectos Fondecyt (Regulares y de Iniciación), y también en la creación del Laboratorio Internacional Asociado en Sismología Montessus de Ballore, junto al CNRS de Francia.