Alrededor del 30% de los microorganismos encontrados en moscardas de la carne o moscardones son capaces de causar enfermedades en seres humanos, según reveló un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Campinas (Unicamp), de la PennState University, en Estados Unidos, y de la Nanyang Technological University, de Singapur.

Entre las bacterias halladas en los cuerpos de los insectos se encontraban la Yersinia pestis, causante de la peste bubónica, la Helicobacter pylori, asociada al surgimiento de la gastritis, la úlcera y el cáncer de estómago, y diversas especies que pueden provocar gastroenteritis, neumonía e infecciones urinarias.

Estos datos fueron presentados por Ana Carolina Martins Junqueira, investigadora del Singapore Centre on Environmental Life Sciences Engineering (Scelse), de Singapur, durante el evento intitulado “Advanced Topics in Genomics and Cell Biology”, realizado entre los días 4 y 6 de agosto en la Unicamp.

“Todo el mundo sabe que las moscas son insectos sucios, pero el índice de bacterias patogénicas fue tan alto que nos asustó. Es el microbioma más patogénico que ya se haya descrito. Vamos a empezar a hacer ahora algunos experimentos para descubrir si solamente transportan a los microorganismos o si pueden transmitir efectivamente esas enfermedades a las personas al posarse en la comida, por ejemplo”, comentó Martins Junqueira.

Los científicos analizaron la microbiota encontrada en el cuerpo de 127 moscas de 19 especies que suelen ser atraídas por la materia orgánica en descomposición. Los insectos se capturaron en 12 sitios distintos de Brasil y de Estados Unidos, durante el posdoctorado de Martins Junqueira, realizado en la Unicamp con el apoyo de la FAPESP.

En los alrededores de Campinas, la recolección se llevó a cabo en un hospital público, un en mercado de comidas, en un parque del área urbana y en un basural. También se realizaron recolecciones en una reserva natural de la Selva Amazónica y en seis establos de diferentes especies de animales criados en el campus de la PennState University, en University Park, Pensilvania. Un linaje se mantuvo en un laboratorio del Centro de Biología Molecular e Ingeniería Genética (CBMEG/ Unicamp) en calidad de control.

Originariamente, tal como comento Martins Junqueira, el objetivo del proyecto consistía en secuenciar el genoma mitocondrial de 20 especies de moscas pertenecientes al orden Diptera, como así también estudiar la evolución de estos insectos con la ayuda de plataformas de secuenciación de última generación.

“Al principio tuve una cierta dificultad para secuenciar determinados fragmentos del genoma. Posteriormente conocí a Stephan Schuster, en esa época profesor de la PennState University, quien se interesó en el trabajo y decidió colaborar”, comentó Martins Junqueira.

Schuster planteó que la mejor manera de mapear el genoma mitocondrial sería secuenciando todo lo que había en las moscas recolectadas, incluso la microbiota que transportaban, y luego filtrar los genomas asociados (metagenoma) durante la etapa de análisis de los datos. “Primero secuenciamos únicamente la cabeza, después el tórax, el abdomen y por último, las patas y las alas”, comentó la investigadora.

Luego de culminar su posdoctorado, Martins Junqueira trabajó con Schuster en Estados Unidos para hacer el análisis del metagenoma. Para ello fue necesario desarrollar nuevas técnicas, de manera tal de optimizar el tratamiento y la categorización del inmenso volumen de datos generados con los métodos de secuenciación de nueva generación.

“Mediante análisis estadísticos de los microorganismos hallados, fue posible separar las moscas del ambiente urbano, las de la Amazonia, las de ambientes rurales y las de laboratorio. Esto muestra que el ambiente tiene un peso mucho mayor en la modulación del microbioma que la especie en sí misma”, dijo Martins Junqueira.

De acuerdo con la investigadora, la cantidad de patógenos encontrados en las moscas de los ambientes urbanos fue mucho mayor que en las demás, probablemente debido a que en dichos ambientes existe una mayor cantidad disponible de basura y de materia orgánica en descomposición.

“El gran problema radica en que estos insectos se mueven fácilmente entre un ambiente sucio, como un basural, y la parrillada en casa. En las moscas recolectadas dentro del hospital, por ejemplo, encontramos bacterias responsables por dos tercios de las infecciones hospitalarias del mundo”, dijo Martins Junqueira.

Además de las bacterias patogénicas para los seres humanos, añadió la investigadora, también se hallaron especies que pueden causar enfermedades en animales y plantas.

“Sostenemos la hipótesis de que estos insectos puede emplearse como sensores ambientales y así ayudar a predecir brotes, fundamentalmente en zonas de frontera, puertos y aeropuertos. Podríamos monitorear la contaminación de los ambientes mediante el análisis del microbioma de las moscas”, afirmó la investigadora.

Aedes

Actualmente, en el Singapore Centre on Environmental Life Sciences Engineering, Schuster y Martins Junqueira se valen del mismo abordaje creado en el estudio con moscardones para investigar el microbioma del Aedes aegypti, el mosquito transmisor del dengue.

“El objetivo consiste en ver si existe una diferencia entre los microorganismos encontrados en mosquitos infectados por el virus del dengue y los no infectados. Este estudio recién está comenzando, y por ahora sólo trabajamos con especímenes de laboratorio. Pero ya hemos visto diferencias entre las bacterias existentes en esos dos grupos”, explicó la investigadora.

En el futuro, los científicos pretenden investigar la posibilidad de inhibir la infección del mosquito por el virus mediante la modulación del microbioma existente en su cuerpo.

Simultáneamente, Martins Junqueira también colabora con investigadores del Laboratorio de Genética y Evolución Animal del CBMEG/ Unicamp, encabezado por la profesora Ana Maria Lima de Azeredo-Espin. Ese grupo analiza microARNs de distintas especies de moscardas y plagas de la ganadería para intentar entender la regulación de genes involucrados en los hábitos alimentarios de esos insectos, con el apoyo de la FAPESP.

“Este estudio podrá generar datos al respecto de los factores genéticos de las moscas que se encuentran asociados con la atracción por la materia orgánica en descomposición o tejidos vivos, aparte de suministrar datos fundamentales para el estudio de la interacción huésped-microbioma”, comentó Martins Junqueira.

Los comentarios están cerrados.