Un medicamento que inhibe el avance de la cirrosis hepática y repara el hígado, creado en 2003 por Victoria Chagoya de Sánchez, emérita del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la UNAM (en colaboración con Rolando Hernández, en estudios recientes con la participación de Mariana Domínguez y Rebeca Pérez), ha demostrado que también detiene la inflamación crónica asociada al daño hepático y cáncer.
Con esta nueva aplicación de su desarrollo farmacéutico, ya patentado, la doctora en bioquímica obtuvo el segundo lugar del Programa de Fomento al Patentamiento y la Innovación de la Coordinación de Investigación y Desarrollo (CID) de esta casa de estudios, un esfuerzo institucional por hacer llegar a la industria y a la sociedad aplicaciones del nuevo conocimiento generado en la Universidad Nacional.
Actualmente, el fármaco experimental está en espera de una transferencia tecnológica que permita realizar las fases clínicas de estudio en humanos, que son parte de los protocolos para, posteriormente, llegar al mercado.
“Hasta ahora no hemos tenido avances en esa parte. Hace algunos años se interesó una farmacéutica mexicana, pero al final el proceso no llegó a término”, señaló la científica.
La molécula IFC305
Experta en la regulación e integración del metabolismo intermedio y de los lípidos, así como en la toxicidad y regeneración del hígado, durante más de 30 años Chagoya ha utilizado la adenosina, una molécula reguladora de procesos vitales como el metabolismo del organismo, la contracción muscular y el ciclo sueño-vigilia.
Un derivado de la adenosina, llamado IFC305, diseñado por Francisco Hernández Luis, de la Facultad de Química, es la base de su fármaco y constituye una alternativa terapéutica promisoria para el tratamiento de la cirrosis y de la inflamación crónica presente en varias enfermedades.
“El IFC305 posee una actividad fisiológica amplia e importante. No es de extrañar que tenga efectos en distintas áreas del organismo, porque la sustancia base del compuesto actúa a distintos niveles: de corazón, cerebro e hígado”, explicó.
Con la investigadora posdoctoral Mariana Domínguez y la alumna de maestría y doctorado Rebeca Pérez Cabeza de Vaca, Chagoya profundizó en los efectos inmunológicos del compuesto IFC305, en el modelo de cirrosis experimental.
“Vimos que en el desarrollo de la enfermedad está involucrada la respuesta inmune de manera importante. Hay una activación de los macrófagos y ocurre una inflamación del organismo que después se vuelve crónica”, explicó.
El IFC305 inhibe esa respuesta inflamatoria y fibrogénica, con lo que favorece la reparación del tejido hepático. “Si la acción de la molécula es temprana, ya no progresa la enfermedad, y una vez establecida, comienza un proceso de reparación”, remarcó.
Se ha demostrado que el IFC305 tiene una vida media mayor que la molécula base (la adenosina). En su versión sintética, este compuesto dura más y es el que se utilizará como medicamento contra la cirrosis y en la nueva aplicación para inhibir la inflamación crónica. Con base a lo anterior, se registró una nueva patente en la modulación de procesos inflamatorios, cáncer y otras enfermedades, dijo.
Finalmente, la universitaria lamentó que en el país exista escasa inversión para probar moléculas nuevas, como la desarrollada por ella en la UNAM, pues en este caso se ha detenido la etapa de fases clínicas en humanos, un requisito para registrar el medicamento y comercializarlo.