“La gente cree que en México no hay tsunamis, pero la verdad es que son generados por los terremotos, y nuestro país se encuentra en zona de riesgo de sismos, por tanto de posibles tsunamis. Lo que hacemos para darle a los pobladores costeños la información más elemental es decirles que puede venir una ola muy grande que se va a llevar todo lo que tienen, así que lo mejor es que se ubiquen en zonas más altas”.
De esta forma hace el primer esbozo de lo que es un tsunami el ingeniero Mauricio Porraz Jiménez-Labora, quien tiene más de 50 años de ejercer la Ingeniería Oceánica, siendo tal vez el mayor experto en la materia del país. Actualmente es coordinador del Programa Multidisciplinario de Educación, Investigación, Desarrollo Tecnológico e Innovación, de la Academia de Ingeniería, y es propietario de 60 patentes nacionales e internacionales.
Sin embargo, en esta ocasión centra su atención en hacer una advertencia: México no está preparado ante lo catastrófico que puede ser enfrentar al fenómeno natural llamado tsunami, ante el cual sólo queda prevenirse.
“Ellos son pescadores y quieren vivir a la orilla del mar”
Tsunami es un término japonés que significa ola (nami) en puerto (tsu). El también reconocido como maremoto, se explica cómo una serie de ondas de longitud y periodo sumamente largos, normalmente generados por perturbaciones asociadas con terremotos que ocurren bajo el fondo del océano o cerca de él. Asimismo, las erupciones volcánicas, los deslizamientos de tierra submarinos, los derrumbes costeros de montañas, y el impacto en el mar de un meteorito de gran tamaño también pueden dar origen a la generación de un tsunami.
Estas ondas pueden alcanzar grandes dimensiones y viajar por toda la cuenca oceánica con gran energía. Se propagan como olas de gravedad normales con un periodo típico de entre 10 a 60 minutos; al acercarse a aguas superficiales, las ondas de tsunami se amplifican y aumentan en altura, inundando áreas bajas, y donde la topografía submarina local provoca amplificación extrema de las olas, las cuales pueden romper y causar daños importantes. El ingeniero Porraz Jiménez-Labora aclara que los tsunamis no guardan relación con las mareas.
Agrega que en nuestro país han ocurrido pocos tsunamis, y los presentados no han sido tan destructivos como el ocurrido en Japón en 2011, tras un sismo de 9.2 grados, por citar un ejemplo.
El terremoto del 19 de septiembre de 1985 tuvo una magnitud de 8.1, y causó daños considerables e históricos en la ciudad de México, principalmente; el tsunami que se produjo tuvo efectos en los estados de Michoacán, Guerrero y Colima, se propagó a través del océano Pacífico y se registró en las estaciones mareográficas de América Central en Colombia, Ecuador, Polinesia francesa, Samoa y Hawái.
La amplitud máxima de este tsunami fue de 45 metros, a 40 kilómetros al sureste y 80 kilómetros al noroeste de Manzanillo; cuando se presentó, el mar dejó expuestos 300 metros de suelo marino, después entró como marea alta tierra adentro y alcanzó una altura de entre dos y cuatro metros; este fenómeno se repitió entre tres y cinco veces.
Un testigo informó que el tsunami comenzó de 10 a 15 minutos después del sismo, y que la marea alta ocurrió tres o más veces en ciclos de diez minutos cada una sin apreciarse olas, sólo una marea súbita en todos los sismos donde se vio el tsunami; en la Boquita, Colima, se informó que el tsunami alcanzó 4.5 metros de altura.
A decir del ingeniero Porraz Jiménez-Labora, la estación mareográfica de Acapulco, Guerrero, fue la única red de México que registró el tsunami, e informó que el tiempo de propagación fue de 23 minutos y su velocidad de 802 kilómetros por hora.
“Hemos trabajado de manera conjunta a nivel continental con los tecnológicos de estudios superiores para llevar información a las poblaciones costeras; vamos con frecuencia a dar conferencias sobre las posibilidades que hay de un tsunami y los riesgos para las personas que viven en los litorales en las zonas con riesgo”.
En México, el Centro de Alerta de Tsunamis es el ente operativo del Sistema Nacional de Alerta de Tsunamis y lo opera la Secretaría de Marina. “Surgió ante la necesidad de contar en nuestro país con un sistema de alerta temprana por este tipo de fenómenos que estableciera los mecanismos adecuados para dar el aviso a la población, además de evitar las falsas alarmas y la consecuente creación de pánico”, puntualiza el especialista en Ingeniería Oceánica.
“La única manera de juzgar a una persona es a través de la forma en que trata a los jóvenes que vienen detrás, que van a continuar con la labor hecha. Veo mucho futuro, hay gente muy valiosa, trabajadora y mucho mejores que nosotros”, concluye el personaje central del libro “No hay Imposibles”, escrito por su hija y que habla de la inagotable iniciativa de quien tiene más de 60 patentes. (Agencia ID)