De manera general, una epidemia se define con los parámetros de lugar, tiempo, espacio y frecuencia de los eventos de salud. En lo que se refiere a la epidemiología, ésta se encarga del estudio de la distribución y las causas de los eventos (en particular de enfermedades) relacionados con la salud. Si en este momento se presentara un caso de poliomielitis en México, estaríamos ante una epidemia, porque desde hace años no se ha registrado esta enfermedad; por el contrario, al tratarse de la influenza el aumento tendría que ser muy notorio para considerarla una epidemia, ya que es una enfermedad con una variación estacional muy amplia.

Existen diversos métodos para llevar a cabo investigaciones epidemiológicas, uno de ellos es la vigilancia epidemiológica, que permite identificar cuál es la frecuencia con la que se presenta una enfermedad en condiciones “normales” y en un área determinada, ya sea un país o una localidad.

Con la vigilancia se observan las desviaciones en la frecuencia con la que se presenta una enfermedad, por ejemplo, cuando hay un aumento notorio de alguna enfermedad infecciosa o cuando hay un incremento progresivo durante un largo período de tiempo, como sucede con las enfermedades crónicas. Al vigilar el dengue se puede identificar un aumento considerable en junio y julio, período asociado a la temporada de lluvias, entonces se sabe el momento en el que se manifestará la enfermedad y esto facilita el control temprano de la misma.

En lo que respecta a la obesidad, que está relacionada con diferentes enfermedades crónicas (como las enfermedades cardiacas, los infartos, el cáncer, las enfermedades respiratorias y la diabetes) fue detectada en nuestro país a través de las encuestas nacionales de salud que se realizan cada seis años. Al observar los cambios a lo largo de 12 años y registrar incrementos significativos en la proporción de personas que la padecían, se determinó que era una epidemia, dijo Mauricio Hernández Ávila, director general del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).

Así, desde la epidemiología los especialistas desarrollan las herramientas necesarias para el estudio de todos los eventos relacionados con la salud colectiva y sus factores determinantes, ya sea a fin de describir la situación de salud de las poblaciones, evaluar y diseñar los programas de salud pública, evaluar la eficacia de los tratamientos a nivel poblacional o con el objetivo de investigar y controlar los brotes epidémicos.

Para estudiar factores de riesgo que no pueden hacerse a través de un diseño experimental, como es el caso de las exposiciones a la contaminación ambiental o al tabaco, se llevan a cabo otra serie de estudios observacionales que buscan simular el diseño experimental, y así poder establecer relaciones de causalidad. “Los experimentos en los que participan seres humanos aportan los elementos de causalidad más importantes, sin embargo, tienen costos elevados y generalmente implican aspectos éticos que limitan su aplicación”, dijo el experto en ciencias de la salud.

En este sentido, la epidemiología ha contribuido a identificar la relación entre el tabaquismo y más de 40 enfermedades, esto sin necesidad de tener un diseño experimental en el que se expusiera a las personas al consumo de tabaco. Lo que se tomó en cuenta fueron los datos (a partir de las Encuestas Nacionales de Adicciones) de las decisiones personales para tener o no un comportamiento de riesgo, es decir para fumar. De esta manera, la epidemiología ha sido clave para determinar los riesgos asociados a la contaminación ambiental, el origen de diferentes cánceres o los efectos de la vitamina A sobre la mortalidad infantil.

Desde la epidemiología, también se documentaron los daños causados por el tabaquismo, y posteriormente se realizaron investigaciones experimentales en animales. A partir de estos estudios se generó un movimiento, desde la salud pública, para reducir el consumo de tabaco y la exposición al humo de éste.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo de tabaco provoca la muerte a más de cinco millones de personas al año, además está entre los cinco principales factores de riesgo de mortalidad, y más del 70% de las muertes por cáncer de pulmón, bronquios y tráquea son atribuibles al consumo de tabaco. Así, entre las iniciativas para disminuir el tabaquismo está la recomendación que hizo la OMS en 1988 a todos los gobiernos para llevar a cabo, el 31 de mayo, la celebración del Día Mundial sin Tabaco.

El reconocimiento a una trayectoria

Tras ser reconocido con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2014 en el área de ciencias físico-matemáticas y naturales, el doctor Mauricio Hernández Ávila consideró que entre las responsabilidades que vienen con esta distinción está “seguir trabajando para que la salud pública y las políticas públicas que se desarrollen en este campo se basen en la mejor evidencia científica disponible”.

Lo anterior implica, para el también integrante de la Academia Mexicana de Ciencias, seguir con los programas de formación de recursos humanos y hacer esfuerzos para atraer, hacia la investigación en salud pública, a los mejores estudiantes.

Al respecto del premio –que por primera vez se otorga a alguien del ámbito de la salud pública– el investigador destacó que es un reconocimiento a una trayectoria de vida, “el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología financió mis estudios de posgrado fuera de México y eso también refleja que las inversiones en ciencia son buenas y que no debemos dejar de invertir, tanto en las investigaciones relacionadas con la salud pública, como en la formación de recursos humanos, ya que es vital para la salud de los mexicanos; de alguna manera el Premio Nacional de Ciencias y Artes fortalece y le da visibilidad a la ciencia que desarrollamos desde el campo de la salud pública”.

Mauricio Hernández Ávila es autor y coautor de alrededor de 200 artículos y publicaciones y desde 1990 es miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel III. Además de haber sido designado merecedor del máximo reconocimiento que otorga el Gobierno Federal en el ámbito ciencia, arte y humanismo, ha recibido el Mérito Académico otorgado por la Universidad Harvard en el 2005 y el premio Miguel Alemán en el área de la salud en el 2006.

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